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El salvaje oeste australiano

«Sweet Country», ganadora del Gran Premio del Jurado en Venecia, reflexiona sobre la violencia de la colonización en el país austral.

El salvaje oeste australiano
El salvaje oeste australianolarazon

«Sweet Country», ganadora del Gran Premio del Jurado en Venecia, reflexiona sobre la violencia de la colonización en el país austral.

La historia de «Sweet Country» tiene un aire de fábula o relato aleccionador. A una tranquila y casi desolada comunidad de la Australia profunda, en la que conviven los indígenas y los colonizadores en paz, llega Harry (Ewen Leslie), un ex soldado alcohólico y racista que le pide al predicador del pueblo que le «preste» a su mano de obra un aborigen llamado Sam (Hamilton Morris) para ayudarle en su terreno. La relación entre el soldado y Sam pronto se torna violenta, y Sam termina asesinándole en un intento de defender su vida y la de su esposa. El indígena huye y el sargento del pueblo, el predicador y varios hombres más salen a cazarlo.

Transmisión oral

En cierto sentido, se trata de una historia real. «Los aborígenes tenemos un sistema de conocimiento oral porque este relato fue contado de padres a hijos. Sin embargo, en la película lo modificamos un poco para darle un toque más marcadamente de western», comenta Warwick Thornton, director del filme e hijo de aborígenes. Thornton confiesa la influencia en su filme de «los westerns italianos rodados en España, como ''Le llamaban Trinidad''», que veía cuando era niño en Alice Springs, la localidad del norte de Australia donde creció y donde rodó «Sweet Country». «Me gustaban aquellos filmes en los que los buenos podían ser malos y los malos, buenos. No como John Wayne, que era un ser humano perfecto que cumplía los diez mandamientos. Eso no me interesa nada, ni siquiera lo entendía cuando era niño porque a mi alrededor todos eran a la vez malos y buenos», afirma.

Esa dualidad está presente en su filme, sí, pero no queda duda de que el «malo de la película» es el hombre blanco que abusa de su poder. Es un tema recurrente en Thornton, que en su anterior cinta, «Samson y Delilah», ya había tratado el tema de la marginalización de la comunidad aborigen, aunque, en este caso, en el presente. En «Sweet Country», en cambio, intenta regresar a los orígenes de su país para preguntarse sobre su futuro. «Seguiré contando historias de mi gente. Es lo que tengo que hacer», asegura. «Nuestro pasado fue escrito por los colonizadores, que han contado que fueron quienes construyeron este país. Pura mierda. El 90% de la población fue masacrada. Pero eso no se enseña en las escuelas. Australia tiene que entender su pasado para poder avanzar. Y esto es válido para todos los países».

Thornton estuvo a cargo también de la fotografía, un trabajo para el que era el más indicado del equipo. Al haber crecido en ese territorio, estaba más acostumbrado a las condiciones extremas (más de cuarenta grados todos los días, alguna inundación y muchos bichos, como escorpiones y serpientes): «Sabía cómo manejar la luz y diseñé las escenas para que funcionaran incluso a las 12 del mediodía». Aunque admite que los actores sufrieron con el sol, pero que «de todos modos, debían hacer como que tenían mucho calor...».