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Literatura

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Jeanette Winterson: «La Navidad tiene que ver con dar, no con gastar dinero»

La escritora publica “Días de Navidad” (Lumen), donde reúne sus cuentos navideños

La escritora Jeanette Winterson / Foto: Cristina Bejarano
La escritora Jeanette Winterson / Foto: Cristina Bejaranolarazon

La escritora publica “Días de Navidad” (Lumen), donde reúne sus cuentos navideños

Jeanette Winterson se suma a la tradición inglesa de los relatos de Navidad, pero añadiendo un ingrediente más: un conjunto de recetas vinculadas a su familia y que, para ella, son tan importantes como el pliego literario.

-¿Se siente como una estrella defectuosa? ¿No es muy triste?

-Yo, en cambio, creo que es una idea muy buena. Es como una estrella que va por libre. Es una estrella que va a lo suyo, que no se ajusta a los patrones establecidos, un verso suelto. Las estrellas suelen estar en las constelaciones y me gusta la idea de que exista una estrella que va a lo suyo.

-Pero reivindica la Navidad, que es un convencionalismo.

-La Navidad siempre la vamos a celebrar. Incluso la gente que dice que no celebra la Navidad, está preocupada y trata de convencernos para que no la celebremos. El problema es cómo se hace de una fiesta que es global, algo personal, que sea de cada uno de nosotros. Me criaron en unas Navidades muy religiosas y tradicionales. A medida que fui haciéndome mayor y abandonando la religión, quería formar parte de esa tradición y tomar de ella lo que me parecerían sus cosas más preciosas y bonitas para hacer mi propia Navidad. La historia del bebé de Cristo es una historia sobre un regalo, de un pobre niño que cambia el mundo; es una historia que va contra del dinero y el poder; es una historia que también implica a la autoridad, porque Herodes intenta matar con este niño. Si la vemos solo como una historia sencilla. Es una historia de esperanza, porque significa cómo una nueva vida puede cambiar el mundo. Es una llamada de atención sobre el mundo que existe hoy, de dinero y poder, y de cómo este mundo siempre trata de destruir las cosas nuevas. Si los políticos o el Papa se leyeran la historia, les resultaría muy incómoda.

-¿Cree que ellos no se han leído la Biblia?

-La Biblia es muy radical. Da a los pobres todo lo que tienes, dice. Y no, en cambio, vamos a hacer deducciones fiscales a los ricos. La Navidad tiene que ver con dar, no con gastar dinero. Es un conjunto de valores totalmente diferente. Todas las decoraciones para mi casa las hago por mí mismo: no gasto nada. También hago parte de los regalos para la gente. Suelo regalar libros, pero también hago pasteles y objetos personales. Gasto menos dinero en Navidades que durante el resto del año. Llevo los niños al campo y recogemos piñas, cortamos ramas caídas o recogemos también las bayas que son de invierno. Con eso decoramos la casa. Eso no cuesta nada y lo hemos pasado bomba. Es importante enseñar a los niños que te lo puedes pasar bien sin gastar dinero. Y que no tiene nada que ver con tener unas zapatillas nuevas. Puedes usar la Navidad como una lección muy buena. Envuelvo todos los regalos en papel de periódico y a lo mejor pego una estrella o empleo una cuerda roja para dar color. La gente se ha olvidado de lo sencillo. Este libro está tratando de decir que la vida puede ser un ejercicio de libertad y sencillez.

-Reivindica recordar a las personas que se han marchado. ¿Cómo pedir eso en una sociedad que solo quiere ser feliz y la tristeza no está bien vista?

-Es verdad. Mucha gente no es feliz. En las encuestas todo el mundo afirma que es feliz. Pero no es así. Debemos aceptar el dolor, la pérdida y la dificultad porque está en la vida de todos. Facebook y las redes sociales han hecho mucho daño a la gente, porque dejan la impresión de que todas las personas se lo pasan mejor que yo. ¡Pero eso es una locura! La mayor parte no se lo pasa bien. Por eso animo a las personas a que sean honestas respecto a sus elecciones, sus vidas y si algo te ha hecho daño y estás triste, acéptalo, no trates de sepultarlo. En la tradición psiquiátrica americana, si todavía estás triste dos semanas después de que se haya muerto tu pareja, te dan pastillas. Creo que si pierdes a alguien, siempre vas a vivir con esa pérdida, pero poco a poco no te hace daño. En la Navidad doy espacio para recibir a esos familiares y amigos queridos de nuevo a mi mesa; para decirles que estoy acordándome de ellos. No es morboso; es positivo. Recuerdas el tiempo que has pasado a su lado. ¡Y me encanta! Estaba pensando en mi mejor amiga y por eso he escrito recetas en mi libro, o por Kathy. A medida que cumples años, la gente se muere y no hay mecanismo en nuestra sociedad capaz de gestionar eso. Cada uno debe hacerlo a nivel personal.

-Me he fijado en las recetas, pero soy el peor cocinero del mundo.

-(Risas). ¡No! ¡Estas recetas son precisamente para personas como usted!

-¿Usted cree? No sé, pero, desde luego, me encantan porque llevan incluidas una historia. Lo de menos es la tartaleta de manzana.

-Claro, porque detrás de cada comida también existe una historia. Los libros de recetas que me gustan no te dan solo las recetas, también las historias alrededor de esa comida. Al incluirlas, quería que sintieras que estás cocinando conmigo, que estás a mi lado en la cocina, que esta receta solía hacerla con una amiga y ahora estamos haciéndola usted y yo mientas hablamos. La comida siempre se comparte. No me gustan los restaurantes de comida rápida, de comer solo. ¡Son horribles! Debemos sentarnos y compartir. En España lo hacen muy bien. Yo veo a la gente en España que están todos juntos cenando. En Inglaterra esto es imposible. La gente calienta algo en el microondas y se ponen delante de la televisión. Buenos mal que nos vamos de la Union Europea. Así no tenéis estas malas influencias.

-¿Se han pervertido mucho las Navidades?

-Sí. Es espantoso. Toda la sociedad gira hoy alrededor del dinero. Y la mayoría no tiene dinero. Creo que hay que luchar, todos, contra esto. Y pensar cómo debemos arreglárnolas para gastar menos y enseñar que la felicidad no tiene nada que ver con el dinero.

-¿Habla de una educación?

-Los niños deben estar fuera, en el campo. No delante de una pantalla. Depende de nosotros cómo sean. Los niños crecerán de un modo u otro dependiendo de lo que les enseñamos. Pero si las redes sociales están ahí... los padres y los profesores debemos pensar qué mensajes queremos dejar a los niños, no solo a nivel escolar, sino también con valores sobre cómo compartir o cómo deber ser la infancia. También se les puede inculcar un modelo económico distinto. Que no piensen, me hago una estrella y gano una fortuna.

-¿Cuál fue su influencia y qué tradición incluiría sus cuentos de Navidad?

-Los cuentos de Navidad empiezan en el siglo XIX en Inglaterra, con Dickens, que amaba la Navidad. Yo tengo una infancia horrible y adoraba la historia de que la gente se reuniera para reír, compartir, comer. Si en la infancia no has tenido nada, no tienes nada que perder y puedes crear tu propio mundo, porque nadie te lo ha dado. Eso es lo que haces: construyes tu mundo. Cuando escribí estas historias, las hice por mí, porque me gustaba leer historias de Navidad. Todos los años leo “Canción de Navidad”, de Dickens. Y una día, me dije, yo también voy a escribir las mías. Son muy personales. Y es una tradición donde existen las historias de fantasmas, de hadas, de trineos que vuelan. Me encanta esta libertad. Es una tradición británica, que luego adopta Estados Unidos. No es tan europea. El tema del género literario es más del Reino Unido.

-¿Es más de Santa Claus o de los Reyes Magos?

-¡Soy de los dos! ¡De ambos! Me gusta cómo se mueven la leyendas. La tradición de Santa Claus empieza en Turquía, con San Nicolás, y los holandeses se lo llevan primero a su país y luego a Estados Unidos, porque son ellos los que fundan Nueva York. Allí se convierte en este personaje tan americano, con traje rojo, que aparece incluso en las campañas de Coca-Cola. En la introducción sigo la tradición de Santa Claus y de cómo ha cambiado. Pero también la historia tradicional de la Biblia, de los reyes que traen regalos al niño, porque para mí tiene que ver con regalar. El año pasado, en casa, hice varios Reyes Magos pequeños que puse fuera. Los hice con alambres y usé unas fregonas para el pelo. Con espray las di su el color. ¡Tenía mis tres Reyes Magos de alambre y con pelos de fregona junto a mi árbol de Navidad.

-No hace muñecos de nieve?

-En el año pasado nevó mucho e hice una mujer de nieve. Me encanta la nieve. Con la nieve soy feliz, porque cambia el mundo.

-¿Pero de dónde han venido estas historias, como la del muñeco de nieve, que dice: “el amor siempre vuelve”?

-Tengo una idea sencilla, una imagen mental, y al hilo de eso, entro en ese mundo y pregunto. Le digo, por ejemplo, a esta señora de nieve de dónde viene, y ella me responde: es un misterio. Y a partir de ahí, seguimos. Mi curiosidad me procura un enorme placer porque me permite tejer historias. Se supone que los escritores deben sufrir mucho, pero yo me lo paso muy bien. No soy nada infeliz.

-En los cuentos de Navidad hay fantasmas, pero no espíritus no góticos; los renos vuelan, pero no es ciencia ficción. Hay Elfos, pero no es “El señor de los anillos”.

-En Navidad lo puedes tener todo. Todo cambia. En la tradición británica, los días de Navidad, era el mundo puesto al revés. Estos doce días, el rico era pobre, y todo se permitía y tú podías imaginar e inventar cualquier cosa. Los que no estaban volvían, como los muertos. Las barreras en Navidad se borraban y se cruzaban todas las fronteras. Esta sensación, para mí sigue estando.

-Hay una receta de Navidad para cada uno en Navidad.

-Yo me la he hecho. Es lo que quiero: que la gente lea el libro y piense ¿Cómo serían mis tradiciones navideñas? ¿Como la haría? Y que use cualquier cosa que le guste y le apetezca para lograrlo. En todas las tradiciones, incluso, si han caído en el sentimentalismo, hay cosas que podemos usar y salvar y con eso edificar algo para nosotros.

-Hay una frase que dice: “Habíamos desperdiciado el día por ir con prisas, cuando el día era lo único que teníamos”.

-Está en una de las historias. Las cosas reales son las importantes, pero nos desviamos de ellas con demasiada facilidad y las extraviamos bajo otras que no son relevantes. El tema budista de estar en el presente me encanta. Todos nos preocupamos por el ayer o el mañana, pero la vida es sobre el ahora. Ahora sé lo corta que es la vida y que tenemos el tiempo que tenemos, y quiero vivir en el día, en el ahora, en el presente. Pero me doy cuenta de que para eso no tienes que apartar el pasado, sino permitir que él esté en tu vida, aunque sin que te controle. Hay personas que se pasan parte la mayor parte de la vida lamentando lo que hicieron o no hicieron. Es el pasado que te controla. Lo que no hemos hecho, ya es tarde para hacerlo, y lo que hemos hecho y no debíamos hecho, aún existe una oportunidad para poder hacerlo mejor. Así es como trato de vivir.

-En qué lugar debe estar este libro: ¿en la cocina o la librería?

-Es un libro que debería moverse por la casa. Por el salón, los dormitorios, la cocina. Es un libro práctico y es un libro divertido, de juego. Es lúdico. Te lo puedes llevar en el tren, también. Es un poco como ir contigo. Me he metido, en parte, en el libro. Lo abro y como que aparezco (risas).