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Ritos de transición entre zombis

larazon

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Parece que hay una trivial discusión entre la literatura orientada hacia lectores jóvenes y otra para más adultos. Es la llamada «new adult fiction», etiqueta inventada por los autores que se autoeditan en internet y desean diferenciarse temáticamente de las novelas para jóvenes y también del aluvión de obras eróticas surgidas al rebufo de «50 sombras de Grey». Lo curiosos es que, tratándose de una novela de zombis como «Red Hill», de Jamie McGuire, autora que triunfó con su primera novela, «Inevitable desastre», tiene su intríngulis, ya que puede mover a equívocos con la literatura típica para jóvenes amantes de los zombis y las novelas poscatastrofistas.
Sin miedo a etiquetas
En realidad, es una etiqueta comercial que discrimina de forma efectiva los intereses de esa franja de lectores que van de los 18 a los 30 años y buscan un tipo de literatura que hable de su particular problemática juvenil de forma seria y su transformación de adolescentes en adultos. Ya se sabe: primer amor, experiencias sexuales y búsqueda de trabajo al terminar la universidad.
«Red Hill» no es un libro para jóvenes fans, porque no centra la acción en la lucha contra los zombis sino en las experiencias de los supervivientes en un mundo que se ha dislocado de la noche a la mañana y en el que los zombis deambulan por ciudades y pueblos en busca de carne humana. En cierto sentido, sigue la tónica de «The Walking Dead», la serie de televisión que ha revolucionado el subgénero, anclado desde hace años en las variaciones de «Resident Evil», agotado ya el campo, para centrarse en las vicisitudes de los sobrevivientes y en sus relaciones personales. ¿Cuál es la diferencia esencial entre los zombis de «The Walking Dead» y éstos de Jamie McGuire? El colocar el foco de la acción no en la huida y el enfrentamiento contra los «espasmódicos», sino en el tratamiento de las relaciones entre los humanos que buscan un lugar aislado donde sobrevivir a la epidemia. En la naturalidad casi cotidiana de las relaciones entre adultos y jóvenes, obligados por el clima en el que les ha tocado vivir a entenderse y buscar puntos en común para salir adelante.
En «Red Hill», esa añoranza de la colina roja donde acabarán confluyendo los tres grupos de protagonistas, cada capítulo, narrado por uno de ellos, es una hermosa metáfora del destino y evolución del subgénero de zombis y también de los protagonistas, como una variante del «bildungsroman» o novela de iniciación en la que, al llegar a la colina, habrán cambiado todos.
Los zombis, huelga decirlo, son más el destino de la aventura humana que metaforiza el temor a la vida misma vida y los cambios que van operándose, ajenos a nuestra voluntad. La escritura de Jamie McGuire es ambiciosa, incluso muchas veces brillante; muy centrada en la exploración del alma humana, como corresponde a una novela intimista narrada en tiempos convulsos en los que el Apocalipsis no es la menor de sus aflicciones.

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