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cultura
El negocio desconocido y altamente lucrativo en la antigua Roma: vender sangre y sudor de gladiador
Se convirtieron en artículos de lujo por los que se llegó a pagar grandes cantidades de dinero

Las cosas no son siempre como nos cuenta el cine. Por muchas películas que uno haya visto sobre una época, nunca se podrá decir que lo sabe todo sobre dicha era. Es más, es muy probable que hasta se haya desvirtuado la esencia originaria, pero es que no hay que olvidar que es cine, entretenimiento. Por lo que tampoco se le puede exigir una labor más que recreativa (siempre que le propósito no sea el documental).
Ocurre con Roma, donde Hollywood nos lleva contando durante décadas qué pasó en las arenas de alrededor del Mediterráneo. De 'Ben-Hur' (1959) a la más actual, 'Gladiator II' (2024), las licencias de los realizadores son infinitas. Aunque tampoco conviene entrar en ese debate de libertad de creación.
Gracias al péplum, son varias las generaciones se han acercado al Imperio romano casi sin quererlo, aun así, también son muchas las anécdotas y los capítulos reales de la historia que se han ido quedado en el tintero o que han quedado relegados a las sombras. Uno de ellos es el papel del sudor y la sangre de los gladiadores en aquellos días.
Como recordaba Martín Escolar en sus 'Píldoras culturales' (Península), "el sudor era el compañero inseparable" de estos luchadores, "así que alguien muy avispado debió de pensar que venderlo sería el negocio del siglo": la materia prima era abundante y excesivamente barata, gratis.
Y funcionó. En Roma, el sudor de gladiador se convirtió en un artículo de lujo por el que pagaban grandes sumas de dinero, afirma en su libro. "Solía venderse en frascos y se utilizaba, sobre todo, para elaborar cremas y perfumes".
Los combatientes de entonces eran las estrellas del deporte o de la canción de hoy. Si Bustamante tiene varios perfumes con su nombre, por qué no lo iba a tener el Máximo Décimo Meridio (Russell Crowe, en el 'Gladiator' del 2000) de entonces.
Se creía que sus emanaciones trasmitían "vigor, energía, salud y virilidad". "¡Incluso había mujeres que se ofrecían sexualmente a los gladiadores tras los combates, a veces a cambio de mucho dinero, con la condición de que no se ducharan y así obtener esta anhelada esencia!", señalaba Escolar.
Del sudor solían encargarse los gladiadores vencedores, pero también existía otro elemento muy codiciado que salía de los caídos en combate: la sangre.
En este caso, no se empleaba para hacer morcillas, pero sí se bebía. Se usaba como remedio contra la epilepsia, pues los romanos estaban convencidos de que esta enfermedad era cosa de los dioses. Su supuesto origen divino les hacía creer que la única manera de enfrentarse a ella era por medio de la sangre de valerosos guerreros.
Además, tenía un "extra", a la sangre también se le atribuían propiedades afrodisiacas, vigorizantes y protectoras.
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