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Libros

Cuando Madrid era de plata

Un libro traza un itinerario por los lugares emblemáticos del conocimiento que iluminaron las generaciones del 98 y el 27

De izda. a dcha., Antonio Machado, Gregorio Marañón, Ortega y Gasset y Pérez de Ayala, la Generación del 14 La Razón

Afinales del siglo XIX Madrid tenía 400.000 habitantes. Solo tres décadas después había más que duplicado su población hasta el millón de habitantes (no de cadáveres, como escribiría Dámaso Alonso) y reducido, al son de la media española, su tasa de analfabetismo a la mitad. Entre las últimas décadas del siglo y las primeras del XX tuvo lugar la llamada Edad de Plata de la cultura española, que se sostuvo sobre unas ideas «que buscaban regenerar España desde el punto de vista liberal y democrático» en palabras del historiador Javier Moreno Luzón, que da testimonio de esa filosofía y de su reflejo como itinerario físico en «Madrid, Edad de Plata» (Factoría Cultural Martínez), un libro que propone una ruta por un tiempo en el que Madrid despertó y se convirtió en una ciudad europea y cosmopolita.

Los lugares

En la geografía de la capital anidaron lugares fundamentales para el intercambio de ideas, el pensamiento y la creación. Lugares que perviven hoy como el Ateneo, el Círculo de Bellas Artes, la Institución Libre de Enseñanza, la Fundación Giner de los Ríos y la Fundación Ortega y Gasset. En torno a aquellos lugares y algunos otros orbitaron los miembros de las tres generaciones que cambiaron España: las del 98, el 14 y el 27. «Quizá la que mejor represente esos ideales de cambio gradual, a través de la intervención del Estado en la educación y la ciencia, sea la del 14, aunque por supuesto que hay vínculos entre las tres», dice Moreno Luzón, que explica que esta regeneración educativa y cultural «fue un movimiento de clases medias. Por ejemplo, desde la Institución Libre de Enseñanza se llevó a cabo un esfuerzo muy importante, porque una de sus grandes preocupaciones era dignificar la figura del maestro. Decían que puedes tener la mejor escuela del mundo en una cuadra sin medios para enseñar... si había un buen maestro. Así que ellos defendían pagarles mejor y hacerlo a tiempo. Aunque es cierto que la falta de recursos impidió que llegasen a los objetivos que se habían propuesto, se consiguieron enormes avances gracias a la inversión del Estado».

De la mano de los gobiernos liberales de entonces surgen varios de los lugares culturales más característicos, centros científicos, de humanidades y de ciencias. «Sin embargo, la Guerra Civil fue una fractura terrible y los vencedores consideraban que la Institución Libre de Enseñanza fue la culpable, más que los socialistas o los anarquistas. Pensaban que se trataba de una especie de secta que se había infiltrado en las instituciones del Estado con el objetivo de descristianizar y desnacionalizar España y había que exterminarla y lo hacían con esos términos», añade. La sede fue saqueada pero quedó como testimonio de unas ideas que encontraron un tiempo mejor.