Cargando...
Sección patrocinada por

Libros

Julio Llamazares: «La herida moral de la Guerra Civil sigue abierta»

El escritor reconstruye en su nuevo libro el itinerario que siguió su padre durante la contienda de 1936

Julio Llamazares junto a unas trincheras republicanas de la batalla de Teruel Jeosm/Alfaguara

Julio Llamazares sostiene en la mano una fotografía antigua, en blanco y negro, de un grupo de soldados abrigados con capotes que posan de pie en medio de la nieve. «Así debía estar vestido mi padre», comenta en alto, con pesar y ensimismado, como con la mirada perdida por ese punto de fuga o espesa fronda que es el pasado.

Hay un momento en que un hombre sale en busca de la memoria del padre para ajustar cuentas y saldar asuntos pendientes. El escritor desatendió en su juventud las historias de guerra que contaba su progenitor y ahora que ha desaparecido y que su presencia se ha convertido en uno de los fantasmas que pueblan su conciencia, ha decidido abandonar el hogar, salir de su casa y echar el pie a distintos senderos y caminos con la intención de recomponer las experiencias que su padre vivió durante ese infausto trienio de combates y recuperar aquellas lejanas narraciones a las que no hizo caso en su debido momento y que han quedado incompletas.

Imagen de un blindado en la batalla de TeruelLa Razón

«Yo no escuchaba sus recuerdos -reconoce-. No le hacía caso. Se acordaba mucho del frío que pasó. Lo recuerdo perfectamente. Hablaba más del frío que de la propia guerra. Ahora, claro, me hubiera gustado hacerle muchas preguntas y que me explicara más detalles de las vivencias que tuvo aquí. Uno de sus dos hermanos, por ejemplo, estuvo en el otro bando, en esta misma batalla, aunque ninguno lo sabía en ese momento. Se enteraron mucho tiempo después, cuando el conflicto ya había terminado. Este libro, en el fondo, es el paisaje de lo que podía haber aprendido sin haber salido de casa, sin tener que venir hasta estos parajes».

Trincheras y guerra

El novelista deambula por un cerro próximo al pueblo de Rubielos. Un páramo de piedras y matas cortado por la cicatriz perenne de una línea de trincheras y casamatas que dan testimonio de las durezas y las intemperies que se vivieron en esos mismos campos hace 87 años. Desde lo alto de la loma contempla las vistas despejadas que se abren a su alrededor. Ahí está la sierra Palomera, que fue defendida por los republicanos, y, cerca, el valle de Jiloca, que estuvo ocupado por los nacionales. En su nuevo libro, «El viaje de mi padre» (Alfaguara), ha recorrido el mismo itinerario que hizo su progenitor durante la Guerra Civil española en este lugar. «Al llegar a la edad de alistamiento, el bando nacional lo moviliza y, para evitar acabar como carne de cañón en primera línea, él y un amigo suyo, Saturnino, deciden presentarse como voluntarios en transmisiones. Era una manera de intentar eludir el frente». Llamazares ha visitado cada uno de los escenarios en los que estuvo su padre, Nemesio Alonso, cuando era joven para encontrar «los relatos que me narró».

«La Guerra Civil sigue planeando sobre nosotros todavía»

Julio Llamazares

El resultado «es un viaje a su memoria, un recorrido sentimental». El autor está en el entorno donde se libró la famosa batalla de Teruel, donde se enfrentaron 200.000 soldados de los dos bandos, y que costó en total más de 40.000 bajas. La mitad de ellas murieron en combate y la otra, como consecuencia de las heladas que cayeron durante aquel invierno y que hicieron que esas tierras recibieran el sobrenombre del Stalingrado español. «Lo pasó tan mal que apenas quería hablar de lo que vivió aquí y jamás quiso volver a estos lugares».

Soldados a bajas temperaturas durante la batalla de Teruelarchivo

El escritor revela que su padre llegó a Caminreal desde su pueblo. Arribó a esa localidad de noche después de un todo día encerrado en un tren sin comer. Al bajar de los vagones hacía 22 grados bajo cero. Él y su compañero prendieron una fogata para entrar en calor y cocinar algo de comida, pero un oficial les apagó la hoguera entre gritos y de manera destemplada, acusándolos de insensatos: enfrente aguardaban los republicanos y, si veían luces, podían bombardearlos. «Ese fue su bautismo de fuego. Al día siguiente, los dos verían sus primeros muertos, y poco después el padre de Llamazares padeció una grave neumonía, que le dejó una fiebre que subió hasta los 41 grados, que casi le cuesta la vida. Para el escritor no hay duda: «La Guerra Civil sigue planeando sobre nosotros aún. Solo hay que ver las tertulias para comprobar cómo condiciona todavía la vida española. Hay que tener en cuenta que dejó un balance de un millón de muertos en un país de 16 millones y que otro millón tuvo que partir al exilio».

«La Guerra Civil fue una masacre física y moral en la sociedad española»

Julio Llamazares

Llamazares afirma que «la Guerra Civil fue una masacre física y moral en la sociedad española. Por eso durante años muchos testigos no querían hablar de lo que vivieron. Los soldados de ambas partes lo pasaron muy mal. Esa huella moral sigue abierta. Alemania ha normalizado la Segunda Guerra Mundial, pero aquí sigamos discutiendo sobre 1936. Quizá porque fue una guerra fratricida y cuesta más que cicatrice».