La cocaína en la Milán barroca
Un estudio, a partir del análisis toxicológico de varios individuos fallecidos en el siglo XVII, revela que el consumo de esta droga llegó a Europa antes de lo pensado
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La droga, tanto su producción como su tráfico y consumo, es considerada de forma casi unánime como una de las mayores preocupaciones presentes por las instituciones globales. Así, según el «Informe Mundial sobre las Drogas 2023» de la ONU, «el tráfico de drogas y las economías ilícitas de las drogas alimentan y agravan» muchos de los conflictos y amenazas del mundo actual, «desde la inestabilidad y la violencia hasta la destrucción del medio ambiente».
Tan relevante es que no extraña que buena parte de la población considere que sea una creación contemporánea. Una percepción que, en cierto modo, no está equivocada. No en vano, su consumo masivo, criminalización y persecución generalizada son fenómenos recientes aunque, todo sea dicho, su empleo se liga a la propia existencia humana. Así, se advierte su presencia desde la misma prehistoria, como lo avalan las investigaciones de Elisa Guerra, profesora de la universidad de Valencia y también en el mundo antiguo, aunque su utilización aparentemente no se fundamentara tanto en el goce personal como en las propiedades médicas que se les atribuía empleándose esencialmente con fines culturales, religiosos y trascendentales. En este sentido, bien vale la pena recurrir a la reciente y estupenda obra del profesor emérito de la UCM Carlos González Wagner «Las drogas sagradas en la Antigüedad» (Alianza, 2022). Tal y como indica, un elemento común de las diversas culturas humanas es hacer propio e inteligible el mundo inmaterial que les rodea conforme a sus creencias. Este acercamiento, más allá de la fe en su existencia, a veces se consigue «como resultado de estados alterados de conciencia» obtenidos a través de diversas estrategias como «el ayuno prolongado, la privación del sueño y los sentidos, el ejercicio físico violento o desmesurado, la flagelación y la autotortura, la meditación y la autoconcentración» y, asimismo, mediante el consumo de sustancias.
Sobre esta cuestión versa el artículo «Forensic toxicology backdates the use of coca plant (Erythroxylum spp.) in Europe to the early 1600s», una contribución colectiva encabezada por Gaia Giordano, investigadora de la Universidad de Milán, y publicada en la revista «Journal of Archaeological Science».
Esta interesantísima investigación presenta los resultados del análisis toxicológico de varios individuos fallecidos en el siglo XVII en el Ospedale Maggiore de Milán, una institución sanitaria creada a mediados del siglo XV en la capital lombarda por el duque Francesco Sforza, padre del gran Ludovico Sforza, el protector y patrón de Leonardo da Vinci, con el fin de atender en un comienzo a los más pobres de la ciudad y que continúa existiendo con el nombre de Policlínico de Milán. Aquellos que fallecían en este hospicio eran enterrados en la cripta de Ca’ Granda situada en la vecina iglesia de Beata Vergine Annunciata, acumulándose en su interior los restos de miles de personas representando, como se indica en el artículo, para la investigación de la Milán de este período «un contexto excepcional desde los puntos de vista arqueológico, histórico e incluso toxicológico».
Este artículo refleja los resultados del análisis en el tejido cerebral y óseo de nueve individuos, tanto hombres como mujeres, que reflejan un consumo de sustancias psicotrópicas en el siglo XVII. Así, han observado restos de cannabis y de adormidera que, en contraste con la información proporcionada por los archivos médicos del hospital, no se encontraban presentes en su farmacopea por lo que deducen su uso pudo ser recreativo. La gran sorpresa vino por el hallazgo en dos de los individuos de restos de planta de coca («Erythroxylum spp.»), en concreto de moléculas de higrina, benzoilecgonina y alcaloides de cocaína, que únicamente se pueden asociar en conjunto con el consumo de hoja de coca masticada.
De este modo, se encontraron tales metabolitos en dos muestras pertenecientes a un hombre de entre 30 a 45 años afectado con sífilis terciaria, como se observa en el hueso craneal, amén de otro individuo inidentificable pues su tejido cerebral se halló separado de su cráneo en la cripta. Estos resultados son impresionantes. La hoja de coca ha sido objeto de consumo en Sudamérica desde hace miles de años por sus cualidades únicas, siendo empleada entre otras razones por sus cualidades como estimulante y analgésico, y los españoles bien pronto tuvieron conocimiento de su existencia tras la conquista americana, continuando su explotación y uso. Sin embargo, hasta el momento se pensaba que la planta de coca no fue introducida en Europa hasta el siglo XIX.
Esta interesante investigación prueba que fue anterior y, aunque deja caer que también pudiera ser empleada con fines lúdicos, no descartan su uso terapéutico para aliviar dolencias como la sífilis referida de uno de los sujetos, teorizando con que su aparición en Milán podría explicarse con el dominio que por aquel entonces tenía la corona española sobre el ducado y que se perdió tras el tratado de Utrecht de 1713.