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"Elemental": Pixar está que arde

Peter Sohn dirige una comedia romántica, prodigio de la animación y metáfora de los inmigrantes de segunda generación
Los protagonistas de la cinta están formados por alguno de los cuatro elementos
Los protagonistas de la cinta están formados por alguno de los cuatro elementosPixar
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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La Meca del cine está en crisis. Y ya no hay nadie que se atreva a negarlo. La maquinaria de Hollywood se ha vuelto tan mastodóntica que, en su glotonería, necesita que las películas recauden hasta tres veces su presupuesto para considerarse un éxito. Hace un par de décadas, cuando el grueso de la pirámide estaba formado por producciones de 20 millones de dólares, la matemática era posible. En los tiempos que corren, y con los sindicatos de guionistas y actores en huelga para poder llegar a fin de mes, no hay algoritmo que resuelva el cacao cuando los presupuestos se van hasta los 300 kilos. Ni manera de salvar los muebles.
Pocas películas se ajustan más a este reciente paradigma de la paradoja que «Elemental», la nueva película de Pixar y Disney, dirigida por Peter Sohn (clásico del estudio, y parte importante de «Ratatouille» o «Los Increíbles»). Según «The Hollywood Reporter», el filme ha costado unos 200 millones a la Casa del Ratón y, hasta hoy, día de su estreno en nuestro país, ha recaudado «solo» unos 260, es decir, poquito más de un tercio de lo que necesitaría para no sumarse a los fracasos económicos que lleva encadenando el estudio más laureado de la historia de la animación en los últimos tiempos.
«Empezamos a trabajar en la película hace unos siete años, pero la idea la he tenido desde que apenas era un niño. Siempre he dibujado este mundo de elementos, porque me hacía mucha gracia, aunque hace siete años empecé a reflexionar sobre lo duro que había tenido que ser para mis padres salir de su país, ser inmigrantes y buscar una vida decente para mí y mi hermano. Fui con ello a Pixar y me dijeron: “Peter, esa es la película que tienes que hacer”. Ha sido un proceso bastante más individual de lo que suele ocurrir con estas historias», confiesa Sohn, que visitó hace unas semanas Madrid para charlar con LA RAZÓN sobre la brillante comedia romántica de la que se disfraza «Elemental» para en realidad danzar luego en el trauma generacional y en esa especie de deuda con la que suelen cargar los inmigrantes de segunda generación, Ulises de la idiosincrasia, pero también de lo material, incluso lo político.
Responsable de un equipo de «más de 300 animadores en Pixar», el doble de personal si sumamos las orquestas y a la gente de la propia Disney, Sohn es consciente de lo titánico de su empresa: contar una historia personal que pueda llegar a apelar a lo universal, invirtiendo, de algún modo, la fórmula de las reflexivas «Del revés» o «Soul». «Pixar siempre ha intentado hacer algo auténtico, esa ha sido la base. El primer proyecto en el que trabajé fue “Buscando a Nemo” y, como padre, me hizo pensar muchísimo. Con esta película ha pasado algo curioso, y es que se ha vuelto más personal en cada parte del proceso. Mi padre murió mientras la escribíamos, y justo después lo hizo mi madre. Creo que todo ese proceso ha resultado en una historia mucho más íntima de lo que yo pensaba mostrar», explica emotivo el director. Pero, ¿es posible que aquello a lo que llamamos «universal» sea tan solo «canónico», a la sazón, blanco, rico, tradicional? «Una de las primeras dudas que tuvimos fue esa, si alguien sin relación con la inmigración podía llegar a conectar con la película. Y puede que sea una barrera de acceso importante a la historia, pero como creador tienes que intentar ser empático, intentar que la gente pueda superarla. No tengo claro que haya salido exitoso, la verdad, pero me he machacado cada día pensando en ello», apunta, antes de evaluar cómo su propia experiencia ha dado forma a Candela, su chispeante protagonista: «Casi todo por lo que ella pasa me ha sucedido a mí con mi padre. Pero no solo quería mostrar los hechos, también las dudas acerca de la identidad. ¿Pertenezco a este país? ¿Por qué no me parezco a la mayoría de la gente? Nací aquí, pero hay quien me dice que no soy de aquí, ¿quién tiene razón? Todas esas piezas iban dando forma a la protagonista», completa el realizador, también actor de doblaje en filmes como «Spider-Man: cruzando el multiverso» o «Monstruos University».
"El tema de la identidad no se ha explorado, de manera cultural, en Pixar, pero tampoco en el género de las comedias románticas"Peter Sohn
Así, «Elemental» se nos presenta como la historia de una muchacha, hecha de fuego, que cuenta los días para heredar la tienda de su padre. Todo ello se verá salpicado por una misteriosa fuga de agua, gracias a la que conocerá a Nilo, funcionario hecho de agua que pondrá su mundo patas arriba: desde la propia concepción de la separación y enfrentamiento eterno entre los elementos hasta su capacidad de soñar, de abrir las alas más allá de la tienda familiar. En esa división, metáfora visual entre la humilde zona del Bronx (de donde es Sohn) y la pija Manhattan, la película también se cuenta en dinámicas de clase: «La idea del privilegio, y de las oportunidades que consigue la gente dependiendo de donde sea, siempre estuvo ahí. Nilo invita a Candela a soñar porque para él siempre ha sido así, no entiende que la mera capacidad de soñar, de atreverse a probar y a equivocarse es un lujo», explica Sohn, quien confiesa haberse inspirado en «Sin reservas» (2007), «Hechizo de luna» (1987) o la «¿Bailamos?» japonesa original de 1996 para acercarse al aspecto más puro de la comedia romántica.
Concebida como una vuelta a las raíces de Pixar, más allá del «zeitgeist» económico de Hollywood, «Elemental» es un triunfo en fondo y forma, aunque quizá haya llegado en un momento tan crucial para su matriz que su exquisita forma de construir melodías sentidas no pueda ser del todo percibido por las audiencias globales. «Lo que me mantenía despierto por las noches era abordar el tema de la identidad. No se ha explorado, de manera cultural, en Pixar, pero tampoco en el género de las comedias románticas. Es algo completamente nuevo», afirma Sohn, a la espera de que su confesión de algo más de 100 minutos pueda servir para salvar los muebles. O, al menos, para que no terminen de arder.

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