Arte, Cultura y Espectáculos

La esperanza del arte

La Razón
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A lo largo del siglo XX, y a partir de la eclosión de las vanguardias, no se ha dejado de hablar de una supuesta “democratización” del arte. Cualquiera podía ser artista, no importaba lo que hiciera y cuál fuese su motivación. Y, aunque resulta innegable que este hecho es así, esta apertura tenía unos límites: los impuestos por la inevitable endogamia del mundo del arte. Quien fuera reconocido por el universo-arte como artista tenía licencia para todo –hasta para ser “anartista” o “antiartista”. Pero ¿qué pasaba con el otro e inmenso espectro de población, para el que el arte no es una profesión, un indicador de estatus social, una carrera de éxito y ambiciones?

Durante las últimos tiempos, se ha asistido a una reivindicación sin precedentes del concepto de “arteterapia” –esto es: el empleo de los medios artísticos para facilitar la inclusión social del individuo. Hasta cierto punto, se trata de una etiqueta que el mamoneo artístico institucional rechaza o mira por encima del hombro por tratarse de un “arte descafeinado”, que cuenta más por sus fines –curar, ofrecer calidad de vida- que por sus medios –la supuesta calidad de la obra. Pero he aquí que, con el paso de los años, las líneas divisorias entre los diferentes compartimentos artísticos se difuminan y que, puestos a evaluar la incidencia social del arte, parece que la dimensión de experiencias como la portuguesa “Lata 65” resulta mucho mayor que la demagogia activista de turno. Lo que estas mujeres mayores están consiguiendo, mediante la intervención de zonas depauperadas, es devolver el graffiti a su esencia –una la cual ni siquiera lograron tantear sus heroicos pioneros. La cubrición de muros con sus diseños supone uno de los actos de participación ciudadana y de humanización de la ciudad más encomiables jamás vistos. Y ello sin etiquetas. Porque aquí no se trata ya de “artistas” que pretenden salvar al pueblo, sino del propio pueblo que trata de dignificarse a sí mismo. Más allá de la anécdota, “Lata 65” supone uno de los acontecimientos más esperanzadores que han sucedido en el mundo artístico durante el presente siglo XXI.