Deepti Kapoor: «Los pobres en India ni siquiera existen como colectivo»

En Nueva Delhi, los extremos no atraen, pero sí se tocan. Quienes viven en pobreza extrema sueñan con estar junto al que goza de gran riqueza, pese a la vacuidad sentimental de sus vidas, y estos últimos añoran la calidez que, aún con necesidades, se obtiene en las familias menos pudientes. Este sistema de castas, sin apenas término medio, es el que aborda Deepti Kapoor en «La edad del vicio» (Alfaguara). La escritora india toma su experiencia como periodista en la capital de su país, oficio que le permitió ver el brutal contraste social, y lo convierte en novela, a través de tres personajes: Sunny, el rico heredero, un playboy que sueña con eclipsar a su padre; Ajay, su criado y hombre para todo, y Neda, la periodista que se debate entre el placer y la ética. Una trama donde gángsteres, alcohol, desfase, juerga y romance se entrelazan en forma de thriller.

Definitivamente. Al menos en algunas regiones del mundo, no diría que todas. No obstante, incluso sigue habiendo belleza y esperanza en esta era del vicio, aunque esto cuesta verlo más en India.

India era colonia inglesa y adquirió su independencia en 1947. Cuando llegaron los 90, tras la crisis económica, pasó de ser un país socialista a uno con una economía más capitalista, y ese es el cambio que abordo en la novela. La historia de España es muy distinta. Allí tenemos un sistema de castas que permea toda la vida social, hay fortunas extremas y pobreza extrema. Es un país increíblemente hermoso y generoso, pero al mismo tiempo desesperadamente desigual.

Para los ricos y privilegiados, el riesgo es esa manera de ceder en su moralidad para mantener un estatus. Viven en una burbuja porque es más cómoda en un lugar tan difícil como la India. Mientras, los pobres ceden su dignidad, con la esperanza de verse algún día del lado de los ricos, algo que es casi imposible, porque no tienen las oportunidades ni la educación.

Recuerdo, con veintitantos años, cómo recorría la ciudad en coche para documentar los cambios y las nuevas tendencias. Tengo un amigo con mucho dinero y de noche me iba de marcha con él, y veía las contradicciones. Cuando pensé en escribir esta novela, tenía idea de esas vidas glamourosas que vemos desde fuera, y que tenía que hablar de la desigualdad y la corrupción en estos últimos 20 años. Hay un contraste enorme de fortunas desmedidas y abuso de poder.

Los ricos siempre viajan en sus aviones privados y consiguen lo que se les antoje pedir, pero en el fondo tienen vidas muy vacías y decadentes. Honestamente, eso nunca me atrajo.

Compra la comodidad y la estabilidad. Yo he tenido que mudarme a Europa para vivir mejor. En India la desesperación del nivel de miseria es brutal. Los pobres ni siquiera existen como colectivos, son personas sin acceso a la educación y la sanidad más básicas.

La hermana de Ajay en la novela enfrenta un problema que tienen muchas mujeres allí: las esconden en las casas, porque el entorno social es tan conservador que hay miedo de que, si la niña va a un colegio público, se va a enamorar de alguien y a escapar. Hay mucha vergüenza, y muchas veces las niñas no tienen acceso a la misma educación que los niños, y tienen que terminar siendo trabajadoras sexuales.

El caso de violación en grupo que se produjo a una chica en 2012 en Nueva Delhi, en un autobús privado. Hubo muchas protestas y fue un gran momento de cambio en el país. Ese acto deleznable se produjo por la corrupción, realizada desde el último policía al burócrata más alto. Como novelista pensé que había que abordarlo. No puedo escribir desde un punto de vista narcisista, sentía que debía enfrentar ese abuso de poder, y es algo que encaja bien en el engranaje de un thriller.

He estado en Hollywood trabajando con representantes del canal Disney, y estamos tratando de lograr la mayor participación de personas en India, escritores y directores. A ellos no hay que presentarle los problemas porque ya los conocen, y será de las primeras veces que autores indios se hagan populares por no escribir para Occidente, sino para Oriente.