Crítica de "El castillo": en un rincón del mundo ★★★★
Dirección y guion: Martin Benchimol. Intérpretes: Justina Olivo, Alexia Olivo. Argentina, 2023. Duración: 78 minutos. Documental de creación.
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La vida nos depara grandes ideas que parecen ficcionadas. Por ejemplo, la que vertebra “El castillo”, premio a la mejor película en la sección Horizontes Latinos del último Festival de San Sebastián: que Justina heredara una mansión de su empleadora en plena Pampa era una manera de perpetuar su sumisión ante la clase rica, dominante, un caramelo envenenado disfrazado de premio a los servicios prestados. Porque, claro, la herencia venía sellada con una condición: que esa mansión, cada vez más destartalada, no se podía vender, y así acogía a la familia de la empleadora cuando quisiera pasar unos días en el campo, y Justina, que nació pobre e indígena, morirá indígena y esclava de un fantasma.
Martin Benchimol despliega esa idea con la misma sencillez con que filma la cotidianeidad de Justina y su hija Alexia en este casoplón desconchado y con goteras, símbolo de un mundo de privilegio y explotación que se resiste a desaparecer. Su historia, cocida a fuego lento durante los siete años que Benchimol ha trabajado con ellas, es real, aunque la película no es estrictamente un documental: Justina y Alexia se interpretan a sí mismas recreando la crónica de una separación inevitable, una conmovedora relación maternofilial que está a punto de transformarse, tensionada como está por el apego a un espacio de una y las ganas de huir de él de la otra.
La película hace un buen trabajo a la hora de retratar el aislamiento compartido de estas dos mujeres que, desde diferentes generaciones, perciben las relaciones de clase desde perspectivas opuestas. Lo hace con humor -Justina buscando cobertura para seguir sus ocasionales conversaciones telefónicas, Alexia montándose una discoteca en su cuarto o pegada a su videojuego de simulación automovilística- y también con ternura. La aparente austeridad de la propuesta de Benchimol, de una inusual concisión, puede hacernos pensar que estamos ante una película pequeña, incluso trivial, pero el arco dramático que abarca es enorme: es el del reencuentro de dos náufragas que vivían en lados distintos de una isla en la que hay niebla, y llueve, y las facturas de la luz no pueden pagarse, pero hay más esperanza que desencanto.
Lo mejor:
El modo austero y delicado en que examina y vincula las relaciones de clase y maternofiliales.
Lo peor:
Que la concisión de su metraje la disfrace de película menor.