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Un terremoto comparable al de Marruecos a unos kilómetros de Alcalá de Henares

Resulta anómalo el caso del yacimiento de La Magdalena, cerca de Alcalá de Henares: se produjo un sismo impactante en el siglo IV d. C. comparable al del reciente ocurrido en el país vecino
Restos del mayor terremoto jamás constatado en lo que es el territorio de Madrid
Restos del mayor terremoto jamás constatado en lo que es el territorio de MadridCedida
La Razón

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Si pensamos en catástrofes naturales de la antigüedad, resulta inevitable recordar dos momentos eternos. Por una parte, la erupción del Vesubio, que nos legó Pompeya y Herculano, el mejor conjunto arqueológico de la antigua Roma, y, de otra, el cataclismo de la isla egea de Thera, una de las mayores erupciones jamás constatadas y responsable, según una parte de la historiografía, del fin de la extraordinaria civilización minoica. Aunque no tan mediáticos, conocemos muchísimos más eventos destructivos y, en especial, terremotos como el de 365 d. C. con centro en Creta y cuyo tsunami, según Amiano Marcelino, provocó que «el mar se abriera y las olas se replegaran, de manera que quedaron al descubierto las profundidades». La misma Roma fue afectada varias veces, como por el «abominandi terrae motus», que destruyó en el año 484 una parte del . Aunque hubo quien los explicó de una manera racional, como Aristóteles, que sostuvo, conforme su teoría de las exhalaciones, que estaban ocasionados por el movimiento del viento atrapado en el interior de la tierra, era más habitual responsabilizar a la esfera sobrenatural, fuera al pagano Neptuno o a la ira del dios cristiano.
Esta aproximación supersticiosa encuentra otro nivel en Apolonio de Tiana, filosófo y santón, mago y vagabundo milagrero del siglo I d. C., que iba desfaciendo entuertos por donde anduviera y que podía contrarrestar mediante ofrendas los temblores, como hiciera en Esmirna, o también con talismanes como los que creara, según Juan Malalas, en Antioquia para defenderla de mosquitos, escorpiones o el temible viento septentrional.
Lo cierto es que ayer y hoy, como indican los mapas de peligrosidad sísmica del entorno europeo, la mayoría de terremotos se encuentran en las áreas de colisión de la placa euroasiática con la africana y otras menores, como la anatólica o la de Arabia, es decir, el Mediterráneo central y oriental y el este de Europa. Por eso resulta tan anómalo el caso del yacimiento de La Magdalena, situado a cuatro kilómetros de Complutum (Alcalá de Henares), sometido a una investigación multidisciplinar entre la empresa de arqueología Trébede, encabezada por César Heras y Ana Bastida, y un equipo del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) liderado por Miguel Ángel Rodríguez-Pascua y María Ángeles Perucha, especialistas en arqueosismología, el estudio de los terremotos en el pasado.
Restos del mayor terremoto jamás constatado en lo que es el territorio de Madrid
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Es una explotación agrícola que cuenta con varias fases de ocupación, desde el calcolítico hasta el mundo visigodo, destacando en particular los niveles romanos del Alto y Bajo Imperio, que experimentó a mediados del siglo IV d.C. un terremoto asociado a la falla del valle del Henares. Lo impactante es que, a priori, conforme las condiciones geológicas del terreno, no debería haber ocurrido, puesto que su enorme magnitud (5-6,6 Mw) es parangonable a la del reciente sismo de Marruecos. De hecho, es el terremoto más potente conocido en época histórica en este sector.
Su violencia es incontestable, como lo demuestran los efectos del desplazamiento del terreno, con grietas en las edificaciones de hasta 30 cms. de ancho y varios metros de largo, y, muy en especial, por la licuefacción del terreno. Es decir, se liberó tanta energía que el terreno formado por sedimentos no consolidados y saturados en agua se comportó como un líquido. La crudeza de esta fuerza primigenia se observa en diversos espacios, como, por ejemplo, en una cisterna que vio cómo uno sus muros se desplazaba más de medio metro hacia su interior y también, y esto es absolutamente espectacular, en los «cráteres de arena por explosión» producidos por la extrusión brusca hacia la superficie de las arenas licuefactadas a pocos metros por debajo.O sea, el movimiento de la tierra provocó una compresión de los granos de arena y grava tal que, a modo de volcán, salieron despedidos a la superficie a través de un conducto de alimentación con tal violencia que toda piedra que obstaculizaba su camino fue destruida, dejando un cráter perfecto apenas fracturado por unas inquietantes grietas concéntricas. Ni siquiera los muertos se libraron de sus efectos, puesto que aquellos que reposaban en ataúdes experimentaron el desplazamiento de sus huesos conforme sus féretros se movían por la tierra convertida en fluido.
El terror experimentado por los residentes de La Magdalena tuvo que ser brutal. Abandonaron de forma fulgurante el lugar, dejando, por ejemplo, en un espacio identificado como taller metalúrgico cerca de 200 tortas de acero prestas para ser trabajadas mientras que, por otro lado, parece que intentaron reconciliarse con sus divinidades, fueran las que fueran, puesto que en uno de los cráteres se encontró un enorme depósito de herramientas de metal depositado ad hoc y que bien parece algún tipo de ofrenda destinada a aplacarlas. Lo cierto es que no es el único yacimiento dañado en época contemporánea en el valle del Henares y, esto es curioso, aunque no se haya encontrado correlación directa, fue abandonada después la primitiva «Complutum» (Cerro de San Juan del Viso).