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Movimiento 4B: las mujeres que no quieren a los hombres (ni a Trump)

El grupo feminista predica una ruptura entre sexos impulsada por las activistas de Corea del Sur, que buscan combatir el machismo del país

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Se recrudecen las hostilidades entre mujeres y hombres. Las cuatro «B» del movimiento que tratamos aluden al rechazo al matrimonio heterosexual («bihon en coreano»), a tener hijos («bichulsan»), a las citas con hombres («biyeonae») y a mantener relaciones sexuales con ellos («bisekseu»). El 17 de mayo de 2016, en una estación del metro de Seúl, un varón de 34 años llamado Kim Seong-min apuñaló hasta la muerte a una mujer que no conocía de nada como venganza porque se sentía ignorado por el género femenino. Aquel sórdido suceso impulsó el 4B, que promueve romper toda relación sexual con los hombres. Ahora el extraño fenómeno salta a Estados Unidos como forma de aislarse de quienes votan a Donald Trump, que no comulga con las posiciones progresistas sobre el aborto. De momento, las redes sociales de Estados Unidos ya se han inundado con vídeos de jóvenes feministas rapándose el pelo en señal de desobediencia al patriarcado. 

El feminismo español se mueve en unas lógicas donde el Movimiento 4B puede prender con extrema facilidad. Hace pocos días, la activista Irantzu Varela compartía una noticia que llevaba el titular «La soltería aumenta hasta el 80% el riesgo de depresión en los hombres». El comentario de Varela fue «Dejad de cuidarlos. Se mueren solos». La presentadora Tania Llasera, con un tono excitado, grabó desde su coche un vídeo celebratorio sobre el 4B, donde nos informó de que también había feministas estadounidenses comprando armas. «Esto es una guerra», proclamaba. La feminista Cristina Fallarás, impulsora del #MeToo español, renunció recientemente a estar con hombres para casarse con una mujer y dedicarse a difundir testimonios anónimos sin verificar sobre violencia masculina.

Muchos verán esta oleada activista como una guerrilla sociocultural de vanguardia, pero tiene hondas raíces clásicas en el mito de Lisístrata, uno de los personajes emblemáticos de Aristófanes. Lisístrata es una de las comedias clave de esa época, donde la protagonista plantea una huelga sexual de las mujeres. En una de las escenas, Lisístrata ejerce de mediadora entre los atenienses y unos laconios plenamente erectos, así que su propuesta no era tan loca como pude parecer.

Otro intento más reciente de oposición frontal a los hombres llegó en los años sesenta con el movimiento SCUM (siglas en inglés de Sociedad para Trocear a los Hombres). Su líder, Valerie Solanas, llegó a atentar contra la estrella global del arte Andy Warhol. Le disparó tres veces, el 3 junio de 1963, pero no logró eliminarlo, solo dejarle secuelas el resto de su vida. Solanas era una prostituta callejera y odiaba el ambiente en el que había caído y a los hombres que la explotaban. Sus discursos y acciones la convirtieron en un icono del feminismo radical.

Unos datos sobre la batalla trumpista nos ayudan a poner las cosas en perspectiva. Desde la noche electoral del martes, en Estados Unidos ha habido un incremento del 4.000% en las búsquedas de «Movimiento 4B» en Google, convirtiéndolo en una de las tendencias más pujantes durante 72 horas. Los cinco territorios con mayor porcentaje de interés –Washington D.C., la capital del país, Colorado, Vermont, Minnesota y Maine– son todos bastiones demócratas, lo que indica que el 4B atrae sobre todo a mujeres progresistas. Por si fuera poco, el carismático «streamer» antifeminista Nick Fuentes echa fuego a la gasolina difundiendo eslóganes como ‘Tú cuerpo, mi decisión’, que recuerdan a las feministas que en Estados Unidos llevan años perdiendo la batalla legal del aborto.

En un informe publicado el 8 de noviembre, el Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD) afirma haber observado un aumento de los contenidos misóginos en las redes sociales desde finales de octubre, así como un crecimiento significativo de las publicaciones centradas en la derogación de la 19ª Enmienda de la Constitución estadounidense, que asegura a las mujeres el derecho de voto. El día después de la elección de Donald Trump, la ISD registró un aumento del 4.600% en las menciones en X de las frases «Tu cuerpo, mi decisión» y «Vuelve a la cocina».

De todo este caldo de cultivo surge el término Manosfera, que alude a los espacios digitales donde se encuentran gurús del ligue, «incels» (célibes involuntarios) y activistas contra la discriminación de los hombres. Los rincones antifeministas de Internet proporcionan una red afectiva para los varones que se sienten víctimas de leyes feministas radicales o de presiones políticamente correctas y canceladoras. No es ninguna exageración: hace menos de diez días, en Inglaterra, un estudiante de Oxford se quitó la vida después de que sus amigos le condenaran al ostracismo porque una mujer expresó su «incomodidad» tras un encuentro sexual que mantuvieron.

Justo en el año del asesinato en el metro de Seúl que impulsó el 4B, el gobierno había puesto en funcionamiento el «mapa rosa», que localizaba y mostraba la cantidad de mujeres en edad reproductiva en cada distrito de la ciudad. La respuesta feminista fue contundente: «Mi útero no es propiedad del Estado», dijeron, enfatizando que el rechazo al matrimonio y la maternidad «no solo es una decisión personal, sino una postura política que demanda autonomía femenina». La polémica lleva viva desde al menos 2021, cuando el presidente Yoon Suk-yeol declaró que el feminismo estaba «bloqueando las relaciones sanas entre hombres y mujeres».

El 24 de agosto de 2022, el «New York Times» publicó un reportaje sobre Corea del Sur titulado «La tasa de fertilidad es la más baja», otra vez. El país asiático solo alcanza un mísero 0.72, cuando la cifra que garantiza el reemplazo demográfico es de 2.1 (en realidad, Corea del Sur no cubre su tasa de reemplazo desde 1983). Las autoridades han lanzado incentivos, desde subsidios de vivienda para recién casados hasta beneficios fiscales para fomentar el matrimonio y la maternidad, pero las feministas ven estos programas como la constatación de que el gobierno solo las considera como «máquinas de hacer bebés».

Una encuesta de 2022 realizada en Corea del Sur revela que el 65% de las mujeres, frente al 48% de los hombres, no quieren tener hijos. Uno de los motivos principales para explicar la escasez de nacimientos es la brutal cultura de la competición académica, que sitúa la demanda de las exigentes «escuelas preparatorias» por encima de la educación normal, generando ansiedad en los padres, depresión en los estudiantes y arruinando cualquier tipo de vida familiar.

La revista «Rolling Stone» hizo un reportaje sobre el terreno. Horas después de que Donald Trump fuera anunciado como el presidente número 47 de los Estados Unidos, el «subreddit r/4bmovement», un espacio feminista originado en Corea del Sur, duplicó sus usuarios mientras que los TikToks que instan a más mujeres estadounidenses a participar se volvieron virales. Uno de los más populares muestra a una veinteañera al borde del llanto que rompe por teléfono con novio al enterarse de que es votante de Trump y se lo había escondido. Lo hace en una habitación rodeada por sus boquiabiertas amigas. «Ojalá te asfixies al tragar un trozo de cemento», suelta entre otras lindezas.

Corea del sur es una sociedad tradicional donde el feminismo no tiene un papel prestigioso en la vida pública. Muchas mujeres se politizan a una edad temprana, por ejemplo cuando algún compañero de instituto hace un «deepfake» sexual sobre ellas y lo redistribuye por los dispositivos digitales de los compañeros de clase. Nadie parece estar trabajando en un plan para una necesaria reconciliación entre hombres y mujeres. ¿Por qué nos llevamos hoy mucho peor que nuestros abuelos?