Un «roto» en la cultura europea
Eric Hobsbawm ha sido considerado de forma unánime, independientemente de su posición política, uno de los historiadores más brillantes del siglo pasado. Con toda seguridad es el miembro más representativo de la escuela de historiadores marxistas británicos. Su reciente fallecimiento ha proporcionado cierta perspectiva del conjunto de su obra historiográfica y su pensamiento, que se ha centrado en el análisis certero de las revoluciones burguesas de la edad moderna en el tránsito hacia la sociedad capitalista y en la historia de la marginalidad y las revueltas: conceptos como la «revolución dual», el «largo siglo XIX» y el «corto siglo XX» o estudios sobre el bandolerismo, aparte de su tetralogía fundamental –«The Ages of Revolution», «The Ages of Capital», «The Age of Empire» y «The Ages of Extremes»–, merecen un puesto de honor en la historiografía.
La «alta cultura»
Este libro, publicado póstumamente, es un complemento idóneo a su última obra mayor, «The Age of Extremes», traducida al español como «Historia del siglo XX»), para entender las transformaciones que ha sufrido la intersección entre sociedad, política y cultura desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta el fin de la Unión Soviética, y más allá, en lo que Hobsbawn considera una etapa clave de la desaparición de la cultura de la burguesía europea. En «Un tiempo de ruptura» se analizan varios estudios de casos sobre las metamorforsis del arte, la música, el pensamiento y la literatura. Dividido en cuatro partes, que se dedican a la evolución de la «alta cultura» burguesa en la actualidad (lo mejor del libro), a su formación en la Europa de finales del siglo XIX y principios del XX, a las incertidumbres sobre la intelectualidad y el arte y a la estética y ética de la modernidad, el libro recoge conferencias, prólogos, reseñas de libros o textos para catálogos de arte (como, por ejemplo, el de la exposición de 1995 «Arte y poder» en la Hayward Gallery).
Podría ser criticable la procedencia de estos textos, de variada intención, extensión y ocasión. Pero más allá de la unidad del libro, hay dos consideraciones que lo convierten en fundamental para completar la obra de este historiador. En primer lugar, hay que destacar lo mucho que dice sobre su autor, nacido en Alejandría, educado en la «Mitteleuropa» que tan bien describe y analiza en estas páginas, representante de esa «Bildung» alemana adoptada por los judíos que, como él, hicieron grande el siglo XX.
La obra de un visionario
En segundo lugar, los ricos matices que introduce en un pensamiento denso, inusual para un historiador al uso y más propio de un filósofo de la cultura, y la manera en que traza una historia cultural de nuestro tiempo a partir de ejemplos son cautivadores: la situación de la música culta y la música popular, la cuestión del sufragismo y la ciencia femenina, la identidad judía en la Europa central, la decadencia de las vanguardias, la obra del visionario escritor Karl Kraus, etc. Todo ello –lo personal y lo sugerente de esta obra– convierten «Un tiempo de ruptura» en el testamento literario de Hobsbawm, a la par que da fe de su insaciable curiosidad por todo fenómeno cultural que pueda ayudar a entender qué ha sido este siglo de transición entre una sociedad eminentemente rural y poco letrada a un mundo marcado por una globalización sin precedentes en la cultura y el conocimiento. Poco queda de aquella Viena de las postrimerías de la alta cultura burguesa donde Hobsbawn fue educado. Pero el historiador conoció aquel mundo y este otro y quiso examinar y explicar ambos desde su perspectiva detallista y enciclopédica. Un libro sorprendente, instructivo, reflexivo y profético. Tal y como el satírico Kraus «reconoció en nuestra propia era de los medios de comunicación» (p. 134), podemos decir que Hobsbawm no solo la explica convincentemente como historiador, sino que incluso anticipa lo que pasará con la cultura en esta edad de la explosión incontrolada de la información.