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Metallica, Placebo y las cosas más extrañas en Mad Cool

Ambas bandas, protagonistas de la banda sonora de “Stranger Things” templan una noche inusualmente fresca en la vuelta del festival madrileño, lleno con 60.000 asistentes

El guitarrista James Hetfield de Metallica en el festival Mad Cool 2022
El guitarrista James Hetfield de Metallica en el festival Mad Cool 2022Ricardo RubioEuropa Press

La goleada era incontestable. Si un festival se mide por las camisetas de sus asistentes, la presentación de Metallica en el Mad Cool olía a eliminatoria resuelta, a futbolín peraltado. Tampoco es que hubiera dudas de antemano en realidad, porque los de James Hetfield eran las estrellas indiscutibles de esta edición, pero los de California salieron a tocar, tras su clásica introducción de “El bueno, el feo y el malo”, gloria eterna a Morricone, con el campo cuesta abajo.

Dicen que el rock de guitarras se extingue y que se va quedando para la nostalgia. Quizá es solo casualidad, pero tanto Metallica como Placebo interpretaron anoche una canción muy protagonista en el trampantojo ochentero que es la serie de Netflix “Stranger Things”. Los británicos se dejaron algunos de sus grandes temas pero no la versión de Kate Bush de “Running Up That Hill”, que juega un papel crucial en la serie. También es protagonista en la cuarta temporada de la ficción el clásico “Master of Puppets”, de Metallica. Sin embargo, si quieren cosas extrañas, o más extrañas todavía, podemos mencionar la tormenta que no aparecía en ningún pronóstico y que barrió Madrid por la tarde, solo unas horas antes de la apertura de puertas del festival y semanas después de la última lluvia en la capital. Más sustos no, Mad Cool, que nos conocemos.

Sin embargo, para contradecir de inmediato la falsedad de que el rock & roll se muere, ahí estaba el muy excitante Yungblud, con su torrente verbal y algo hampón que negaba la mayor. Con la voz y dicción del hermano mellizo de Alex Turner (Arctic Monkeys) y una mezcla de estilos y de actitud que venera tanto a Eminem como a The Clash, el jovencísimo británico no se amilanó y honró a los programadores de un evento que siempre apuesta por el rock de guitarras con un concierto arrollador. Aunque seguramente no lo fue tanto como para que varios miles de espectadores permanecieran una hora ante el escenario en silencio, hipnotizados, sino que la mayoría buscaba en realidad conservar una localidad de privilegio esperando a Metallica.

Esa hora de guardia pudieron aprovecharla mejor Placebo, un grupo de carácter un tanto frío que ayer no transmitieron demasiada emoción y que dejaron en el tintero “Every You, Every Me”, aunque sí entregaron “The bitter end” y “Try Better next time”. Sí conviene destacar que, al mismo tiempo, SFDK abarrotaron la carpa The Loop con capacidad para 9.000 personas y para orgullo del rap nacional frente a los británicos, reivindicando un lugar para el estilo y el colectivo en tanto festival pendiente del rock anglosajón.

Pero todos los pasos sobre el césped artificial (el mismo de siempre, con parcheados estratégicos para aumentar la sostenibilidad) llevaban a Metallica. “Whiplash”, “Creeping Death” y “Enter Sandman” (¿demasiado pronto?) abrían un set de temas clásicos (incluso varias rarezas en directo como “Dirty Window” o “The Judas Kiss”) para sus mayores “connoiseurs”. Los de Hetfield habían tocado en el mismo páramo de Valdebebas hace solo tres años, para más gente incluso, aunque parece que para nosotros hubieran pasado más que para ellos. Quedaba “Master of Puppets” y unas descargas de pirotecnia para certificar que son los amos.

Podría parecer extraño, pero no lo era: a la misma hora, el escenario de Carly Jae Repsen mostraba una parroquia nutrida y orgullosa. Y tampoco era paranormal ni para nada normal la brisa fría que barrió el recinto, cuando la mayoría estaba preparado para vivir en un horno. Pero así son las cosas en Mad Cool, normales y un poco extrañas a partes iguales.

En el apartado organizativo, la primera jornada estuvo marcada por el excelente funcionamiento de la restauración y accesos y la razonable circulación de los asistentes, pero por el colapso de las comunicaciones. La caída del sistema de recarga de las pulseras provocó colas ante los puestos físicos y el dispositivo de telefonía móvil se demostró algo precario a la hora de dar servicio a los usuarios. Molestias aparte, resultó una vital desintoxicación del celular para los adictos a las “stories”, al menos en el caso de algunas compañías telefónicas.