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Javier Cercas: "El secreto de Bergoglio es que no tiene secretos"
El escritor y académico se adentra en el Vaticano acompañando al actual Papa durante un viaje por Mongolia
Hay propuestas que cuesta rechazar. Es lo que le ocurrió al escritor –y recién elegido miembro de la Real Academia de la Lengua Española– cuando el Vaticano le propuso escribir un libro sobre el Papa Francisco. Cercas, que es un confieso ateo, ha convertido ese encargo en un libro, «El loco de Dios en el fin del mundo», que acaba de publicar Random House y que supone el retorno del autor al terreno de la no ficción tras su paso por la novela policiaca. Javier Cercas habló sobre esta novela de no ficción con LA RAZÓN en la siguiente entrevista.
¿Este libro solamente lo podía escribir un ateo?
Este sí, pero por motivos obvios que se explican en el libro. Ahora bien, si la pregunta es ¿solo a un ateo podía ofrecerle la Iglesia la posibilidad de escribir un libro que nunca ha ofrecido escribir? Si esa es la pregunta, que esa es peliaguda, pues la respuesta es complicada. Mire, se lo voy a decir de otra manera. La única pregunta que yo no he hecho en estos dos años ha sido por qué me eligieron a mí. Es obvio que cuando me eligieron sabía muy bien a quién elegían. Hay algunas posibles explicaciones. Yo no he querido saberlo porque me da igual, honestamente. En Italia me quieren mucho y tengo muchos lectores, lo que es una explicación.
En 2021. ¿Cuántos movimientos secesionistas ex en el mundo?
Sí, ellos fueron a buscar a un escritor no católico. Cuando Lorenzo Fazzini [responsable de la editorial de la Santa Sede] me hace la propuesta, yo le digo: ¿pero ustedes no saben que soy un tipo peligroso? Sabían que no era un católico practicante. Fazzini me dijo después que yo lo que les contesté en realidad era «pero, ¡se han vuelto ustedes locos!» Es más o menos lo mismo, pero casi mejor su versión. Ellos sabían que yo no era alguien practicante. Pero si lo piensas bien, tiene todo el sentido. Primero, porque el Papa Francisco es un Papa muy singular y una de las cosas que les singulariza es el hecho de haber prestado enorme atención a los que no son católicos. Habla con musulmanes, budistas, ateos... Eso es un hecho.
¿Se le puso algún límite cuando lo eligieron como escritor?
Ese es el otro punto. Por parte de ellos es un hecho de coraje porque de esta manera me dicen que no tenemos nada que esconder. Me dicen: «venga usted aquí y pregunte lo que quiera». No solo me dijeron que tenía plena libertad, es que no me imagino a un Papa dando tantas entrevistas como este. Esta gente se ha portada muy bien porque me han dejado hacer lo que me dé la gana. Sí le he dado el manuscrito a alguien del Vaticano. Le pedí a Andrea Tornielli, un personaje del libro y director de todos los medios del Vaticano, que lo leyese para verificar lo que cuento y que me dio observaciones factuales de algunas fechas o nombres. Ellos no intervinieron en nada. Y, volviendo a la pregunta del inicio, ¿podía haber escrito este libro un ateo? La respuesta es, obviamente no. Perdón, ¿un católico? La respuesta es, obviamente no. Y la respuesta añadida es, es que ellos no querían.
En otras entrevistas, cuando hemos hablado del 23-F, usted me ha dicho que el secreto del 23-F es que no hay secreto. ¿Pasa lo mismo con el Papa Francisco?
El secreto de Bergoglio es que tiene secretos. Esto es así porque es un hombre mucho más complejo de lo que parece a simple vista. Flaubert dice en su correspondencia que basta mirar una cosa atentamente para que se vuelva interesante. Hasta la persona más vulgar y corriente, aparentemente más anodina, si se mira con atención se vuelve compleja. Es un hombre con muchas dobleces, muchísimo más complejo de lo que aparenta. Su secreto es no tener secretos, pese a ser un tipo con sus complejidades con su carácter con sus ambiciones con sus errores, con sus con sus defectos, con una lucha a brazo partido por ser bueno. Es obviamente una persona muy culta e inteligente, con un carácter fortísimo que a veces le juega malas pasadas. Pero es un tipo sin secreto. Como diría Hannah Arendt, y creo que es el mejor elogio que se puede hacer de él sin ningún tipo de reticencia, es un cristiano sentado en la silla de San Pedro.
Sin embargo, usted también es muy crítico con Francisco, por ejemplo, a raíz de los comentarios que realiza tras los atentados de «Charlie Hebdo». Él dijo que «no se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No puede burlarse de la fe».
Sí, es ahí es cuando soy más duro con él, pero no, no lo retiro. En el libro no se hurta ninguna crítica y, fíjese, eso lo leyeron los del Vaticano. Creo que este hombre ha llevado a cabo cambios profundos en la Iglesia, mucho más profundos de lo que parece y eso lo veremos cuando él muera. Además ha llevado a la Iglesia por donde la Iglesia tiene que ir. Es decir, yo creo que ha hecho un trabajo que es el correcto. Por tanto, mi visión de su papado es muy positiva mientras que mi visión de él es compleja, lo más compleja posible. Lo único que no he hecho ha sido caer en la papología, en la idealización del personaje. Es una persona normal y corriente que sabe a dónde quiere ir. Cuando tú idealizas a una persona que es un dechado de virtudes, lo estás agrediendo de alguna manera. No, este tío no es un dechado de virtudes. Este tío sabe dónde quiere, ir eso sí, con un instinto de poder fortísimo. Cuando lo eligen como Papa, lo primero que hace es afirmar que es un pecador. Él dice: «Soy un pecador». Eso es fundamental. Ese es uno de sus rasgos llamativos . En todos sus discursos religiosos piden que recen por él. Cristo no elige al mejor, que era Juan, sino a Pedro, aquien lo reniega tres veces.
Reivindica en el libro a Francisco como un Papa de la periferia. ¿Eso es lo que explica que no haya viajado nunca a España?
Sí, la palabra que él usa es periferia. Efectivamente, eso es lo que explica que no viaje a España. Pero, vamos a ver, esa es la explicación teórica. No viaja a España, no viaja a Francia, no viaja a los grandes países... España es el país católico por excelencia junto con Italia. Es un hecho que su relación con la Iglesia Española ha sido difícil y que él no ha estado contento con lo que han hecho los obispos españoles. Poco a poco ha ido alineando cada vez más a la Iglesia Española con lo que él quería porque el Papa cuando llega a la silla de San Pedro lo que quiere es alinear la Iglesia con sus ideas. España le ha costado mucho trabajo. No se puede olvidar que hay una parte de la Iglesia muy contraria al papado de Francisco, fortísima oposición en el caso de Estados Unidos.
En el libro habla incluso de sacerdotes que rezan para que Francisco se muera.
Eso en Italia, desde el primer día. También pasa en España y probablemente en muchos otros sitios. Hay una parte de la iglesia muy resistente, por decirlo con suavidad, al papado de Francisco. Hay gente en España, y no se esconden, que no están contentos y que piensan que el Papa hace más caso a los que no son católicos, a los que no son cristianos, a los que son ateos que a los propios católicos cristianos. Es falso porque no es verdad, porque el Papa se dirige a los católicos constantemente.
Pese a que no es católico, tras acabar el libro, ¿no tiene una especie de síndrome de Estocolmo?
Soy consciente, y ya soy mayorcito, de que me acusarán de blanquear. Pasó cuando escribí «Soldados a Salamina» y me dijeron que blanqueaba a un fascista; pasó cuando con «El impositor» me dijeron que daba la impresión que blanqueaba a un impostor... El oficio de un escritor, si habla de un asesino o de un fascista o de un papa quiere decir escuchar, ponerse en la piel del otro. ¿Eso es justificar o blanquear? No. Es dar los instrumentos para no cometer los mismos errores. Creo que la literatura es útil. Cuando no lo es se convierte en propaganda. Eso significa no ser un juez. Así que cero síndrome de Estocolmo. Salgo mucho más anticlerical.
¿Le gustaría que Francisco leyera su libro?
No le queda mucho tiempo y tiene mucho que hacer. Espero que no.