Edurne Portela: «Revisar las obras es una censura con pocas luces que infantiliza a los lectores»
La escritora publica «Maddi y las fronteras», la historia de María Josefa Sansberro, que fue contrabandista, espía para la resistencia y que murió en un campo de concentración nazis
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Cuántas historias ocultas y héroes anónimos quedan eclipsados en la penumbra de la historia, cuántas vidas olvidadas en legajos amarillentos durmiendo en anaqueles desvencijados y llenos de polvo sin que nadie perturbe su silencio, salvo cuando el azar se pone de su lado y alguien saca a la luz esa parte de la Historia que nunca vemos. En este caso, Maddi, sobrenombre de María Josefa Sansberro, llegó de forma inesperada a las manos Edurne Portela para que su vida pudiera ser contada. «Fue durante el otoño de 2021, Joxemari Mitxelena contactó conmigo para entregarme el archivo de una mujer sobre la que llevaba años investigando», explica Portela.
Maddi había nacido en Oiartzun en 1895 y, según las huellas que quedaron en los archivos, había tenido una vida y una muerte excepcional. Mitxelena, junto a su amiga Izarraitz Villaluce habían recabado muchos datos sobre esta mujer, también conocida como María Josefa Susperregui, Madame Nicolas o, simplemente, Maddi (pronunciado Mayi) y sobre ese voluminoso archivo, Edurne Portela ha reconstruido una vida de ficción en su nueva novela «Maddi y las fronteras» (Galaxia Gutenberg). «Gracias a la generosidad y confianza que pusieron en mí, he tenido libertad para contar su vida como he considerado oportuno, sin faltar a la verdad histórica, intentado ser muy respetuosa con ella, de empatizar, de imaginarla con una mirada tierna y cuidarla como personaje, aunque soy consciente de que he creado una Maddi y con esto he “matado” otras posibles, he eliminado de la imaginación del lector la posibilidad de otra interpretación distinta», afirma la escritora.
Pero, ¿qué tiene esta mujer de excepcional? «Vivió en la primera mitad del siglo XX e hizo cosas que no se esperaban de una mujer de su clase, su formación y su entorno. Tomó decisiones vitales a contracorriente, arriesgadas, incluso escandalosas y desafiantes», significa la autora. Tuvo una vida muy peculiar, era católica y creyente, pero se divorció en 1928, porque vivía en la zona vasco-francesa y tenía posibilidad; regentó un hotel al pie del monte Larrún; fue madre de un hijo, hizo de contrabandista y «mugalari» (personas que ayudaban a cruzar la frontera entre España y Francia); tuvo que servir a los en su hotel cuando fue ocupado durante la Segunda guerra Mundial, al tiempo que era agente de la Resistencia ayudando a las redes de evadidos, sobre todo pilotos que caían en la zona ocupada, y también civiles, la mayoría judíos. Fue deportada a los campos de concentración de Dachau, Ravensbrück y, finalmente, al de Sachsenhausen, donde murió en el año 1944.
"La ficción es una forma más de acercarnos al conocimiento del pasado"Edurne Portela
«Al principio pensé que lo mejor sería escribir un ensayo para mantenerme fiel a los documentos, pero no podía evitar imaginar nada más ponerme a leerlos, no paraba de preguntarme, de imaginar situaciones, hasta que decidí seguir el impulso y escribir ficción», explica Portela. «Los datos no dan todas las respuestas y la curiosidad y la imaginación te llevan a todo aquello que el archivo no cuenta, motivaciones, deseos, sentimientos, por qué toma decisiones como, por ejemplo, divorciarse, sabiendo que eso la iba a estigmatizar siendo católica. Llega un momento que la ficción puede sobre la historia porque completa esos silencios, por eso esta Maddi es una invención, por mucho que esté basada en documentos reales. Yo he intentado que haya un equilibrio entre ambas, aunque mantener esto ha sido una tensión constante».
"Cuando miramos al pasado, siempre tenemos una mirada política o ideológica"Edurne Portela
Para Portela, «la ficción es una forma más de acercarnos al conocimiento del pasado, aunque ésta nunca pueda suplantar a la historia como disciplina de investigación, pero puede despertarnos curiosidad por otros aspectos del momento histórico –afirma-. Este libro, por ejemplo, tiene una carga importante de la historia de la ocupación alemana en la zona de Iparralde y de los campos de concentración y leer la novela puede ser una forma de entrada a esa historia que después se puede indagar y conocer mejor».
Pero, a su juicio, lo que no se puede hacer con la historia es reescribirla con los criterios de nuestra sociedad, como ha ocurrido con Roald Dahl. «Se da mucho y me preocupa que esto se haga por una mal llamada “corrección política” que en realidad es una censura con pocas luces que infantiliza a los lectores. Yo soy feminista, pero por mucho que Maddi fuera una mujer valiente e hiciera cosas que contrariaban el espíritu de la época, no la puedo presentar como una militante feminista, sería absolutamente ridículo –asegura–. Cuando miramos al pasado, siempre tenemos una mirada política o ideológica, pero todo lo que yo pueda creer, desear, pensar o considerar, no puedo proyectarlo a un personaje del pasado. Seguramente Maddi no fuera consciente de la importancia política de lo que hacía, me imagino que actuaba porque creía en lo que hacía y que eso era bueno y honesto. A los personajes hay que situarlos en su contexto», concluye.