El inoportuno apretón de Sancho II de Castilla
El rey de Castilla fue asesinado mientras hacía sus necesidades por Bellido Dolfos, un vil traidor cuyo nombre se ha limpiado hasta hacer creer que el regicidio fue un acto heroico
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Ocurre muchas veces. Para unos el mismo personaje es un traidor, y para otros, un héroe. El criterio responde casi siempre al relato político de quien manda. Bellido Dolfos ha sido toda la vida el traidor que mató por la espalda al rey Sancho II quien, agachado, hacía sus necesidades a las puertas de la sitiada Zamora. Así lo cantaban las crónicas de entonces. Ahora, con la exaltación del localismo, resulta que esa acción es una hazaña bélica. Quizá, como estamos en la era del vídeo de TikTok, la escena, ensartar a alguien mientras obra, resulta graciosa a algunos, como si fuera un balonazo en sus partes o un petardo en el inodoro, pero fue una traición.
Ahora bien, el acto de Bellido Dolfos es un tema legendario con poco asiento en la historia y con alguna discusión política actual. El caso es que Fernando I reunió a los nobles en una Curia Regia en el año 1063 para anunciar que a su muerte dividiría el reino entre sus hijos. Rompía así la tradición de la herencia en el primogénito, y acogía el modelo navarro. A Doña Urraca le tocó Zamora, a Alfonso le cayó León, a García toda Galicia, y a Sancho, el condado de Castilla. Este último, el primogénito, insatisfecho por el reparto y viéndose más fuerte que el resto, emprendió la reunificación del que había sido el reino de su padre.
Sancho II de Castilla puso a su derecha a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, y pactó con Alfonso de León la toma de Galicia. Pero, en estas cosas propias del Trono de Hierro, Sancho envió al Cid contra su hermano, que fue derrotado en la batalla de Golpejera en 1072. El asunto es que la nobleza descontenta con Sancho se refugió bajo las faldas de Doña Urraca en Zamora, que se convirtió en el centro de la conspiración contra el rey de Castilla.
Cuentan los cantares que la ciudad de Zamora fue cercada. El mito sobre Bellido viene de un cantar de gesta perdido, el «Cantar de Sancho II», citado por Alfonso X el Sabio en su «Historia de España». La historia comienza cuando Zamora fue sitiada por las tropas castellanas durante siete meses y seis días, de ahí lo de «No se ganó Zamora en una hora». A partir de aquí, la épica y el relato político que llega hasta hoy.
La historia es fascinante. Tiene todos los ingredientes: un tirano, una ciudad amurallada, unos nobles asustados y conspiradores, una mujer defensora, un guerrero mítico ofendido, y un asesinato. El cuento es que Bellido, no se sabe si informando de su plan a Doña Urraca y al gobernador de Zamora, salió de la ciudad y se ganó la confianza de Sancho II. Bellido le dijo que conocía un paso oculto para adentrarse en la población, que se trataba de una pequeña puerta. El rey aceptó ir los dos solos a comprobar dicha entrada. Sancho vio la puerta y, de repente, tuvo un inoportuno apretón. Se apartó del camino, quedó en cuclillas, y Bellido cogió la espada dorada del monarca y le atravesó por la espalda. Cometido el asesinato, el traidor entró por una puerta a la que se llamó desde entonces «De la Traición», y hoy, «De la lealtad».
El cambio en la denominación de dicha puerta se debe a los estudios históricos realizados por Miguel Ángel Mateos, historiador que no es medievalista pero sí líder de ADEIZA (Agrupación de Electores Independientes Zamoranos), cuyo voto fue indispensable para que en 2010 el PP retuviera el ayuntamiento. Sí; fue la alcaldesa popular la que cambió el nombre de dicha puerta a exigencia del político-historiador. Por cierto, el leonesismo dice que «Bellido Dofus» es una imposición castellana, mientras que asegura su nombre correcto sería «Vellite Adulfizi», así como era conocido entre sus amigos como «Eundesindo».
La idea de Mateos, que el gremio de historiadores no toma en serio, es que Bellido fue un héroe que, como muestra de lealtad a Zamora, hizo uso del legítimo tiranicidio. En consecuencia, dice, no fue traición, sino un acto heroico. En realidad, la invención actual del personaje responde a un movimiento político para mostrar un pasado épico, y, por supuesto, un reclamo turístico. No hay más prueba documental de una referencia lejana, pero a la gente la historieta le parece curiosa, y eso está bien, aunque matar a alguien por la espalda cuando está haciendo sus necesidades no es precisamente una demostración de valentía, dignidad y honor. Un acto de ese tipo es y será siempre una vil traición.