Federico Jiménez Losantos: «La izquierda ve a la derecha como un enemigo a exterminar. Para ellos estuvo bien lo de Paracuellos»
Chispeante analista y el mejor poniendo motes, publica «El retorno de la derecha», donde aborda el fenómeno que inunda este bando político: el desencanto de su votante hacia el representante
Madrid Creada:
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Federico Jiménez Losantos, lengua libre y afiladísima, chispeante analista, el último de los grandes en el noble arte del buen denuesto. No del insulto arrabalero, no: de aquel improperio con garbo –tahúr del Mississippi con chaleco floreado, Carlos II vestido de Mariquita Pérez–, de los que bien sabían lo que era la libertad de expresión, cuánto valía y por qué había que defenderla. El mejor poniendo motes. Presenta nuevo libro, «El retorno de la derecha», en el que aborda con minuciosidad entomológica, un fenómeno de nuestra derecha: el continuo desencanto de su votante hacia el representante, el desligamiento entre el ideal y el método, ese cambiar de partido por no cambiar de ideales. Un recorrido por la historia de la derecha española en democracia y, especialmente, desde la moción de censura a Rajoy hasta el presente.
Habla de una derecha social que no se reconoce en la derecha política que le representa.
Es el gran problema de la derecha. Todo viene de una vivencia traumática que es la de la República y la Guerra Civil, con el terror rojo. Esta vivencia le demuestra a la derecha democrática que no puede vivir con la izquierda, que la izquierda la quiere matar. Por eso los dos grandes partidos de la derecha democrática de la República, el Partido Radical y la CEDA, se unen a Franco nada más producirse el alzamiento, cuando verosímilmente va a perder, porque todo lo tenía de cara el bando de la República para ganar. Pierde porque media España no se resigna a morir, se resiste y gana la Guerra Civil. La derecha social, escarmentada de la política, de que les quemen las iglesias, del Golpe de Estado del 34, del robo de las elecciones del 36 y del terror rojo a lo largo de toda la Guerra Civil, lo que quiere es irse a su vida privada, a sus asuntos, a mejorar sus vidas, a crear sus negocios, a velar por sus hijos. Esa vivencia traumática que marca a dos generaciones, la derecha política la ha olvidado y no entiende que la derecha social no lo haya hecho también. De ahí esa diferencia estructural, esa desconfianza de los representantes hacia los representados y, especialmente, de los representados hacia los representantes, que les lleva a cambiar de partido continuamente. Pero el problema de fondo es no respetar la voluntad del votante. El problema de la derecha es, básicamente, que le han hecho creer que España es de izquierdas. Pero España es de izquierdas cuando no es de derechas, y es de derechas cuando no es de izquierdas. La derecha sueña con una izquierda con la que se pueda convivir, alternarse en el poder. Eso no ha existido nunca y ahora tampoco, es una fantasía de una derecha blandurria. La izquierda siempre ha sido sectaria. Lo primero que hizo Pablo Iglesias, el fundador del PSOE, es amenazar de muerte al presidente del Consejo de Ministros, Don Antonio Maura. Y diciendo «usaremos las leyes cuando nos convenga y nos las saltaremos cuando nos haga falta», que es lo que ha hecho siempre el PSOE.
Pero esa alternancia no debería ser un problema, ¿no? La democracia consiste precisamente en que podamos convivir pacíficamente aún pensando diferente, no en la obligación de pensar todos igual.
Debería. Pero el problema es que Sánchez ha dinamitado la democracia. Y cuando tú aceptas cosas como que los asesinos son mejores que las víctimas, te has cargado un país. El problema de la izquierda, que la derecha no acaba de entender, por lo menos el PP no lo acaba de entender, es que para ellos es mejor ETA que el PP. Los asesinos de Gregorio Ordóñez le gustan más que el partido de Gregorio Ordoñez.
Cuando aceptas que los asesinos son mejores que las víctimas, te has cargado un paísJiménez Losantos
¿Cómo se ha llegado a eso?
Pues desde Zapatero y, por supuesto, con el gran acelerón que ha sido Sánchez. Podemos, en el fondo, no es más que la expresión del alma podrida de Zapatero y de todo lo que trae, que es el espíritu de la Guerra Civil, romper la Transición. La izquierda ve a la derecha como un enemigo a exterminar. Para ellos estuvo bien lo de Paracuellos. Para ellos, la derecha es exterminable y la derecha no lo acaba de entender. Esto es un problema estructural. Sin embargo, la sociedad sí es mucho más consciente que sus representantes, porque viven el día a día, y lo pelean. Ven lo que está haciendo el Tribunal Constitucional con los derechos, que es cargárselos e inventar otros nuevos, ven que aquí al que protegen es al okupa y no al legítimo propietario, que el malo es Amancio Ortega y el bueno es el ladrón, que los buenos son los herederos de ETA y los malos sus víctimas… La gente eso lo percibe, pero los políticos viven en su burbuja y tienen su circuito de autoalimentación informativa. Ellos lo que se creen son las encuestas cocinadas por los que pagan el plato.
Si el votante de derechas no se ve reflejado en el representante de derechas, es decir, en el PP… ¿Es el PP un partido de derechas?
La derecha es la que hay. ¿A quién vota la derecha? A PP y a Vox. Pues esa es la derecha.
Es lo que hay, pero… ¿qué sería lo ideal?
Que hubiera unidad. Un proyecto de los dos partidos a cuatro años con un gobierno común para cargarse todas las fechorías que ha hecho Sánchez, con un plan conjunto y comprometido. En todo: economía, justicia, educación, sanidad. Pero para eso es necesario un espíritu patriótico que por desgracia, la verdad, yo no lo veo.
Pero parece que empieza a haber una reacción. Cada vez más gente, incluso joven, tiene menos problemas para manifestar abiertamente que son de derechas y desde esa derecha se empieza a plantar cara ante asuntos de las batallas culturales.
Sí, sí, empieza a haber una reacción. De hecho, el nacimiento de Vox es un movimiento de rectificación contra el PP de Rajoy. Vox no se explica sin el Golpe de Estado en Cataluña y la cobardía inmensa de Rajoy, que ha sido nefasto. Si se contempla la historia de España, el máximo culpable de lo que ahora ocurre, que tengamos la nación patas arriba y el estado boca abajo, es Zapatero. Pero el responsable por no haberlo impedido es Rajoy. Vox nace por eso y pasa de tener 40.000 votos a cuatro millones: por la reacción del PP en el Golpe de Estado de Cataluña y porque hay una parte de las batallas culturales que este se niega a dar. Dentro de Vox, bien es verdad, hay una sección que corresponde a esa rectificación patriótica, liberal y nacional de la derecha, pero también hay otra que es totalitaria, que sería la del Yunque, y que lo que quiere es un partido contra el PP.
Si Ayuso se va el día que la calumnia Casado, se hubiese acabado la derecha para veinte añosJiménez Losantos
¿Está en peligro nuestro Estado de Derecho?
Estamos en un momento muy delicado, muy importante. La derecha tiene que entender que estamos ante una declaración de guerra. La izquierda le ha declarado la guerra al régimen constitucional, que el Tribunal «Prostitucional» de Pumpido viene para cargarse la nación, que promulga derechos igual que lo hacen esos tribunales comunistas de Iberoamérica, que proclaman derechos que no han pasado por la Constitución ni tampoco por el plebiscito popular. Llaman derecho a lo que les parece. Eso es un golpe de estado. Y a la derecha, al PP, le cuesta asumir qué tiene que hacer frente a un golpe de estado. No es que esté en peligro el Estado de Derecho, es que está contra la pared. Ahora mismo solo tenemos parte de la oposición, no toda, al Rey y a los jueces. Y tampoco a todos. Falta la unidad de los dos partidos de derechas.
¿Es Ayuso la líder natural del PP a nivel nacional o es tan solo un fenómeno local?
Lo importante de Ayuso es que nace como un fenómeno nacional de resistencia a la dictadura criminal de Sánchez en el caso de la pandemia. Ayuso nunca ha sido tan solo un fenómeno local. Ella tenía su proyecto y aguanta el momento más difícil, cuando las canalladas y calumnias de Casado, y luego los celos de Almeida. Y cómo ella, fríamente y por su cuenta, disuelve Madrid contra la opinión de su propio partido y consigue una victoria espectacular que hace que Casado y Teodoro la quieran matar. Sobrevive y salva al partido. Si ella se va el día que la insulta y calumnia Casado, se hubiese acabado la derecha para veinte años. Ella está ya en la política nacional. Ahora hay dos liderazgos: el que toca, que es el de Feijóo, el representativo de partido, y luego el natural de la derecha que es el de Ayuso. El momento de Ayuso es después de dos gobiernos de Feijóo.
¿Llegarán esos dos gobiernos de Feijóo?
Para España estaría muy bien, sí. Y después de esas dos legislaturas, Ayuso tendría 50 años. Estaría empezando, como empiezan otros, pero con una experiencia enorme nacional e internacional.