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Andrea Motis: «Cuando una mujer deja de sentirse víctima, consigue resultado»

Publica «Loopholes», álbum en el que incursiona en nuevos géneros que modernizan su tradicional proyección al jazz antiguo: entre el funk y el neo-soul
Enrique CidonchaLa Razón

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Su trompeta es su amuleto, su tercer brazo, la una existe por la otra, y viceversa. Andrea Motis la tiene a su lado mientras se reúne con este diario en el Café Central de Madrid. Con jazz sonando de fondo, nos habla de cómo ha salido de su zona de confort a través de su nuevo álbum: «Loopholes». Para él ha buceado en nuevos estilos, desde el funk al neo-soul, pasando por el jazz eléctrico e, incluso, el folklore latinoamericano. Una serie de canciones con las que, asegura, sigue aprendiendo, y que refutan su condición como una de las artistas de jazz españolas más esenciales a nivel internacional.
«Loopholes» significa «lagunas», ¿por qué ese título?
Se refiere a un vacío legal, a una salida o escapatoria. Como hasta ahora siempre he hecho jazz más clásico, esto es como una conexión con mi generación. Con música que tiene más electrónica y más marcha. «Loopholes» es una de las canciones del disco, y la letra trata sobre vacíos legales, de cómo nos va muy bien tenerlos y cómo después nos perjudican. Es algo crítico y de reflexión.
¿De dónde viene el interés de acercarse más a su generación?
Siempre tuve esa inquietud de la música de los 80. Tengo un trompetista de referencia que es Roy Hargrove, que siempre ha hecho tanto jazz como ha incursionado mucho en el funk, groove y hip hop. Cuando conocí su proyecto con la banda The RH Factor, que es justamente algo parecido a algunas canciones de mi disco, me dieron ganas de investigar más allá de lo que es el jazz que siempre he tocado. Es un buen momento para cambiar un poco.
¿Toma el cambio como un riesgo o como una prueba de valentía?
Me ha venido bien para aprender, y además estoy muy contenta del resultado, porque lo he hecho sin tener nada planificado. Lo hicimos entre tres productores, Christoph Mallinger, Steph Kondert y yo, al principio con mucha ilusión y al final con la angustia de no saber si me convencería. Pero estoy súper contenta del resultado, me encanta tener un disco con tanta diferencia de influencias.
¿Qué nuevo estilo le ha resultado más inspirador?
Cantar temas de Christopher, que es mi pareja. Son muy alejadas de lo que yo hacía, porque es un jazz más contemporáneo, mucho más difícil, oscuro y moderno, pero me atraía mucho. Al aprenderlas incorporas cosas nuevas a tu cabeza, y después empleas para tus propios solos y tu formación musical.
¿Cuál cree que es la situación del jazz en España?
Cuando hablo del gremio de jazzistas no me cuento, porque yo tengo la suerte de estar en otros circuitos. Soy de los pocos afortunados que pueden vivir de tocar. Pero mi gremio no está representado por eso, y eso es una pena total. Acaban haciendo muchas veces de profesores, y quizá querrían ser músicos. Es una obligación ser profesor si eres músico porque, si no, no puedes vivir. Hay toda una nueva generación de músicos jóvenes muy talentosa y variada, muy ecléctica, y en cambio hay pocos clubs y poca programación. Además las posibilidades de pagar bien son muy humildes.
Entonces, ¿el problema está en la predisposición del público, en la falta de espacios o en que sea un género juzgado?
La industria musical es un mercado con producciones que se lanzan a lo grande, y nos llega siempre lo mismo. Muy poca la gente indaga, y aunque busques a veces es difícil, sobre todo ahora que los músicos de jazz no tienen management de Prensa. No solo en el jazz, sino que realmente hay muy poca variedad de música. A veces yo encuentro que se tira a lo fácil, a veces son producciones que no son ni grupos musicales, sino reversiones, refritos. Y claro, luego las bandas que están trabajando de verdad están escondidas.
¿Existe un tipo de música más elaborada e intelectual?
Sí, por supuesto, por el hecho de que puede ser más compleja. Cuando era pequeña mi padre era amante del jazz, y a mí no me gustaba nada, prefería Shakira, como todo el mundo. Pero cuando lo empecé a tocar lo entendí desde dentro. A medida que podía masticar más el jazz, lo entendía como un idioma nuevo.
¿Es difícil ser una mujer joven en esta industria?
Hasta este disco siempre he tocado con la misma banda, que son todos hombres, y he tenido mucha suerte. Siempre me han acogido, me han enseñado mucho y me han me han ayudado a sobresalir. Ahora con la banda nueva hay mucho respeto, a algunos no los conozco bien pero está todo súper bien. Siempre he sentido que si no entendía alguna cosa no me sentiría coartada o coaccionada. Así también se lucha, sabiendo que eres una más. No soy más que nadie, y en el momento en que no te sientes víctima es cuando consigues resultado. El siguiente paso es ser uno más.
Entonces, ¿menos quejarse y más avanzar actuando?
También depende de en qué punto estés, porque entiendo que ha sido para muchas personas súper necesario quejarse, y sigue siéndolo. Pero por mi experiencia, he encontrado que todo lo contrario también sirve. Sí lo sentí más al inicio, cuando se me estigmatizaba por ser una niña, como si no mereciera estar en la escena. Pero es algo de lo que me he dado cuenta más recientemente, que ahora la gente se arrepiente y me apoya.