Historia
Doña Urraca, la Reina de León que batalló contra el machismo
Se conmemora, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, su muerte en Saldaña (Palencia) tras una vida no exenta de dificultades y donde reivindicó más que nadie el papel femenino en la Edad Media
A lo largo de la historia han sido numerosas las reinas consortes existentes en todo el mundo. Pero han sido pocas las que han podido ejercer su autoridad real, con todas las consecuencias, y más en una época como la Edad Media. Una de estos personajes es Urraca I de León, conocida en la época como “La Temeraria”, debido a que no se rendía ante las adversidades y plantó cara al machismo, que en esos tiempos, más que asentado, era una auténtica realidad día tras día. Podemos decir, sin temor alguno a equivocarnos, que nos hallamos ante una de las primeras figuras precursoras de la lucha feminista, y se da la circunstancia que falleció tal día como el 8 de marzo, pero de 1126, momento en que se celebra el “Día Internacional de la Mujer”.
El camino de la hija de Alfonso VI y de Constanza de Borgoña hacia el trono no fue tarea sencilla. Una vida no exenta de dificultades, con muchos enemigos por el camino, y acrecentado por el hecho de ser mujer. Por eso recibió el mote de “La Temeraria”, por que no se arredraba ante cualquier situación, por peligrosa que esta fuera. Una mujer batalladora, como comprobaremos en este texto. Aunque no hay fecha exacta del día de su nacimiento, se estima que fue en el año 1081 en León. Y un nacimiento que causó un gran disgusto a su padre, que esperaba esperanzado la llegada de un varón, que pudiera heredar el trono. Un disgusto que fue aún más mayúsculo ya que la Reina, como consecuencia de un parto muy peligroso, no podría tener más hijos en el futuro.
Doña Urraca tuvo una infancia, ajena a su padre, y quedando tutelada por varios maestros. Alfonso VI continuaba con su obsesión de conseguir un heredero varón, algo que conseguiría años después con la llegada de Sancho, tras enamorarse de una princesa musulmana, llamada Zaida. El pequeño, que fue legitimado en contra de todos aquellos que acusaban al monarca de convivir con una foránea, fue aprendiendo los actos propios del Gobierno real, relegando a Doña Urraca a un secundario papel, pese a contar con unos conocimientos avanzados a su época.
En el año 1093, Urraca fue comprometida con Raimundo de Borgoña. Ese mismo año se dan dos circunstancias que cambian el rumbo de la historia. Nace su hermanastro Sancho, y muere su madre Constanza, y pasa de un plumazo de convertirse en la heredera del Reino de León a ser condesa consorte de Galicia. Urraca tiene dos hijos. Sancha y Alfonso, pero se niega a ser sólo una madre, como se puede comprobar en algunos documentos de aquella época, donde dejaba su impronta, y firmaba como “reina”.
El salto en el tiempo nos traslada hasta el año 1107. Otros dos hechos importantes ocurren por aquel entonces. Por un lado fallece su esposo, y pasa a desempeñar desde ese momento un papel relevante en la gestión del reino gallego. Y en 1108 su hermanastro Sancho pierde la vida en la batalla de Uclés, volviendo al punto de partida.
Se convertía de nuevo en la única heredera al Reino de León, pese a los intentos de su padre por desposarla de nuevo, ya que no la veía gobernando en solitario. El elegido, Alfonso I de Aragón, más conocido como El Batallador. Un matrimonio que se concretó en 1109, meses después de morir el monarca.
Y de esta manera comenzaban las intrigas palaciales y el “Juego de tronos” particular de dicha época. Cada monarca se quedaba con su pedazo de reino, pero en el momento en el que muriera uno de ellos, el otro se heredaría el “pastel completo” al igual si hubiera un descendiente de ambos. Las estipulaciones de la época fueron más generosas para la reina leonesa.
El matrimonio fue un caos. Incluso las crónicas dicen que Alfonso llegó a maltratarla. El monarca, cuentan que era misógino y violento, y la reina, tras consultar con varios obispos, decidió que era el momento de separarse, pero el rey la encerró en la fortaleza de Castellar y desplegó su ejército en ciudades claves del reino castellano. Liberada por acólitos, comienza una batalla campal y dialéctica por gobernar los distintos reinos.
Los siguientes tres años son un desbarajuste de tratos y reconciliaciones, con su marido por medio, por hacerse con las tierras, entrando en escena también el reino de Portugal, que intentaba sacar tajada de la situación. Ya en el año 1114. Alfonso El Batallador se cansó de la situación y decidió abandonar sus aspiraciones territoriales sobre los reinos de doña Urraca. La repudia, y el matrimonio se declaraba nulo en un concilio celebrado en Palencia ese mismo año.
Por fin Urraca era libre para gobernar en solitario. No dudó en ponerse al frente de sus tropas en múltiples batallas como en Galicia y tuvo que amortiguar las intrigas portuguesas o los intentos de su exmarido por anexionar Aragón con Castilla. Pero era una gran estratega que no solo fue defendiendo sus tierras, sino que las fue ampliando.
Tras años luchando sin tregua con unos y otros, el 8 de marzo fallecía estando de parto, mientras esperaba un hijo del Conde Pedro González de Lara. Su cadáver recibió sepultura en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León, y se recuperaba de esta manera la tradición de los reyes de León de ser sepultados allí.
Tras su muerte sufrió el “damnatio memoriae” medieval. Calificada como “tiránica”, hasta su propio hijo y heredero del trono Alfonso VII, quiso borrar el recuerdo de su madre. Es por ello, que en los siguientes siglos pasó sin honor y gloria, y sin ser considerada como una de las reinas más determinantes de la historia de España, por el hecho de ser mujer. Simplemente, un mero trámite de la historia.
Algo irreal, como han demostrado numerosos historiadores que la han calificado uno de los personajes claves en el devenir no solo del reino de León, sino del de España. Y hoy, en el Día Internacional de la Mujer, que mejor ocasión para recordarlo.
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