Sección patrocinada por sección patrocinada

Crítica de clásica

Estreno mundial de la ópera "Benjamin a Portbou" de Antoni Ros-Marbà en el Liceo de Barcelona

A sus 88 años, el director y compositor ha presentado una obra cantada en inglés, dividida en dos actos y en apariencia muy bien estructurada

Una escena de la ópera "Benjamin a Portbou", de Antoni Ros-Marbà en el Liceo de Barcelona
Una escena de la ópera "Benjamin a Portbou", de Antoni Ros-Marbà en el Liceo de BarcelonaGran Teatro del Liceo / David Ruano

El Gran Teatre del Liceu cumplió con el encargo realizado al director musical y compositor Antoni Ros-Marbà (L’Hospitalet de Llobregat, 1937), quien a los 88 años de edad ha presentado su primera ópera, "Benjamin a Portbou", dirigiéndola desde el podio del coliseo barcelonés. La obra, cantada en inglés, está dividida en dos actos y en apariencia está muy bien estructurada, contando con un libreto del amigo del compositor, el actor y músico Anthony Caroll Madigan, recorriendo en forma de flashback 13 momentos de la vida del filósofo y pensador Walter Benjamin.

El personaje quedó unido a Cataluña por su suicidio en 1940 en un hotel de Portbou (Girona) tras cruzar la frontera entre Francia y España por los Pirineos huyendo de los nazis que le perseguían por su condición de judío. Las escenas que conforman la obra se van localizando en diversas ciudades europeas desde 1917 por las que desfilan su esposa, Dora Pollack, y su hijo, Stefan; su amigo, el filólogo e historiador Gerhard Scholem; su prima, la filósofa, historiadora y socióloga Hannah Arendt; el compositor Ernst Schoen; y la amante rusa de Benjamin, Asja Lacis, entre otros.

A nivel musical Benjamin a Portbou suena a siglo XX, y en el primer acto sorprende por la contundencia del preludio y los breves interludios instrumentales entre las escenas, de gran fuerza dramática, al igual que un tímbrica con profusión de percusión y metales, pero la música a la larga parece demasiado trascendente y explosiva frente unas escenas teatrales, pero en ocasiones demasiado cotidianas, que, por lo mismo, no acaban de recrear la grandeza y peso de este gran pensador del siglo XX. A nivel actoral, Peter Tantsits recreó con eficacia el personaje protagonista, con un curioso parecido físico en una interesante, pero en ocasiones irregular interpretación vocal a pesar de su trabajo eficaz y exigente, que está en casi todo momento en escena.

Excelente la participación de los personajes femeninos, con especial mención de Elena Copons como Asja Lacis, Laura Vila como Dora Pollock y Marta Valero como Hanna Arendt. Mención especial para la soprano Serena Sáenz como el Angelus Novus, personaje simbólico que pertenece al universo de Benjamin; el nombre del personaje nace del título de un cuadro de Paul Klee que compró el filósofo y que en la ópera representa la esperanza, interpretado con gran facilidad y belleza por parte de la soprano barcelonesa. También destacó el breve personaje de Stefan, el hijo del compositor, ofrecido por la camaleónica Ruth Martínez.

Muy interesante el Gerhard Scholem del barítono Joan Martín-Royo y algo menos el personaje de Bertolt Brech del siempre eficaz tenor David Alegret. Bien conseguido el cuadro con las tres jóvenes en Ibiza permitiendo una escena algo más desenfadada y musicalmente más ligera que el resto de la obra a cargo del protagonista junto a Alexandra Zabala, Cristina Tena y Olga Szabo. La partitura demostró estar bien escrita para las voces a pesar de que en el segundo acto está más conjuntada entre las partes musicales y vocales consiguiendo un mejor resultado.

La obra se presentaba en una propuesta semiescenificada a cargo de Anna Ponces contando con un gran muro con una modernizada instalación lumínica de 12×6 metros de Playmodes Studio y Andreu Fábregas, que obligó a poner la orquesta en el foso y, por tanto, a replantear el proyecto como una producción en toda regla. Ello supuso que la creativa directora de escena Anna Ponces hiciese funcionar a la perfección el trasfondo lumínico, añadiendo un atrezo de unos pocos elementos, como mesas y maletas, y una bastante coherente dirección de actores, que funcionó con gran eficacia. Especialmente impactante resultaron los interludios con el Coro del Liceu recreando, entre la niebla, la permanente huida de refugiados que acaban atravesando la platea del coliseo barcelonés, en una escena final con un juego de láser y proyección de luces, entre la niebla, de una gran belleza plástica.

Cabe felicitar al maestro Antoni Ros-Marbà por este título de relevante interés a nivel musical, muy bien dirigida desde el foso a pesar de su edad, una ópera con un libreto bien planteado aunque no del todo bien resuelto un cuanto a su dramaturgia. Un estreno mundial que fue recibido por un público que no llenaba el teatro, con algunas deserciones tras el descanso, pero que aplaudió con profusión a todos los artistas y muy especialmente al octogenario maestro de L’Hospitalet.