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Rosalía: “Una crítica a 15 segundos de una canción demuestra la incomodidad ante una mujer expresándose sobre su sexualidad”

La artista lanza mañana “Motomami”, su nuevo álbum en el que, a lo largo de 16 canciones y entre la bulería y el reguetón, le canta a la energía femenina “a modo de diario personal”

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La belleza de una metamorfosis ya no reside en su consecuencia, sino en la calma, la dedicación y la energía de su mismo proceso. Rosalía lleva esta evolución en la voz, en su música y, literalmente, en la sonrisa: decora sus dientes con una mariposa roja y brillante, que conjunta con sus mechas rojizas y su honesta mirada. Con vestido rojo, gabardina negra y uñas rosas y cortas, la artista llega al lugar de la entrevista con este diario emanando la energía de lo que canta en “Bulería”: “Soy igual de cantaora con un chándal de Versace que vestidita de bailaora”. Un tema que forma parte de los 16 que conforman “Motomami”, que se publica mañana y que es resultado de un minucioso proyecto en el que la artista se ha volcado estos últimos tres años. Ha buceado en sí misma, en sus gustos, sus miedos, su entorno, sus distancias y su talento, para tener como resultado en el disco una madurez artística visceral, un cambio que no significa desechar, sino nunca dejar de sumar.
Defíname “Motomami”.
Es una energía. Una “motomami” es lo que ella quiera ser, también se puede hablar de “motopapi”. Internet hoy día es increíble, porque he lanzado ese concepto al aire y cada uno lo hace suyo. Para mí lo interesante es eso, que cada uno lo sienta distinto. Personalmente, “Motomami” tiene que ver con la energía femenina.
¿Cuál ha sido el principal propósito del álbum?
Intenté hacer canciones desde el lugar más honesto posible sobre un momento concreto de mi vida, que fueron estos últimos tres años. Si la gente quisiera acercarse por una mirilla a lo que he vivido, con estas canciones lo puede hacer. A nivel de proyecto musical, quería hablar sobre la transformación, el desamor, la sexualidad, lo celebrativo, la espiritualidad... Todo eso está presente en “Motomami”, porque es parte de mi vida. He intentado que fuera un recojo de canciones a modo de diario personal.
Ha grabado, escrito, producido... ¿ha habido algún sacrificio para llevar adelante el proyecto?
Sí, ha sido el proyecto en el que era más evidente el sacrificio que estaba haciendo mientras estaba en el proceso creativo. Estaba lejos de mi familia y del lugar en el que yo nací, crecí y he pasado toda mi vida. Casi dos años lejos. Había muchos momentos de decir “quiero volver” o “les echo de menos”. Ese lugar y esas personas son quienes me devuelven el centro, y estar tan lejos de eso no fue nada fácil. Fue el gran sacrificio. Pero a la vez estoy agradecida de haber podido hacer el disco.
¿Lamenta algo?
Me siento agradecida de no haberme rendido. Lo empecé en 2019 mientras estaba de gira, luego durante 2020 con la pandemia y también en 2021, cuando todo empezó a abrir. Como mis colaboradores estaban en Estados Unidos, no tenía claro que si yo volvía a España después pudiera regresar allí. Era arriesgarme a dejar colgado el proyecto. Entonces tuve que quedarme hasta que lo terminé. Me tomó mucho más tiempo del que yo hubiera querido.
Es necesaria para esa decisión una fuerte capacidad mental.
También a nivel de corazón. Mi trabajo es tan vocacional... Hacer música es casi una necesidad, no me imagino sin ella. Es muy de corazón, de decir que me he comprometido. Así soy con los demás y con todos. Decidí que iba a hacer este proyecto y no paré hasta que lo conseguí.
En “G3 N15″ incluye unas palabras que intuyo son de su abuela, ¿servían de aliento en los momentos de soledad?
Sí, son de ella. Y sí, cien por cien. Me acuerdo de estar en el estudio y que mi abuela me mandara mensajes de Whatsapp. Ella está en el disco porque es una Motomami, igual que mi madre. Escribir esas canciones que tienen que ver con el estar aislada, el estar echándoles tanto de menos, era la manera de decirles que estaban presentes aunque yo no estuviera ahí.
Tras haber liderado este proyecto, ¿cómo ve el papel de la mujer en la música?
Cada vez, gracias a Dios, hay más mujeres en el estudio. Y eso es algo que celebro. He podido colaborar con Caroline Shaw, una mujer que hace arreglos increíbles, un músico maravilloso, que se incorporó en las últimas semanas de grabación para darnos algunos toques. Celebro que cada vez estemos más involucradas en la producción o en la parte de proceso de escribir... Estoy presente al cien por cien en muchas de las canciones: he tocado instrumentos, en “Hentai” hice parte del piano, en “G3 N15″ parte del órgano... He tenido la oportunidad de crecer y empujarme a mí misma como compositora y como productora en este proyecto. También por lo que estaba pasando a mi alrededor. Había mucho contraste entre lo que acababa de vivir en la gira, de estar rodeada de mucha gente, y de golpe lo contrario, estar encerrada en casa. Eso lo quise traducir a valores musicales. Por eso es tan intencional que en el “tracklist”, cuando escuchas el disco de arriba a abajo, hay un vaivén constante de energía.
Reguetón, bachata, bulería, jazz... el disco lo tiene todo: ¿es liberación artística o la búsqueda de un espacio?
Me gusta que hables de libertad, porque esa palabra la he tenido muy presente a lo largo de estos tres años. No he querido juzgar mi proceso creativo, sino centrarme en que la libertad sea lo principal. Todo lo que tenía inquietud de hacer lo he hecho, porque eso es lo que me hace crecer. Lo fácil habría sido intentar repetir una fórmula que ya hubiera encontrado, y decir este es mi sonido, y aquí me quedo. Es mucho más interesante empujarme hacia adelante siempre, no mirando para atrás.
Existe una tendencia a que los músicos se desvinculen de un solo género.
Es muy interesante que lo digas. Es mucho más honesto como músico hoy en día, en un mundo como el que vivimos donde estamos expuestos a tantos estímulos diferentes, que si uno tiene referencias de tantos lugares, ¿por qué no ser transparente con ello? ¿por qué no dejar que tengan cabida? Yo me comprometí con una paleta de colores a nivel de sonido, y de principio a fin del disco puedes encontrar elementos recurrentes, unos drums agresivos que están todo el tiempo presentes, una forma de escribir que tiene un tono concreto, y también el contenido, que tiene mucho material autobiográfico, algo que no había hecho antes. Todo eso para mí es lo que hilvana el disco. En el universo de “Motomami” hay cabida para referencias como la música industrial, el flamenco, que siempre lo tengo presente, es mi base, la música latina, la bachata, el dembow, los boleros, la música clásica, el rap...
¿Explora también esos géneros como una estrategia para abrirse a un mercado musical internacional?
Mis primeros recuerdos que tienen que ver con el reguetón es bailando con mis primas, en la feria de mi pueblo. Y cantábamos Lorna, bailábamos las canciones de Don Omar... Me acuerdo estar saliendo a los clubs cuando era adolescente, y lo que más me gustaba bailar, y también a día de hoy cuando salgo, es reguetón. Es una música que te hace moverte instantáneamente. Ivy Queen es un referente como también lo puede ser Lola Flores. Todo eso forma parte mis vivencias. La forma en que hago música no es esperando un resultado concreto, sino con la ilusión de seguir creciendo. Siempre me pregunto cómo puedo ser cada vez más libre, cómo puedo usar mi voz de una manera diferente. Yo no me tiro un año trabajando en voces si no es por vocación y por amor a esto, y desde la admiración y el respeto por estilos musicales distintos. No creo que haya un género mejor que otro. Siempre parto de ahí.
En “El mal querer” le juzgaron por “apropiación cultural”, y de “Motomami” las juzgadas han sido las letras, ¿cómo lo ve?
La crítica que pueda recibir un fragmento de 15 segundos de una canción, para mí demuestra la incomodidad que provoca que una mujer se exprese abiertamente sobre su sexualidad a día de hoy.
Como dice la canción con “The Weeknd”, ¿es mala amante la fama?
Tenía ganas de reflexionar sobre cómo mi vida ha cambiado de golpe, para procesar lo que había a mi alrededor en un contexto completamente diferente, y la fama es un elemento más dentro de él. Mi punto de vista sobre ello ya está expuesto en la letra de la canción.
¿Qué Rosalía tengo delante y cuál nos espera por ver?
A una “motomami”, en el sentido que tú quieras, como tú lo sientas (ríe). A una muy contenta de compartir por fin este trabajo.