Traidores de la historia

José de San Martín, guerra por venganza

No obtuvo el cargo militar del que se creía merecedor y se torció su camino: hay quien dice que fue una logia masónica la que le empujó a viajar a América para luchar contra España

De padres españoles, José de San Martín ingresó en el Ejército a los doce años
De padres españoles, José de San Martín ingresó en el Ejército a los doce añosArchivo

Le llamaban «José, el andaluz» y el «soldadote». Era hijo de españoles. Conservaba el acento malagueño y tocaba la guitarra como si estuviera en un tablao flamenco. Forjó su carrera como militar al servicio de la Corona y de las Cortes de Cádiz. Salió victorioso en la batalla de Bailén. Era José de San Martín. ¿Por qué este español pasó de derramar su sangre por su país a encabezar un movimiento independentista en América? ¿Por qué esa traición? Fue el quinto hijo de un matrimonio de españoles. Su padre era teniente gobernador de la provincia de Corrientes, hoy en Argentina. Nació en 1778, aunque su familia dejó América en 1784 rumbo a Cádiz cuando tenía seis años. Esto supone que «el libertador» no podía sentirse criollo ni por familia, recuerdos o crianza. Estudió en Málaga y con doce años ingresó en el Ejército. Su bautismo de fuego fue en 1791, en Orán. Estuvo con el general Ricardos en la campaña del Rosellón en 1793, cuando Francia declaró la guerra a España. También defendió a su patria en la Guerra de las Naranjas, contra Portugal, en 1801. San Martín llegó a Cádiz en 1802, la ciudad española más cosmopolita del momento. Hay quien dice que fue entonces cuando ingresó en una logia masónica de tradición escocesa, y eso torció su camino. Al estallar la Guerra de la Independencia en 1808 formó parte del Ejército de Andalucía del general Castaños, quien le dió la vanguardia de caballería en la victoria de Bailén. Sin embargo, después de tres años de lucha, con las Cortes de Cádiz a toda máquina para los «españoles de ambos mundos», San Martín decidió ir a América para luchar contra España. Al parecer, en la logia Lautaro, compuesta por masones americanos, decidieron volver a su país de nacimiento para combatir a la patria.

El motivo de la traición no fue un amor a la libertad por encima de las fronteras, o la llamada de una tierra que apenas recordaba, sino la venganza. San Martín no había obtenido el empleo militar al que se creía merecedor. Se indignó y pidió la baja en el Ejército el 2 de septiembre de 1811. Solicitó un pasaporte para Lima con nombre falso, «José Matorras», y zarpó para Londres, epicentro del independentismo americano. Pasó cuatro meses en Londres forjando alianzas. El 9 de marzo de 1812, días antes de la proclamación de La Pepa, llegó a Buenos Aires. Allí se casó con una adolescente de familia criolla adinerada, se incorporó al Ejército independentista y el Triunvirato le concedió el cargo que ansiaba: teniente coronel. Valiente cosa para una traición tan grave. Meses después, San Martín derrocó al Triunvirato para ser nombrado coronel. Vamos, un hombre de lealtades firmes.

Diferencias con Bolívar

Venció a los realistas en San Lorenzo, en febrero de 1813, y ahí comenzó el mito. De hecho, hay historiadores que equiparan el paso de San Martín por los Andes con las expediciones de Aníbal, Julio César y Alejandro Magno. En fin. Tras la toma de la capitanía de Chile, San Martín organizó en 1817 un ejército para conquistar el virreinato del Perú. Sin embargo, el mundo de color de rosa se nubló: la Argentina independiente entró en guerra civil entre el poder central y la Liga Federal. Esto retrasó la operación de San Martín hasta 1820. Ya en Lima, ofreció a los realistas que algún príncipe Borbón español reinara en el Perú independiente, cosa que rechazaron. Venció, expulsó a miles de españoles, se quedó con sus propiedades y actuó como dictador del Perú entre agosto de 1821 y septiembre de 1822.

Bolívarno soportaba a San Martín, más moderado, sin matar españoles, y monárquico. El «andaluz» quería un rey constitucional para un pueblo sin educación, confiando solo en la burguesía criolla. Bolívar y San Martín se reunieron en Guayaquil durante julio de 1822 y mostraron sus diferencias. La democracia, dijo este último, era imposible sin educar antes al pueblo. Este fue el fin de San Martín. Los partidarios de Bolívar, republicano, le complicaron la vida hasta el punto de que decidió abandonar. Así que reunió al Primer Congreso Constituyente en septiembre de 1822 y dimitió de sus cargos, dejando la resolución del lío a otros. Tiene gracia, pero San Martín se sintió traicionado y defraudado. Falleció su esposa, y sin nada que le retuviera en su nueva patria, embarcó para Francia. Se sintió exiliado. Recordaba con nostalgia su vida en España, viendo cómo los americanos que había liberado se batían en luchas civiles. Murió en 1850 en el mayor de los olvidos.