Sigan a Alex Woods

Las novelas, decía Somerset Maugham en un célebre libro sobre la creación literaria, deben ser entretenidas. Lo cual no quiere decir, afirmaba el autor de «Servidumbre humana», que deban ser superficiales o divertidas sino todo lo contrario: han de ser, las novelas, entretenidamente inteligentes.

«El universo contra Alex Woods», del inglés Gavin Extence, lo es. O al menos lo es su protagonista, un chico de diecisiete años que al llegar al puerto de Dover es interceptado en la aduana porque en su coche lleva nada menos que 113 gramos de marihuana y una urna mortuoria llena de cenizas. Tiene razones, sin embargo, para explicar lo que ocurre porque está convencido, mientras la Policía debate qué hacer con él, que ha hecho lo correcto.

Debut literario de este joven escritor que en otra época supo ser jugador de ajedrez, en su novela Extence parece haber cumplido a pie juntillas el deseo de Maugham en «Diez novelas y sus autores», pues ha dado vida a un personaje tan creíble en su individualidad como Woods.

Extravagante y al mismo tiempo profundo, Wood es capaz de sostener una trama que transita por una biografía rara, con una madre complicada y una amistad como la que mantiene con el señor Peterson, un lector atento de la obra de Kurt Vonnegut y que hace que Alex vea, y con él los lectores, el mundo de forma diferente: como un camino plagado de aventuras y de interrogantes cuyas respuestas exigen, más que diversión y entretenimiento, siempre una pregunta más.