Teatro

Comunidad de Madrid

La Manada entra en escena

Miguel del Arco y Jordi Casanovas se harán cargo de «Jauría», el montaje que llevará el caso de abuso sexual a la próxima temporada del Teatro Pavón, la última de la familia Kamikaze en el edificio de la calle Embajadores de Madrid tras el órdago lanzado ayer: «Buscamos nueva casa», dicen.

Miguel del Arco busca nueva «casa» junto a su equipo de compañeros kamikazes
Miguel del Arco busca nueva «casa» junto a su equipo de compañeros kamikazeslarazon

Miguel del Arco y Jordi Casanovas se harán cargo de «Jauría», el montaje que llevará el caso de abuso sexual a la próxima temporada del Teatro Pavón, la última de la familia Kamikaze en el edificio de la calle Embajadores de Madrid tras el órdago lanzado ayer: «Buscamos nueva casa», dicen.

No pretenden entrar en opiniones ni en valoraciones propias. «Solo exponer unos hechos y que el público saque sus conclusiones», apunta Miguel del Arco sobre el montaje que más llama la atención –por polémico, porque han reunido unos cuantos nombres como para destacar de primeras– de la próxima temporada del Teatro Pavón. «La última» del cuarteto kamikaze –Aitor Tejada, Jordi Buxo, Israel Elejalde y el citado Del Arco– en el lugar, sorprendieron ayer durante la presentación del curso escénico 18/19 en la calle Embajadores.

Hablaba el director de «Jauría», la representación escénica del hecho que más controversia ha provocado en los últimos tiempos por la Península, el caso de La Manada. Jordi Casanovas asume un proyecto que pretende transcribir de forma «exacta» el proceso: «Sin añadir una sola palabra que no se dijera a lo largo del juicio, se compone una ficción dramática alrededor de los hechos acaecidos en los Sanfermines de Pamplona que han marcado un antes y un después en nuestro país», explicó Del Arco –aquí también director– de un montaje que contará con María Hervás en el papel de víctima y Fran Cantos, Ignacio Mateos, Raúl Prieto, José Manuel Poga y Martiño Rivas en el resto del reparto.

«No hay voluntad de justicia, sino que se tiene el objetivo de generar debate con fragmentos de las declaraciones de los acusados y la denunciante. Además de conversar sobre el feminismo y la justicia», continuó. Será «Jauría» la primera parte de un programa doble –del 6 de marzo al 12 de mayo de 2019– que Casanovas completará con «Port Arthur», basado en el interrogatorio al que fue sometido en 1996 el principal acusado de una matanza en Risdon (Australia) y que dirigirá David Serrano con Adrián Lastra como protagonista. «Compartiremos equipo artístico y un solo espacio escénico que cambiará lo necesario entre ambas funciones para ofrecer la posibilidad de ver las dos seguidas en el mismo día, aunque también se podrá hacer por separado», puntualizó Del Arco.

Una caña, por favor

Fue uno de los golpes que preparaban los kamikazes en su presentación de la nueva temporada, la tercera en el Pavón. El primero de los impactos llegaba nada más entrar al Ambigú. Allí estaban ellos, los cuatro, ataviados con camisa blanca y delantal de la casa para agasajar a los presentes. Igual que te reciben a la entrada de cada sesión, cortan tiques, pintan las paredes y limpian los baños, te ponen una cerveza con sus oportunas aceitunas y patatas. De Arco reía: «Como somos un teatro privado con un fortísimo compromiso de servicio público os vamos a poner unas cañas». «También es por ir practicando en una profesión que tenga un futuro real y que, de una forma u otra, acoge a más profesionales de las artes escénicas que las propias artes escénicas», le respondía irónico Elejalde. Ya sabían ellos que, cuando hace dos años, se metieron en el proyecto de El Pavón Teatro Kamikaze, era para remar a dos manos. «Os vais a estrellar», les anticiparon. Pero aquí que siguen, y con un Premio Nacional recogido por el camino. Lo de los Max y el Valle-Inclán no ha llegado, por el momento, y es que ya se encargaron ellos de dejar alguna pulla al respecto.

Nunca han tenido pelos en la lengua estos kamikazes y ayer no iba a ser menos. El mayor reproche iba dirigido al de siempre, su casero y dueño del edificio Pavón. Por fin dieron cifras: 360.000 euros al año por el alquiler de la finca que sube a 500.000 con la suma del agua y la electricidad. Números que no han logrado rebajar durante este tiempo pese a las súplicas y «a pesar de que es un teatro sin dotación técnica alguna, con microcortes de luz diarios [que les ha obligado a suspender funciones o a terminarlas a oscuras], problemas con las cañerías, goteras... Ni con los 5,6 millones de euros que cobraron durante el tiempo que tuvo el teatro alquilado la CNTC se ha invertido en mejorar el deterioro evidente en el que se encuentra el edificio», explican.

«No somos sostenibles», sentenciaba Tejada. Y, a continuación, Del Arco daba la noticia: «Ésta es la última temporada de El Pavón Teatro Kamikaze». A la tercera fue la vencida. No ha empezado todavía el nuevo curso pero el equipo directivo confirmaba el titular del que venían avisando en casi cada rueda de Prensa o conversación privada desde agosto de 2016. Pero solo se trata de un cambio de «casa» porque «el proyecto del Teatro Kamikaze sigue adelante», y siendo conscientes de la dificultad de su empresa: «Un modelo de programación que presenta más de 20 espectáculos al año, muchos de ellos con autores, directores y actores desconocidos para el gran público nunca será rentable», añadía Buxó. Pero, aun así, es su apuesta y «no queremos hacerlo de otra manera –continuaba Elejalde–. No nos gusta estrenar un solo título a la espera de que funcione durante toda la temporada». Es por ello que el cuarteto directivo –por muchos peros que ponga a un casero con el que tienen rotas las relaciones más allá del burofax– se señala a sí mismo como principal culpable del fin de esta etapa. «Que no fracaso», puntualizaron de un contrato que vence en 2021 y que firmaron «a sabiendas de su alto precio».

Así, buscan nuevo hogar, «una casa que no existe en Madrid, la del autor contemporáneo. No es una tarea fácil. Y eso que ofrecemos un proyecto probado, en marcha y con prestigio. Y que nosotros estamos dispuestos a seguir arriesgando nuestra pasta y trabajando por amor al arte. Si no fuera así ya os digo que habríamos aceptado alguna proposición infinitamente más cómoda y, sobre todo, mejor pagada», explicaba Del Arco. Tejada cogía el testigo: «La idea es encontrar otro espacio entre la multitud de edificios cerrados o infrautilizados que hay en esta ciudad para volver a darle vida de forma inmediata». Mientras Elejalde aseguraba que seguirían «invirtiendo en la investigación artística, técnica y formativa. Proponemos configurar una fundación que debería estar participada por las tres administraciones, por nosotros mismos y, esperamos por la empresa privada», calmó en clara referencia a una nueva Ley de Mecenazgo.

Será por hacer bueno su nombre que los kamikazes se metieron en el Pavón al revés que hicieron otros antes. Si José Luis Gómez, con La Abadía, y Adolfo Marsillach, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, negociaron con las administraciones para, con todo cerrado, empezar a programar, Del Arco y compañía han tenido dos años de salto a la piscina y de presentación del proyecto para después negociar unas ayudas que no terminan de llegar. Del Inaem y del Ayuntamiento, de momento, solo han obtenido «como diría Hamlet: “Palabras, palabras, palabras...”», citaba Elejalde. No así de la Comunidad de Madrid, que les concedió una ayuda de 150.000 euros de la que ya han cobrado la mitad. «Pero tampoco queremos que ese dinero repercuta en el edificio de un casero que se vería beneficiado con las mejoras, por eso, la sola cesión de un espacio ya sería suficiente para nosotros», resumían.

Nombres con peso: Fabre, Rigola, Messiez...

No son tontos los kamikazes y sabían que las noticias de que buscan nueva casa y de que «Jauría» iba a adentrarse en el caso de la Manada –en la imagen, los cinco imputados– iban a copar los titulares, pero la cita fue mucho más allá. Sirvió para presentar un nuevo curso en el número 9 de la calle Embajadores con nombres de la talla de Jan Fabre, que llega con el solo de danza «The Generosity of Dorcas», y Pascal Rambert, habitual de las temporadas kamikazes que en esta ocasión aterriza con «Hermanas» –con Bárbara Lennie e Irene Escolar–. Aunque el primero en llegar será Àlex Rigola, el 28 de agosto, con un texto de Ibsen, «Un enemigo público». Sílvia Munt, Carlos Tuñón, Pablo Messiez, Laila Ripoll y Gon Ramos son otros nombres que acompañan la promesa de sus directores de «apoyar el teatro contemporáneo». Además, el repertorio del Pavón Kamikaze sigue firme y se repiten «Ilusiones», dirigida por el propio Del Arco, y «Blackbird», de David Harrower.