Traidores a España

Pau Claris y la república catalana que duró una semana: “Los españoles son peores que los moros africanos”

Su torpeza política fue confiar en Francia al traicionara España para la independencia de Cataluña: también utilizó el relato de la ocupación castellana

Retrato de Pau Claris
Retrato de Pau ClarisLa Razón

Pau Claris es un buen ejemplo de traidor torpe. Alentó una revolución social en Cataluña para librarse de la política del Conde Duque de Olivares. Una vez asesinado de forma brutal el virrey el 7 de junio de 1640, la Diputación de Barcelona liderada por Claris se hizo con el poder. Pero el desorden social aumentó y pidió auxilio a Francia en diciembre. Proclamó la República, que duró siete días, y luego juró como súbdito de Luis XIII, que estaba en guerra con Felipe IV. Así consumó su traición a España.

La historia es la siguiente. Aquel año de 1640 fue uno de los más complicados de la historia de la monarquía hispánica. El país estaba en guerra con Francia desde hacía cuatro años. Esto provocó que Olivares, el valido de Felipe IV, ordenara la concentración de tropas en la frontera. Hasta unos 40.000 hombres de los Tercios se citaron en el Principado. Aquella tropa no era solo castellana, sino que estaba compuesta por soldados de todas partes de Europa.

La oligarquía catalana no quería pagar la guerra, ni mantener aquel ejército. Esa era la “Unión de Armas” de Olivares: que todos los reinos, estados y señoríos contribuyeran con hombres y dinero al ejército del mismo modo que se aprovechaban de los beneficios de las acciones militares. A esa desgana egoísta se unieron los desmanes cometidos por los Tercios, como el saqueo de Palafrugell. La Diputación decidió entonces usar el malestar campesino para provocar un movimiento que acabara con la presencia castellana en Cataluña. Así, la Iglesia, los municipios y la oligarquía catalana provocaron la revuelta de los segadores contra la monarquía.

La rebelión se desató al grito de “Viva el rey, abajo el mal gobierno”, y el 7 de junio de 1640 tuvo lugar el llamado “Corpus de Sangre”. Ese día unos “segadors” entraron en Barcelona para excarcelar al diputado Tamarit, opuesto a la presencia de los Tercios en el Principado. Fueron unos pocos cientos, pero mataron al virrey, a funcionarios y a miembros de la Audiencia. Triunfó Pau Claris, consiguió la muerte de Santa Coloma, el virrey, pero no pudo contener la revolución social. Los “segadors” atacaron a los propietarios rurales y quemaron escrituras notariales. Esto provocó el pánico entre la nobleza y la gente adinerada, que huyeron a Madrid, Mallorca o Italia. El clero catalán tomó la revuelta como una defensa de la religión porque los tercios habían robado en los templos, y llamaron a los “segadors” el “Ejército cristiano”. Al tiempo, Olivares envió nuevas tropas al Principado, comandadas por el marqués de Vélez, nuevo virrey.

La Diputación catalana, liderada por Pau Claris, entró en pánico, y negoció la intervención militar francesa. Las Cortes catalanas y el Consejo de Ciento aceptaron la propuesta de Claris, que incluía la declaración de la República Catalana. Una vez conocido esto, el embajador francés, Besançon, se la jugó a la oligarquía catalana. Todo estaba muy bien, pero la intervención militar francesa solo sería efectiva si se declaraban súbditos de Luis XIII.

De esta manera, la República catalana duró siete días, del 16 al 23 de enero de 1641. Cataluña se entregó a Francia para no pagar impuestos ni entregar hombres al ejército. Una vez que las tropas españolas fueron derrotadas en la batalla de Montjuic, el Principado reconoció la soberanía del país vecino. El sueño se convirtió en pesadilla porque la ocupación de los Tercios fue sustituida por la tropa francesa, que cometió todo tipo de tropelías. Además, Luis XIII obligó al Principado a ceder parcialmente su administración y a que el comercio francés controlara el mercado catalán. El timo era completo. La oligarquía había perdido la partida.

A la pesadilla se unió la comedia. Para justificar la soberanía francesa, desde los púlpitos de las iglesias se hablaba de la “unidad de sangre” entre catalanes y franceses. Convirtieron a Luis XIII en el “legítimo descendiente” de la aristocracia catalana. Forjaron el relato de la invasión castellana, cuando fue una unión, y que el resto de españoles eran peores que “los moros africanos”. No acabó ahí. Las autoridades políticas y religiosas trataron como “traidor” a todo aquel que defendiera la pertenencia a la monarquía española. Sin embargo, cuando en 1652 Barcelona capituló ante Juan de Austria, hablaron de la vuelta del “hijo pródigo” –Cataluña- a su verdadero hogar –España-.

¿Qué fue de Pau Claris? Su muerte es objeto también de manipulación nacionalista, como el falso fallecimiento de Rafael Casanova en batalla. Dicen, sin pruebas, que unos “agentes castellanos” lo envenenaron con “agua de Nápoles”.