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Arqueología
Moda de lujo en los Balcanes romanos
Una investigación aborda la afluencia de vestidos de lujo que existió en la Antigüedad, especialmente en Sérdica, un asentamiento conquistado por Roma en el siglo I d. C.

El surgimiento de la estratificación social entre nuestros antepasados tuvo como consecuencia la necesidad de su demostración a través de lo simbólico pero, muy especialmente, de lo material. Más allá de la acumulación de bienes y de poder en todas sus vertientes, en todas las culturas, incluida la nuestra, por supuesto, se extendió su demostración para el conjunto social a través de muy diversas maneras. Desde hogares diferenciales pasando por una alimentación privativa y, asimismo, todo tipo de bienes de prestigio que les separaban de sus coetáneos. La ropa, entendida como el vestuario y sus complementos, ciertamente lo fue desde un inicio.
Sobre esta temática versa el reciente «Archaeological evidence of luxury textiles from Late Antique Serdica», de liana Borisova-Katsarova, investigadora de la Universidad de Sofía y publicado en el «Bulgarian e-Journal of Archaeology».
Seda, púrpura y oro
Esta investigación se centra en Sérdica, un asentamiento tracio conquistado por Roma en el siglo I d.C. y promocionado jurídicamente a ciudad por Trajano, que disfrutó a lo largo de su milenaria historia de muchos nombres y muy diversas visicitudes, incluida su destrucción en varias ocasiones y su control por los más variados pueblos y regímenes políticos. En buena parte del medievo se la conoció como Sredets y con el tiempo acabó por portar el nombre que hoy luce orgullosa la capital de Bulgaria: Sofía, sabiduría en griego. Durante la Antigüedad Tardía fue la capital de la provincia de Dacia Mediterránea, nombre que retrotrae al territorio transdanubiano conquistado por Trajano que fuera abandonado y evacuado a fines del siglo III, y luego de la Diócesis de Dacia, una estructura supraprovincial que agrupaba a partes de las actuales Bulgaria, Serbia y Albania, además de Montenegro, Kósovo y Macedonia del Norte. Aunque en el siglo V sufriese severamente la ira de Atila, volvió a florecer en tiempos de Justiniano perteneciendo a Bizancio hasta su conquista a manos del kan búlgaro Krum en el siglo IX.
En esta estupenda investigación se analizan concienzudamente los tejidos de lujo tardorromanos hallados desde el siglo XIX en contexto arqueológico en Sérdica y, fundamentalmente, aunque no sólo, de sus necrópolis. En especial de la seda, púrpura y oro que, como bien indican los investigadores, «han sido reconocidos como símbolos de estatus» político, social y económico «desde la Edad del Bronce». De hecho, como se recalca, la aparición de uno u otro de estos textiles de hiperlujo anticipa la existencia de los demás aunque no haya evidencia positiva. Una lectura que, obviamente, se aplica sobre todo al hilo de oro, que se conserva con facilidad en comparación con la seda o el tejido tintado de púrpura que no resisten el paso del tiempo salvo en condiciones específicas del terreno como también de los hábitos funerarios. En este sentido, la Antigüedad Tardía facilita su conservación por el predominio de la inhumación sobre las cremaciones y el uso de ataúdes y sarcófagos.
De este modo, aunque no sean muchas las evidencias halladas, se ofrece en esta investigación rastros prioritariamente en tumbas familiares, un dato que avala un elevado estatus compartido, de todo tipo de ropajes de seda y, en especial, seda entremezclada con hilo de oro, como también se hiciera con tejidos más humildes como lana, algodón, lino y sarga, así como intrincadísimos estampados además de tejidos tintados con la apreciadísima púrpura o bordados con cuentas de oro. Así, se advierten en Sérdica desde mortajas de seda finísima decorada a velos de seda y oro pasando por vestidos de todo tipo o zapatos de seda decorados con hilo de oro en forma de espiral o de apliques de hoja. Unos hallazgos que tienen su correlato en pinturas contemporáneas como una tumba de Durostorum, la actual ciudad búlgara de Silistra, donde aparecen representados los fallecidos, una pareja de elevado estatus social, luciendo precisamente indumentarias de alta gama.
Porque, en definitiva, los portadores de estos ropajes pertenecían a las clases más elevadas, aunque también se deja abierta la puerta en este estudio a que también disfrutaran de estos bienes de lujo un grupo socio-económico inferior que es calificado de «clases medias», un término, no obstante, un tanto difícil de aplicar en este período, que podrían haber accedido a unas «versiones más baratas» de las vestiduras de las clases más pudientes. Pero, ¿cómo llegaron a Sérdica? Ante la inexistencia de talleres de lujo autóctonos, consideran que esta afluencia se entienda a consecuencia de la capitalidad de Sérdica, que requería del servicio de un conjunto de altos oficiales civiles y militares que se beneficiaban de las redes comerciales que conectaban con el Mediterráneo Oriental y Asia, donde se producían muchos de estos bienes mientras que la seda procedía de China, como también por su posición estratégica cercana a la frontera danubiana puesto que no fueron pocos los emperadores que allí residieron, siendo acompañados por todo un influjo de productos caros que luego eran distribuidos.
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