Martha Jungwirth, abstracción de carne y hueso
El Museo Guggenheim de Bilbao reúne setenta obras en una retrospectiva sobre la artista que recorre cinco décadas
Madrid Creada:
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Corre la idea común de que la abstracción es una separación del mundo tangible y un rechazo de lo figurativo. Pero quizá convenga tener en cuenta que a lo mejor no es así y que esta manera solo es una aproximación distinta a la realidad. Una forma de descomponer lo habitual y ofrecerlo de una manera distinta. Con esta premisa, y acudiendo a un símil, podría afirmarse, que el arte se adelantó a grandes restauradores de hoy a la hora de brindar los mismos sabores de antes con una presentación diferente.
El Museo Guggenheim de Bilbao, en colaboración con Occident, dedica la primera retrospectiva desde 1966 a la artista austriaca Martha Jungwirth (Viena, 1940), un todoterreno en el complejo paisaje de la abstracción. A través de un recorrido, que parte de sus obras iniciales y que después avanza tocando todas sus obsesiones, esta muestra enseña las principales obras de esta creadora que, en lugar de estancarse en salones ya descubiertos, se ha internado por galerías nuevas conduciendo su estilo por fronteras inexploradas y alcanzando, como colofón, un estilo singular y reconocible, de la que solo ella es propietaria. La exposición, que abarca cinco décadas, revela que, aunque se mueve con códigos procedentes del vocabulario abstracto, este apea en el mundo físico, como reflejan los diferentes óleos y acuarelas.
De hecho su pintura, de alguna manera, parte de la observación de lo inmediato para luego derivar por senderos menos transitados. En sus trabajos están presentes las formas físicas del ser humano, los animales, las impresiones que ha extraído a lo largo de sus diferentes viajes por el mundo y las valiosas lecciones que le ha dejado el estudio de la historia del arte, aparte de la contemplación de sus obras más representativas y mayores. Su obra se convierte, así, en una especie de reflexión sobre los diferentes aspectos que definen la vida de las personas. Aunque en sus inicios están marcados por una evidente visceralidad, después, cambia, y da paso a una meditación sobre los recuerdos, las emociones y las experiencias vividas –ahí encajan sus autorretratos–, en ocasiones, muy cerca de acontecimientos recientes, como la pandemia de la Covid.