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Lars von Trier, de persona «non grata» a director invitado

La dirección de Cannes reaccionó exigiéndole disculpas y, poco más tarde, nombrándole persona «non grata»

El cineasta, durante la polémica rueda de Prensa que ofreció en Cannes en 2011, donde se mostró comprensivo con la figura de Hitler
El cineasta, durante la polémica rueda de Prensa que ofreció en Cannes en 2011, donde se mostró comprensivo con la figura de Hitlerlarazon

La dirección de Cannes reaccionó exigiéndole disculpas y, poco más tarde, nombrándole persona «non grata».

Vuelve el hijo pródigo. Vuelve Lars von Trier a Cannes. O al menos eso insinúa el delegado general del festival, Thierry Frémaux. Entrevistado por la emisora de radio francesa Europe 1, Frémaux ha confirmado las conversaciones con el director de «Rompiendo las olas» para que llevé a La Croisette su nueva película, «The house that Jack built». El impacto de la noticia tiene que ver con el hecho de Von Trier fue vetado por el festival en 2011. Justo después de que con su acostumbrado talento para escupir la boutade más cafre, en rueda de Prensa con unos periodistas encantados de pincharle, confirmase su gusto por la parafernalia nazi. Con la sala expectante y lanzado, añadió que «No puede decirse que fuera un tipo estupendo... pero me cae simpático». Hablaba de Hitler. Y por si no fuera suficiente, esto: «No estoy a favor de la II Guerra Mundial, añadió, y estoy a favor de los judíos... aunque no demasiado, porque Israel nos suele joder bastante».

La dirección de Cannes reaccionó exigiéndole disculpas y, poco más tarde, nombrándole persona «non grata». En su apesadumbrado comunicado, los responsables expresaban su tristeza porque Von Trier, que con generosa frecuencia había convertido sus ruedas de Prensa en cabriolas circenses, usara la prestigiosa plataforma para «expresar unos comentarios inaceptables, intolerables y contrarios a los ideales de humanidad y generosidad que presiden Cannes». Solo la siempre aguerrida Catherine Deneuve, con la que por cierto había trabajado en «Bailando en la oscuridad», salió en su defensa. Al menos contextualizó el lío mientras el resto de la profesión miraba hacia otro lado. O sea, mientras condenaba sus palabras con el acostumbrado despliegue de muecas. Al mismo tiempo seguía suspirando por una llamada suya. Un papelito, incluso uno insignificante, valdría. Tratándose del muy zumbado, insoportable y genial Lars siempre cabía la posibilidad de que se tratase de su próxima obra maestra. No sería la primera que entrega.

Ahí están las dos cintas antes citadas. O la fenomenal «Europa». O aquella experimental pero muy lograda y claustrofóbica «Dogville» con una Nicole Kidman en estado de gracia. Y por supuesto la bellísima e inquietante «Melancolía». Cierto. Corren el riesgo de acabar en proyectos tan discutibles, por no decir infumables, como «Los idiotas», «Anticristo» o «Nymphomaniac». Y por supuesto cabe la hipótesis de que se desmelene frente a los micrófonos y le dé por hacer de groupie de genocidas mientras cultiva su querida pose de «enfant terrible» visceral y dramático. Que esta vez acaben todos, director y equipo, estrellas y técnicos, vetados en Cannes. Pero el indiscutible talento del danés, fruto de una robusta imaginación, un incomparable talento narrativo y visual y una audacia poco común entre los cineastas actuales convierte los riesgos de acompañarle en una apuesta comprensible.