Pintura

«La 'Gioconda' es el mejor cuadro de la historia»

Walter Isaacson es la pluma estrella a la hora de hacer el perfil de las mayores personalidades de la historia: de Franklin a Einstein, de Leonardo a Kissinger hasta llegar a Steve Jobs

Las semblanzas de Isaacson se fijan en individuos cuya obra intelectual define un tiempo, como Leonardo y Albert Einstein
Las semblanzas de Isaacson se fijan en individuos cuya obra intelectual define un tiempo, como Leonardo y Albert Einsteinlarazon

Walter Isaacson es la pluma estrella a la hora de hacer el perfil de las mayores personalidades de la historia: de Franklin a Einstein, de Leonardo a Kissinger hasta llegar a Steve Jobs.

Walter Isaacson, periodista, escritor, profesor de Historia en Nueva Orleans, autor de biografías de Henry Kissinger, Benjamin Franklin, Albert Einstein y Steve Jobs, vuelve un volumen dedicado a la peripecia vital y creativa de Leonard Da Vinci. Pintor, ingeniero, naturalista y geólogo en la Italia previa a Italia, la de los Médici y Miguel Ángel, ejerció de inquisitiva y radical dinamo. Su apetito intelectual lo hizo destacar en mil disciplinas al tiempo que se derrochaba en aventuras irrealizables. Caminó muy por delante de su tiempo, aupado por una imaginación incandescente. Su capacidad para tender puentes entre lo que hoy llamamos ciencias y humanidades lo convierte en candidato anacrónico pero inevitable a presidir la bendita cofradía de la tercera cultura. Sus estudios del cuerpo de los cadáveres, sus fogonazos matemáticos, sus prototipos de máquinas voladoras y sus guapas de dulce sonrisa intimista repintan el aura de un inventor de mundos, artista y chamán laico, al que el mercado del arte, codicioso, cataloga por los 500 y abrumadores millones del «Salvator Mundi». Dicen que hay película en ciernes a partir de la biografía de Isaacson, quién sabe si protagonizada por Leonard DiCaprio. Entre tanto Isaacson, al que debemos algunas de las biografías esenciales de nuestro tiempo, atiende amable al teléfono recién llegado a Washington.

–¿Por qué Leonardo sigue despertando tanto morbo? ¿Qué tiene su figura que seduce tantos siglos más tarde?

–Creo que en una época en la que todos nos especializamos, subyuga encontrar a alguien cuya inspiración nacía de su capacidad para conectar el arte y las humanidades con la ingeniería y la ciencia. Para mí esa es la receta para la gran creatividad.

–¿Hasta qué punto la homosexualidad condicionó su obra?

–Es importante en la medida en la que siempre fue alguien un poco inadaptado, que no encaja del todo, y esto era así, en primer lugar, porque fue un hijo ilegítimo, y además era homosexual, zurdo, vegetariano... No pudo estudiar de joven, a consecuencia de su condición de ilegítimo. Al fin, cuando llega Florencia, siendo un adolescente, será aceptado porque era un imán para gente un poco distinta. Lugares como la Florencia del periodo, tan tolerantes, tienden a crear escenas y culturas muy creativas, y por eso encontró allí lugar.

–¿Puede afirmarse que en su caso el artista fue poco a poco dejando paso al científico?

–Incluso cuando era un niño ya estaba interesado en muchos campos artísticos y científicos. Sus investigaciones de la naturaleza las aplicaba después a sus creaciones artísticas, por ejemplo, su forma de pintar el agua, tan influida por sus observaciones, sus experimentos relacionados con el vuelo, con sus descripciones del corazón.

–¿Qué habría hecho Leonardo si hubiera dispuesto de los medios que tenemos a nuestro alcance? ¿Hasta donde hubiera llegado su imaginación?

–Fue capaz de hacer, o mejor de proyectar cosas que no fueron posibles hasta 100 o 200 años más tarde, como las máquinas voladoras o sus experimentos de ingeniería. Por otro lado, tuvo suerte al nacer cuando Gutenberg inventa la imprenta, con lo que pudo acceder al conocimiento de los libros, y aunque no cabe duda de que habría sido espectacular verle en la era de internet, con un volumen de información cientos de millones de veces superior al que estaba disponible en su época, no es menos cierto que uno de sus grandes problemas fue siempre su facilidad para distraerse. Así que si llega a nacer hoy a lo mejor habría sido un genio incluso mayor, o quizá se habría distraído con frecuencia y no hubiera logrado nada.

–Mucho se ha hablado de su relación con Miguel Ángel. ¿Cree que este fue injusto con Leonardo?

–Miguel Ángel no era una persona amigable, ni mucho menos. Leonardo sí. Afable, sin duda, amigable, tenía muchos amigos, tuvo novios, estudiantes... cuando se encontraron en Florencia fue un auténtico choque de personalidades, por cuanto Leonardo era exuberante y Miguel Ángel era bastante amargo con el resto del mundo. Incluso compitieron una vez directamente, cuando los dos pintaron para la ciudad de Florencia, y la rivalidad fue tan intensa y extrema, que al final ninguno acabó su obra.

–¿Cree que habrá sorpresas en el futuro, que encontraremos nuevas obras suyas o ya no es posible?

–Oh, no, de vez en cuando aparecen nuevas cosas de Leonardo. Por ejemplo, en Madrid, hace un par de décadas, cuando alguien descubrió en la Biblioteca Nacional de España dos de los más increíbles cuadernos de notas de Leonardo, tanto que cambiaron nuestra forma de entender muchas de sus obras y proyectos. Por no hablar del «Salvator Mundi», subastado a finales del año pasado por cerca de 500 millones de dólares. Creo que encontraremos más cuadernos suyos, con anotaciones y bocetos, y quizá algún día una o dos pinturas más. Una de las que sabemos perdida es «Leda y el cisne».

–Hablando del «Salvator Mundi», ¿duda de su autoría?

–Fue hecha en su estudio, y es suyo tanto el concepto original como buena parte de la obra, aunque como en el caso de muchas otras, colaboró más de una persona en el estudio. En cualquier caso es maravillosa.

–Imposible no hablar de Leonardo, al menos a nivel popular, y no mencionar la Mona Lisa. ¿Cree usted que se trata de su mejor cuadro?

–La «Gioconda» combina muchas de sus ideas respecto al arte y la espiritualidad y la ciencia, y podemos ver incluso en la famosísima sonrisa, que demuestra los conocimientos que Leonardo tenía de anatomía. No solo es la pintura más importante y famosa de Leonardo. Creo sinceramente que es la mejor pintura que jamás se haya hecho.

–Ha escrito sobre Steve Jobs, Einstein, ahora Leonardo. ¿Qué tienen en común?

–Leonardo, Jobs, Einstein, y también Franklin, todos fueron individuos con curiosidad por casi cualquier materia que podamos pensar, tanto artística como científica. Todos ellos eran observadores, y sus mentes funcionaban de forma muy inquisitiva. Los distingue su habilidad para combinar y desarrollar al mismo tiempo la imaginación, la curiosidad y la observación.

–Hablamos mucho de la Tercera Cultura en los últimos años. ¿Leonardo sirve como precedente a todo esto? ¿Y Einstein, que estaba enamorado de la música, y era un violinista más que aceptable?

–Einstein contribuyó sin pretenderlo a crear esa brecha. Sus teorías resultaban demasiado intimidantes. Alejaban a la gente, incapaz de entenderlas, casi parecía que necesitabas ser un científico para aproximarte, mientras que en los tiempos de Franklin o Thomas Jefferson cualquier persona educada tenía conocimientos científicos. Escribí sobre Einstein, entre otras cosas, para tratar de desmitificar las ciencias. Para explicar que era un hombre normal, y que sus teorías en realidad son tan hermosas como cualquiera de las grandes obras poéticas o musicales de la humanidad.

¿Cree que vivimos una edad de oro del género biográfico?

–Las biografías son estupendas para hablar de historia, de cómo cambian los valores y los paradigmas. Explican cómo funciona la creatividad, la innovación y el liderazgo.