Buscar Iniciar sesión

Las "viudas"de Franco se preparan para recibir al Caudillo en Mingorrubio

Sus maridos fueron escoltas del Generalísimo, quién mandó levantar la colonia de Mingorrubio para que residieran a los pies de su Palacio de El Pardo.
larazon

Creada:

Última actualización:

Sus maridos fueron escoltas del Generalísimo, quién mandó levantar la colonia de Mingorrubio para que residieran a los pies de su Palacio de El Pardo.
«Franco vuelve a casa, de donde no debieron llevárselo. Fue Arias Navarro el que se empeñó en enterrarlo en el Valle de los Caídos, pero es aquí, en Mingorrubio, donde tiene que estar. Ésta fue su casa. Él creó esta colonia», sentencia Desiderio García, lugareño de esta pedanía del El Pardo, y todos sus vecinos cierran filas en torno a sus palabras. Aquí veneran al dictador, incluso muchos le añoran y, aunque no les parece bien que «anden moviendo los huesos del caudillo», en cierto modo les hace ilusión tenerlo más cerca. En la calle Fortaleza nos encontramos con tres mujeres que se hacen llamar «las viudas de Franco», porque sus maridos trabajaron toda su vida para el Generalísimo y ahora atesoran los recuerdos y su «agradecimiento» al caudillo. «Yo llevo viviendo en Mingorrubio 54 años, desde 1965. Mi marido era guardia civil, al igual que los de todas las mujeres de la colonia, y trabajaban para él. Le estamos muy agradecidos por todo lo que hizo, por eso ponernos ahora a hablar de que lo mueven de un lado a otro me parece una chorrada, pero bueno, mejor aquí que en la Almudena», explica María, que a sus 96 se ha convertido en la más «senior» de la localidad. A la puerta de su casa nos recibe junto a Pacita y Angelita, dos amigas. Todas mujeres de militares o de la Benemérita y orgullosas de haber formado parte de la Sección Femenina. «Otro caudillo nos haría falta ahora, con lo bien que estábamos antes. Mira, los que quieren remover el pasado son gente mala, que solo miran por sus intereses políticos. A quién le interesa si el caudillo está en un lado o en otro. A nadie. El presidente Sánchez es muy mala gente y todo esto lo hace por las elecciones», afirma Pacita, de 84 años. Las tres coinciden en que en Mingorrubio no se encontrarán muchas personas que hablen mal del dictador: «Aquí somos muy conservadoras», coinciden. Y es que la vida de sus habitantes ha estado ligada a Franco. En primer lugar, porque fue quien ordenó construir esta colonia en la década de los 60 en el monte de El Pardo, que es de Patrimonio Nacional. «Lo hizo para tener cerca a toda la gente que trabajaba para él, militares, guardias civiles, yo entre ellos», relata Desiderio. Así se construyeron hasta 480 chalés y «más tarde se hizo el colegio y aquí han estudiado nuestros hijos», añade Pacita, quien asegura que éste es el «mejor lugar para vivir». El problema llegó tras la muerte del Generalísimo: «Nos quedamos en tierra de nadie. Durante la dictadura nosotros pagábamos al Régimen una pequeña renta de unas 150 pesetas por vivir en las casas que nos facilitaron. Casi todos éramos familias numerosas. Tras su muerte, la Casa Militar pasó a ser la Casa Real y no querían que pagáramos nada, pero me daba miedo de que pudieran desahuciarnos, así que me fui a Hacienda para aclarar nuestra situación», dice Desiderio, que por aquel entonces había pedido el traslado a la Dirección General de la Guardia Civil en Guzmán el Bueno. La lucha dio sus frutos y consiguió que se regulara la situación de estas viviendas construidas por el Régimen. «Tuvieron que urbanizar la zona de los chalés porque estaban en terreno de Patrimonio. Así, pasamos a tener Ayuntamiento y pertenecemos al distrito de Fuencarral-El Pardo. Lo que ocurrió es que solo 100 casas eran legales, y se las ingeniaron para que el resto también lo fuera. Se consiguió y a los que estábamos viviendo aquí nos ofrecieron la posibilidad de comprar nuestras casas por unos tres millones de pesetas», apunta. Una ganga, ya que ahora los que se están revendiendo lo hacen «por 600.000 euros o más», recalca Desiderio, que dice que, eso sí, «tienen la obligación de respetar las fachadas de las casas» (de unos 95 metros cuadrados), todas ellas de una arquitectura muy similar al Palacio de El Pardo y prácticamente miméticas entre ellas. Sin embargo, la población sigue siendo muy mayor. «Aquí la mayoría somos viejos», subraya Pacita: «Viejos y franquistas», añade. Sus hijos han migrado a Madrid «porque lo único malo de esto, aunque sea un paraíso, es que no tenemos comercios. Menos mal que nuestros hijos nos hacen la compra fuera».
negocio seguro
Las tres amigas tienen claro que el cementerio donde será trasladado el cuerpo del dictador, y donde también descansa el cuerpo de su esposa, Carmen Polo, será un punto de visita obligado. «Hizo mucho por nosotros. Yo no tuve la oportunidad de verle en persona nunca, pero aquí estaba siempre presente», apunta María. Ellas lo miran desde el punto de vista sentimental, pero lo más jóvenes de esta pedanía ya ven negocio en el traslado de los restos del caudillo. José, el nieto de Avelina, que tiene 32 años y trabaja en ocasiones como guía turístico por Madrid, ya relaciona la reinhumación con euros. «Yo soy apolítico y no me manifiesto sobre el traslado, además aquí cualquiera dice nada, todos son muy franquistas, pero sé que traerá a muchos turistas. De hecho, ya estoy pensando en montar una ruta para los curiosos y hacerles de guía por la zona y el cementerio. Podría cobrar, por ejemplo, unos 100 euros por ruta», confiesa. «A La Flora y El Pinar (los dos restaurantes-cafeterías del lugar) les va a venir fenomenal esto, harán más dinerito», añade Pacita, que se suma a la conversación con el joven y le pregunta cómo está su abuela. «Ya verás, en pocos años veremos cómo proliferan aquí los negocios para los visitantes y curiosos, es una buena oportunidad», pronostica José. Pocos temen que este oasis en medio de El Pardo pueda convertirse en un foco de conflictos por «acoger» al caudillo. «Quienes pueden traer problemas son los comunistas, pero esos no son bien recibidos en Mingorrubio así que no hay nada que temer. Aquí somos gente tranquila y así seguiremos», añade la octogenaria. «Dónde va a estar mejor Franco que aquí, al lado de su esposa, eso es lo más grande que le puede pasar a un hombre, descansar al lado de su mujer», dice Eusebio, que realiza su paseo diario por este envidiable paraje. Él lleva 58 años viviendo en Mingorrubio y aunque eso del traslado del féretro también le suscite urticaria, porque «es remover el pasado», cree que esta pedanía es donde mejor estará. «A los del bar les va a venir de lujo, ya no solo por los turistas que vendrán, sino por los frailes, que ahora bajarán aquí a tomar el cafetito», añade. Gabino, que sale de casa para «hacer unos recados matinales», dice que «aquí somos muy de Franco, así que estamos felices. Es donde mejor va a estar si le echan del Valle», aunque también le duele por la familia del dictador, «porque son ellos los que deberían decidir dónde volver a enterrarle». «En Mingorrubio, al caudillo se le recibía siempre con agrado y ahora no serí distinto», resume orgulloso Desiderio. Ya lo tienen todo listo para dar, de nuevo, la bienvenida a Franco en octubre, aunque no descartan que se produzcan nuevos imprevistos.