Cine

Cine

Liam Neeson, él es la justicia

El actor sigue con «Venganza bajo cero», que se estrena el 26 de julio, la línea de héroes de acción y justicieros de la última década de su carrera.

El norirlandés Liam Neeson, de 67 años, visitó ayer Madrid para promocionar su nueva cinta de acción, «Venganza bajo cero», que se estrena el 26 de julio
El norirlandés Liam Neeson, de 67 años, visitó ayer Madrid para promocionar su nueva cinta de acción, «Venganza bajo cero», que se estrena el 26 de juliolarazon

El actor sigue con «Venganza bajo cero», que se estrena el 26 de julio, la línea de héroes de acción y justicieros de la última década de su carrera.

Liam Neeson (Ballymena, Reino Unido, 1952) impone. Y no es solo su gran envergadura, digna del campeón de pesos pesados juvenil que fue, o su 1,93 de altura. Tampoco esas manos rocosas ni la voz profunda que, más cavernosa aún, prestó al monstruo que venía a vernos en el filme de Bayona. Impone más en otro sentido, más general y difuso: esa disposición austera del alma que parecen desprender sus ojos tristes, la cabeza a menudo gacha, la mirada perdida... No se sabe si ese carácter reconcetrado del norirlandés viene de una infancia y adolescencia en el caótico Úlster, entre atentados y peleas callejeras, o de esos golpes de la vida que, ay... En 2009 perdió a su mujer, Natasha Richardson, en un accidente de esquí en Canadá, y nada ha sido lo mismo para él, dicen. Curiosamente, en aquella misma época su cine viraba 180 grados, hacia la acción y la violencia. Al mismo tiempo en que enviudó, Neeson comenzó a convertirse en héroe de acción y en justiciero de cine, alejándose de los papeles históricos (casi siempre de hombres justos) que le dieron un hueco de honor en Hollywood: «La misión», «Gangs of New York», «La lista de Schindler»... Aquel Neeson premiado y reconocido, a las órdenes de grandes directores, parece ser un pariente lejano. Cuando le preguntamos, a los 25 años del estreno de la cinta de Spielberg, cómo la recuerda hoy en día, le cuesta echar la vista atrás. Al final, recuerda y lo hace sin reconocerse: «Es una película extraordinaria, pero es el único papel con el que nunca me he sentido plenamente identificado. Fue un rodaje tipo Spielberg y me sentía como con tres piernas, me parecía confuso algunas cosas que me pedía. El 90% de la película no me sentí identificado con el personaje, lo cual no quiere decir que no sea una cinta extraordinaria».

Un tipo corriente

En la última década, Neeson se ha asentado como héroe de acción. Pero uno de cuño distinto a un Jason Bourne, un Ethan Hunt, un Jack Reacher... En sus películas hay menos coreografía y más austeridad, en sintonía con ese rostro expresivo en la aparente inexpresividad que exhibe a menudo el irlandés en sus filmes. En la serie «Venganza», como en este «Venganza bajo cero» (nada que ver con la saga) que estrena el 26 y que vino a promocionar ayer a Madrid, él es un tipo normal metido en situaciones anormales que acaba descubriendo su madera de héroe justiciero, así como un caladero de violencia que no casa con su rutina previa. Aquí, por ejemplo, Neeson es Coxman, un hombre que lleva años trabajando con la máquina quitanieves en la localidad de Kehoe (Colorado), abriendo camino entre paredes de hielo. Un ciudadano ejemplar que incluso recibe la medalla de hombre del año justo antes de saber que su hijo ha muerto en un turbio asunto de drogas. Para la Policía está claro: ha sido una sobredosis; para Coxman, no. Y, así, a palazos entre esa otra nieve que deja el rastro de la cocaína, va ajustando cuentas con los distintos estratos del hampa de Denver que han acabado con la vida de su vástago.

Después de años como vengador en la gran pantalla, ¿qué ha descubierto Neeson sobre la venganza? Pero el actor ya venía aprendido de la vida, desde su infancia: «Crecí en Irlanda del Norte, con una guerra de 30 años, 15 de los cuales estuve allí y vi a amigos que se implicaron en el conflicto, la venganza y la destrucción que conlleva y que queda en toda la sociedad durante largo tiempo. Fue una lección precoz de que la venganza no funciona». De repente, echa mano al bolsillo de la chaqueta: «Hace un par de días leí esto, de Marco Aurelio, que fue un emperador romano». Saca un papel, lo desdobla y lee: ''Mucho peores son las consecuencias del enfado que sus causas''. Un hombre inteligente», añade. Nesson es consciente de que la situación aparentemente calma del Úlster puede avivarse en cualquier momento: Si se aprueba el Brexit ha un riesgo potencial de que aparezca de nuevo el conflicto, que se disparen los problemas en la frontera con Irlanda del Sur. Nadie sabe qué podría pasar».

«Venganza bajo cero» se desarrolla en una nevadísima Colorado, pero ha sido rodada mayoritariamente en Canadá, sobre todo en la Columbia Británica, en medio de paisajes montañosos que quitan el hipo y cuya gelidez casa a la perfección con el corazón helado por la pena del operario de quitanieves Coxman. «Esas cordilleras han estado ahí desde hace millones de años, observando la caída de la humanidad –describe el intérprete–. Allí rodábamos y al girarnos veías a tus espaldas montañas extraordinarias». En concreto, Neeson afirma haber sentido un enganche «de un modo extrañamente bonito» con las escenas rodadas en la estación de esquí. Un críptico mensaje que da qué pensar si tenemos en cuenta que su mujer murió en una, precisamente en ese mismo país en el que ha sido rodada la cinta. Para el noruego Hans Petter Moland, que dirige esta adaptación americana del filme noruego que ya realizó en 2014, el papel de Coxman tiene una suerte de componente metafórico: «El personaje que Liam desempaña es alguien que hace ese pequeño trayecto hacia la civilizacion desde las montañas salvajes. Me parece que ese es el centro de sus creencias y el propósito de su vida da significado a esa conducción interminable de aquí allá, es una metáfora de esa naturaleza salvaje tan inmensa y de la interacción humana». En medio del loco mundo del hampa de la droga, este obrero solitario que conduce en mitad de la noche y la nieve es alguien empeñado en despejar un camino cualquiera.

Cerca de los Coen

El humor que destila el guión era, de entrada, uno de los rasgos distintivos de este filme para Neeson. Un tipo de comedia que bascula entre la sátira, la ironía, el humor negro, concomitante con el universo de los hermanos Coen. «Esas notas de humor suponían una nueva aventura para mí y quería encajar en él. Que se transmitiera pero sin tratar de ser divertido. De hecho, era importante ser lo más serio posible porque eso destaca la parte cómica». Para Hans Petter Moland, «mi ambición era burlarme de todas esas personas tan importantes que piensan que la venganza es una solución a los conflictos humanos. Gran parte del humor de la cinta viene precisamente de ese grupo de hombres que parecen totalmente alejados del humor, que lo ignoran». Como colofón, «Venganza bajo cero» ofrece una visión inédita de los pueblos originales norteamericanos, con una relevancia notable de un grupo de gánsters indios. Lo nunca visto.

Ni Harry el Sucio ni Charles Bronson: Neeson no quiere ser un héroe de acción

Liam Neeson ha recogido el testigo de otros grandes justicieros del cine, acostumbrados a resolver las cosas a su modo ante una falla en la Justicia o en el orden social. Por ejemplo, Clint Eastwood en «Harry el Sucio» (a la izquierda) o Charles Bronson (derecha). Curiosamente, con Eastwood coincidió en «La lista negra» (1988), la última cinta de la saga de Harry el Sucio. Neeson siempre ha sido refractario a la etiqueta de héroe de acción. Y, desde luego, niega sentirse el heredero de Charles Bronson, con cuyos papeles conectan más sus trabajos en la saga «Venganza», que recuerdan a los «justicieros» de Bronson. Para él, un Jason Statham daría más el perfil. Acostumbrado a decir lo que piensa, en plena promoción de la cinta «Venganza bajo cero» en Estados Unidos se metió en un jardín magnificado por los medios. Aseguró que, durante una éopca de su vida, tras la violación de una amiga por parte de un grupo de negros, salía a «cazar negros». «Me iba voluntariamente a sus barrios, buscando ser atacado», confesó, con el objetivo de vengar aquella violación. Le llovieron críticas por racismo, que él desmintió durante las siguientes semanas.