Luis Boullosa: «La gran novela americana no es un libro, es el pop»
Publica «Diez maneras de amar a Lana del Rey», una lúcida reflexión sobre la cantante y sobre cómo nos ha influido y formado la mitología americana
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Conocí a Luis Boullosa cuando era reportero de sucesos. Entonces arrastraba ya la autoridad de periodista muy versado en música y de gusto afinado. Sus crónicas de asesinatos parecían escritas con melodía y percusión, como si al finado le hubieran arrebatado la vida al ritmo de un cuatro por cuatro. Sus artículos resultaban tan electrizantes que dejaban la paradójica impresión de estar uno asistiendo a un concierto de AC/DC en lugar estar leyendo el relato de un crimen. En cierta manera, si uno atiende bien, las dos cosas tienen algo en común: son atávicas, instintivas y misteriosas. Las hechuras de su prosa resultaban ya por entonces demasiado amplias para las estrechas circunscripciones de la narrativa periodística. Decidió obedecer a la voluntad de su naturaleza, que le exigía campos de mayores horizontes, abandonó la profesión y se acercó a derroteros de más altura.
Músico, aparte de crítico musical, empañado por una insólita elegancia rockera y una inteligencia bien engarzada, Luis Boullosa se entregó al ensayo, aguas que ha surcado desde «El puño y la letra» o «Santos y francotiradores». Ahora regresa con «Diez maneras de amar a Lana del Rey» (Lib Uruak), una lectura que se ramifica en continuas bifurcaciones. Una reflexión sobre la cantante, por supuesto, un repaso de ella como letrista y de las autopistas por las que circula su música, pero también es un acercamiento a la cultura americana, a sus mitos y a cómo nos han configurado, sobre qué es el pop y, sobre todo, lo que significa una canción de tres minutos.
¿Qué le evoca una canción de Lana del Rey?
Cosas sobre sitios que no he podido visitar o conocer; sensaciones que no he sentido. Esto es algo del mundo pop. Lo músicos te cuentan su historia, hablan de personajes y parecen que están hablando de ti. Te convencen de haber estado en lugares donde jamás has estado. Bob Dylan habla de cosas muy detalladas sobre él, pero te queda la impresión de que se está refiriendo a ti. No sé cómo lo hace. No va a lo general para hablar de lo general, sino a lo particular. Lana del Rey es interesante porque te muestra muy bien cómo funciona el pop y cómo nos convierte en parte de una epopeya y un proceso cultural del que no formamos parte, pero que forma parte de nuestra paternidad espiritual. Cuando me levanto, una parte de mí obedece a parámetros culturales anglosajones. La otra, está en Europa. Lo que me interesa saber de verdad es a quién obedezco espiritualmente. Existen cosas que yo puedo decidir preguntándome: ¿Qué haría Neil Young? Me atrae cómo es la ficción de esta epopeya que influye en la realidad.
La música cuenta historias...
La gente sigue buscando la gran novela. La busca en una novela concreta cuando en realidad es un fresco y, para ser sincero, la gran novela americana está mucho mejor hecha a través del pop. La gran novela americana es musical. Y no es un disco concreto. Es todo un conjunto de impresiones musicales. Y no letrísticas. La novela americana es más sonora que impresa. El pop americano ha tenido una capacidad mayor, si lo tomamos en su conjunto, para reflejar la realidad mutante americana y de infectar a otros lugares que la misma literatura americana.
Un chaval de hoy se siente mucho más cerca del Rey Lagarto que del mito del Mío Cid. ¿Se refiere a eso?
Una cultura genera una mitología tras otra. Gran parte de su capacidad cultural, tanto nacional como internacional, es que sea capaz de regenerar esa mitología. América ha sido capaz de rehacer sus mitologías sin cesar. Las mitologías hispánicas puede que se regeneraran antes, pero no aquí, en este momento, ahora. A un muchacho de hoy, el Cid, la Guerra Sucesión, le queden como cosas ya muy lejanas. Probablemente hasta Bob Dylan le quede lejano. Estados Unidos ha entendido muy bien, sobre todo el ala capitalista, que es una factoría de mitos. Eso hay que reconocérselo. América resulta impecable haciendo eso. Y, es más. Esta mitología es constantemente autorreferencial, pero a la vez te incluye a ti, que vives lejísimos de ellos. Los mitos europeos están avejentados, pero los suyos se renuevan bien. Por eso estamos más cerca de allí que de aquí.
¿Y qué pinta Lana del Rey?
Ella ha trabajado con la iconografía americana perfectamente. Llega a la gente que es joven, de 18 años y por ahí, pero ella tiene treinta y tantos palos. Pero, en cambio, los muchachos la sienten como si fuera un elemento suyo y cuando me escuchan a mí hablando de ella, todos esos chicos dicen: ‘’pero, ¿qué hace este señor mayor charlando sobre Lana del Rey?’’. Aunque ella es cierto que emplea referencias de la época de nuestros abuelos, toca a nuestros hijos.
En su libro relaciona romanticismo, capitalismo y pop.
Mi teoría es una teoría pop. No soy historiador. Parte de la observación. El capitalismo, aunque ya no vivimos estrictamente el capitalismo y estemos más bien en un estado diferente, tenía su centro. La familia es el centro iconográfico e ideológico de ese sistema. Pero en ese sistema la familia es como si hubiera tenido dos hijos: el romanticismo y el capitalismo. En apariencia, pero solo en apariencia, son dos hijos enfrentados, pero si miras bien no lo están. Tienen una relación confusa, simbiótica. Si estudias el romanticismo en la Comuna de París enseguida te darás cuenta de que ya va de la mano del capitalismo y la burguesía. Estás dos ramificaciones no existen sin un elemento burgués. Ambas pulsiones se funden después en el pop para crear algo más trascendente. El problema es que la familia considera que el romanticismo es más peligroso, y se equivoca, porque el romanticismo, es cierto, es un elemento de regeneración. Siempre quiere volver a algo que es esencial y puro, pero no exige la destrucción del ecosistema de la familia. El capitalismo es el que ha ejecutado a la familia. Pero el pop no existe sin la fusión de ambas cosas.
¿Qué es una canción pop?
Una canción pop es una manera de acceder a un nivel de conciencia que no te exige ninguna explicación. Lo entiendes de una manera que es casi mágica. Las canciones cuentan cosas que todos sabemos, pero te despiertan, te hacen ser consciente de lo que sabes. No son explicaciones académicas. No son cursos de nada. Son despertares. Te hacen fijarte en asuntos que has vivido y que no sabías o no eras consciente de que lo sabías. Despiertas. Es la magia del pop. Por eso escuchas una canción una y otra vez. Es lo que pasa con la literatura. Un autor escribe algo que ya conoce, pero lo hace de una forma que se entiende perfectamente, y eso te puede frustrar. La canción pop original es de tres minutos y medio porque lo exigía un medio: la radio. Cuando escuchas esos temas, te das cuenta de que el pop es muy concentrado. Es muy difícil hacerlo. Esto hace Lana del Rey, aunque también tiene canciones de desarrollo...
¿En qué reside su magia?
Lo que le pasa al pop es lo que le sucede a la canción. Mucho antes de la literatura existe la canción. En el origen de todo está el canto. Por eso «Cántame, oh musa». Dice «cántame». El canto precede a una narrativa, al teatro. Creo que la canción y el embrujo atávico del cántico permanece vigente en el hombre. De hecho, la opera desaparecerá; la novela, desaparecerá, el cuento, también, y el videoarte..., pero, sin embargo, la canción no desaparecerá. La llevas integrada. Es eterna. Después de millones de años sigues cantando. Cuando todo esto desaparezca, la canción estará aquí, y los hombres continuarán cantando. No habrá libros, pero se cantará, porque cantar es humano.
Sé que no es muy amigo de Kurt Cobain, pero alude a él en este libro.
No me interesa como músico, sino como una figura mitológica. Es una especie de Cristo. Es un rey sacrificial de frase. Un elemento elevado al trono para después ser ejecutado cuando su poder decline. Estados Unidos hace esta jugada sistemáticamente. Sin cesar. Auge, caída y expiación. Por eso Estados Unidos ha creado tantos mitos a lo largo de su historia. Los lleva al extremo. Los escenifica. Es lo que aquí se hacía antes, en Europa. A Lana del Rey se la intenta llevar hacia ese lado. Como a Marilyn Monroe antes. La inocencia. La máquina mitológica asegura que vas a ascender y, después, caer. Pero, la tía, Lana del Rey, dice, me salgo por la tangente y me reformulo. Es un momento muy superfértil y atractivo, porque lo femenino se levanta contra el Cristo y la apisonadora mitológica, y entonces crean otras posibilidades que son nuevas. Esto es muy interesante.
En este ensayo también subraya el tono de escritora de Lana del Rey.
En los primeros cuatro discos, ella juega muy bien con los tópicos. Está muy pegada al canon y eso hace que sea algo rígida. Es como quiere que la quieran. Y ella ejecuta el papel que se le ha impuesto perfectamente. Ese rol de la Lolita que sale de la nada lo juega bien, aunque es mucho más de cartón. Pero a partir del álbum «Norman Fucking Rockwell!», todo cambia. No sé qué pasa con algunos autores, que, de repente, se convierten en la hostia. Ese disco es un verdadero golpe sobre la mesa. Es un disco de poder, en plan, todo esto que se dice de mí, es mentira, es falso. Y nos planta algo distinto delante de todos nosotros. En los foros, los «ultrafans» de Lana del Rey, se dirigen a ella como «nuestra madre», como «nuestro ídolo», como «nuestra jefa». La llaman «mamá»... en todo el mundo... y eso es porque Lana del Rey tiene una clara potencia maternal que es muy violenta. Dice, aquí estoy yo, porque he venido. En ese álbum, dice que yo no es la tía tonta, blanda y frágil, inmolada, que tú esperas. Soy más bien todo lo contrario y tiene todas esas canciones pasivo-agresivas que son tremendas. Los dos discos siguientes siguen esa misma estela.
Muchos auguran que Estados Unidos está en declive. ¿También como fábrica de mitos?
Es cierto que Estados Unidos está en decadencia, pero precisamente una de sus principales artes es que hace mitos con su propia decadencia, con sus fracasos y miserias. Es un imperio y, por tanto, puede luchar mucho tiempo. La decadencia de un imperio puede resultar muy larga, perdurar siglos, y en estos periodos se hace arte de un enorme y extraordinario valor. Ellos han aprendido a hacer caja y arte con lo bueno y con lo malo. El americano lo ha hecho incluso con las atrocidades de Vietnam. Ahí está «Apocalypse Now», por ejemplo y otras películas. Puede, como El Cid, ganar batallas después de muerto. Estados Unidos es un ente con tal pegada mitológica que puede vivir mucho tiempo de esa misma pegada. Pero sí estamos en un cambio de fase. Europa tenía esa misma carga brutal y se barrió en una generación. Pensábamos que iba a haber una larga pelea cultural entre Europa y Estados Unidos, pero lo anglosajón se impuso rápido. Es complicado saber qué va a suceder, pero creo que el fin de la cultura occidental es Estados Unidos.