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cultura
La tercera odisea de L. A.
Luis Albert Segura vuelve con «A Modern Odyssey», un disco que reinventa su sonido

Después de 30 años de carrera, en 2018 Luis Albert Segura decidió parar su proyecto, L. A. “Empiezo a tener hijos y, al tercero, me veo un mes fuera de casa por Europa y no quiero. Hago un disco en castellano, el siguiente lo hago en una montaña. Llega la pandemia, la postpandemia, doy palos de ciego... empiezo a navegar sin saber a dónde”, dice el mallorquín, que se dedicó a cuidar a sus hijos hasta que, hace un año y medio, decide volver a grabar un disco. “Pero fue como en ''Interestellar’’. Yo me había ido dos años al espacio y, al volver, en la Tierra han pasado cuarenta. Ya no entiendo nada, hay bichos raros, gente que no conozco. Como un mundo generado por una inteligencia artificial pasada de rosca, como en ‘’Last Of Us’’. Ya no funciona lo que funcionaba y las personas que pilotaban ya no pilotan... Y en ese momento yo me quito el casco de astronauta para mirar alrededor”, dice gráficamente. Ese planeta en el que pone su bota blanca y acolchada es del que quiere hablar Segura. Ese paisaje es el que da forma a “A Modern Odyssey”, su nuevo disco, que llega con un giro radical en el sonido.
“Llevo 30 años haciendo canciones con una guitarra, con acordes limitados, de forma muy rudimentaria y no me malinterpretes, me encanta. Pero es como dar vueltas siempre por el mismo barrio. Lo puedes maquillar, pero es lo miso”, explica. No era el lenguaje de siempre la herramienta para comprender el mundo de ahora, así que segura se lanzó a probar cosas nuevas: hacer canciones partiendo de bases programadas. “Es que el mundo no se acaba en Pearl Jam. Es que Tyler, The Creator y Kendrick Lamar molan mucho”, dice trazando un arco temporal de cuatro décadas que resumen el viaje, la odisea moderna que ha supuesto el nuevo disco del músico, un salto al vacío lleno de riesgo. “Han sido dos años de volvernos locos, de atascarnos, de hacer treinta y pico canciones y seleccionar lo coherente. Me metí a fondo con los programas, con los aparatos, con un montón de dispositivos que ya estaban caducos cuando acabamos el disco, durante el proceso”, resume el músico sobre los colores de un disco que oscilan entre el pop electrónico y la música urbana. Una estética que no siente que sea como un disfraz que le va grande, como el meme del Señor Burns vistiendo una gorra para atrás. “Si piensas así, que no estás hecho para algo, malo. Como artista, ahí empieza el bajón. De todas formas, el riesgo de ser un meme era palpable y lo tenía siempre en la cabeza. Pero también pensaba: ‘’¿qué más da?’’ El meme pasa. Habrá detractores pero qué me importa”. A estas alturas, el rockero ha conocido el arduo circuito de giras de pequeño aforo, las mieles del éxito internacional y la vuelta a casa. Una odisea. “Bueno, esa sería la odisea antigua. Ahora llega la moderna”, ríe. Temporada uno, dos y tres. “Ahora estoy en la loca, en la que los guionistas pierden la cabeza”.
Porque hay un giro en el argumento de esta temporada crucial. “Un día, me dicen en casa: ‘’escucha esto’’. Es Bad Bunny. Yo digo no me jodas. No estoy en otra peli. Escucha. Lo oigo. Y yo: pero si no sabe ni hablar. A la cuarta escucha no me lo puedo quitar de la cabeza. Y pienso: para, para, para. Me siento sucio. ¿Qué está pasando? No puede ser. Empiezo a investigar y me vuela la cabeza”, narra Segura sin un ápice de vergüenza ni remordimiento. “En directo, voy a hacer una canción del disco con la música grabada –confiesa como una gran traición-. ¿Por qué no? Si todo es mío: la melodía, el concepto, la letra... todo. Me centraré en cantar y no tocaré nada. Y eso se lo debo a Bad Bunny”. Pero que nadie piense que L. A. va a cantar ahora sobre “follar y chingar” (“eso intento dejarlo al lado”, dice) como el puertorriqueño. En el disco hay preocupación con el paso del tiempo. “Existe. No estoy obsesionado con envejecer. Quiero hacerlo elegantemente y bien. Quiero estar aquí un tiempo y ver muchas cosas. No es obsesivo, es reflexivo”. La piedra angular de es reflexión está en «Heal»: « Es una cosa que hemos escuchado tantas veces y que no es verdad... que el tiempo lo cura todo. No es verdad, tío. Y es cierto. El tiempo mata a los soñadores. Si tienes una ilusión, un sueño, puto pruébalo, no es una cuestión del tiempo. No coloca a nadie en su sitio. Mueve tú fichas para colocarlo todo. Genera eso. Y la canción es muy poderosa. Es parte de lo que he aprendido escuchando agente como Bud Bunny. Ya no todo es guitarras y ‘’amplis’’ a tope”, revela. Es la tercera odisea.
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