
Cerebro
La ciencia dice que dejes de hacerte el intelectual y disfrutes de Bad Bunny (y yo también te lo digo)
Un estudio sobre el efecto de la música de Bad Bunny en nuestra química cerebral se está haciendo viral

No sé qué nos sucede a los millennial, que no nos llega con disfrutar de nuestras aficiones, tenemos que justificarlas. Algo dentro de nosotros nos impulsa a vestirlas de alta cultura y reivindicarnos como consumidores sofisticados cuando, sinceramente, a nadie le importa demasiado si vamos a ver Un tranvía llamado deseo o Fast and Furious X. Una película no tiene que ser una obra de arte para ser disfrutable y la última canción del verano no tiene que haber revolucionado la teoría musical para que podamos "perrearla hasta el suelo". La última expresión de esta "intelectualización del ocio" parece haber venido de un congreso del Colegio de Químicos de Puerto Rico (CQPR).
En PRCHEM 2025, un grupo de investigadores presentaron los resultados de una investigación que había medido las consecuencias neuroquímicas de escuchar canciones de Bad Bunny. Según relatan, la conclusión es que se liberan una larga lista de sustancias químicas relacionadas con el placer, la cohesión social y el circuito de la recompensa. Así lo cuentan ya algunos medios, asegurando cosas como “una reacción química tan intensa como una descarga de felicidad”. Un titular que, en realidad, significa algo así como: la música nos hace sentir felices, y como el cerebro no funciona por arte de magia, habrá cambios químicos que sean consecuencia de la escucha y, en parte, causa de la felicidad. Para ese viaje no hacían falta estas alforjas.
Un titular vacío
Y es que, en realidad, ya sabíamos que el ocio en grupo tiende a aumentar estas sustancias y, por lo tanto, conocíamos en parte los mecanismos neuroquímicos que vinculan nuestras experiencias con nuestras reacciones emocionales. A priori, no conocemos nada esencialmente en diferente la reacción neuroquímica desencadenada al escuchar la música de Bad Bunny. Es la reacción que debemos esperar cuando disfrutamos de una experiencia estética en grupo. Los titulares que han nacido a raíz de este estudio, en cambio, parecen sugerir que “la ciencia” ha encontrado una explicación neurocientífica al arrasador éxito del cantante, y eso no es cierto.
La industria musical es tremendamente compleja y que un cantante triunfe no se puede reducir a que haya encontrado la llave para una cerradura secreta en nuestro cerebro. Es una cuestión biosocial o, si queremos, biopsicosocial. Entran en juego determinados mecanismos cerebrales, pero también la publicidad, el contexto cultural, su “personalidad”, etc. Así pues, cabe preguntarse qué pretenden estos mensajes.
Un propósito social
En las declaraciones que han hecho los investigadores podemos ver la importancia que le dan a la comunicación de la ciencia. “Queremos que la ciencia salga del laboratorio y entre en la conversación pública. Si una canción puede mover multitudes, la ciencia puede orientar sus pasos”, indica José A. Pérez. Es un propósito encomiable y, a decir verdad, el mismo que nos mueve a tantos comunicadores de la ciencia. La pregunta es si el resultado obtenido es el deseado. Presuponemos que estos investigadores no buscan normalizar la ciencia a toda costa y parece que, su mensaje se ha descontrolado en manos de la prensa, dando a entender unos resultados que no son correctos.
Podemos concluir que (al menos entre la información que ha trascendido fuera del congreso) no hay nada nuevo. No hay noticia y, aunque nos parezca insólito, Bad Bunny no necesita que la comunicación científica venga a defenderle. Hay personas que harán de menos a quienes disfruten de la música del puertorriqueño porque “no cumple determinados cánones intelectualoides”, por supuesto. Pero la respuesta no pasa por deformar esos cánones para sentirnos un intelectualoide más, pasa por revindicar que tenemos derecho a gozar de placeres perfectamente banales. Y lo escribo yo, que no me gusta especialmente su música.
QUE NO TE LA CUELEN
- En este artículo no cuestionamos la calidad de la investigación porque, entre otras cosas, no está en nuestra mano. El estudio no ha sido publicado todavía en una revista indexada que nos permita analizar sus pormenores y comprender cómo se ha hecho o qué afirman exactamente los expertos cuando saben que hay varios revisores esperando para criticar su trabajo. Por ahora, los resultados del estudio han sido comunicados en un congreso y, aunque eso tiene su valor, dista muchísimo de poder ser considerado conocimiento científico riguroso (insistimos: por ahora).
REFERENCIAS (MLA):
- Programa de la conferencia y exhibición PRCHEM 2025: El epicentro de la química y la educación en el Caribe [PDF]. Colegio de Químicos de Puerto Rico. https://cqpr1941.com/wp-content/uploads/2025/06/Programa-PRChem-2025.pdf
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