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Muse, ¿amor u odio?

El trío británico se ha convertido en una atracción de masas por un estilo épico que roza la irritante grandilocuencia: lo demostrarán en el Barclaycard Center de Madrid.

De izda. a dcha., Chris Wolstenholme, Matthew Bellamy y Dominic Howard
De izda. a dcha., Chris Wolstenholme, Matthew Bellamy y Dominic Howardlarazon

El trío británico se ha convertido en una atracción de masas por un estilo épico que roza la irritante grandilocuencia: lo demostrarán en el Barclaycard Center de Madrid.

A favor

Ser hijos de Radiohead

Ahora nadie lo recuerda, pero en sus inicios Muse fueron considerados por la crítica como el alumno más aventajado de Radiohead. Matt Bellamy y sus chicos estaban enamorados de «Pablo Honey» (1993), «The Bends» (1995) y «OK Computer» (1997), algo que queda claro en «Showbiz» (1999) y «Origin of Symmetry» (2001), los dos primeros discos del trío de Inglaterra. De hecho, la portada del segundo parece una calcomanía del imaginario visual de Thom Yorke y compañía.

Su faceta activista y solidaria

Fue una de las polémicas más sonadas de la carrera del grupo: su enfrentamiento en 2003 contra la multinacional Nestlé cuando ésta utilizó sin permiso «Feeling Good», una versión firmada por Muse de una conocida canción de un musical inglés. El grupo ganó la demanda y donó las 500.000 libras esterlinas a Oxfam. El principal impulsor de la denuncia fue el bajista Chris Wolstenholme, que no estaba de acuerdo con las prácticas de Nestlé en África.

Saben reírse de sí mismos

El video dio la vuelta al mundo y aún hoy es posible verlo compartido en redes sociales. En 2009, Muse acudió a la cadena italiana RAI 2 para presentar su nuevo single, «Uprising». El programa «Quelli che il Calcio» obligó al grupo a actuar en playback, y sus tres miembros, en señal de protesta cómica, decidieron intercambiarse los instrumentos. De hecho, el bajista Chris Wolstenholme se hizo pasar por el cantante mientras era entrevistado en directo.

Trabajados videoclips.

Algunos parecen pequeñas películas de serie B muy bien armadas. El ejemplo más claro es «Knights Of Cydonia», un excelente clip de seis minutos dirigido por Joseph Kahn (el director favorito de las estrellas de la música) que mezclaba spaghetti western con hologramas, seres de fantasía y robots. Un delirio pop que reflejaba los estilos sonoros de la canción.

En directo cumplen

Las giras de Muse cada vez están más cercanas de un parque temático móvil con capacidad de desplazarse por todo el mundo. En el anterior tour, «The 2nd Law», los británicos unieron definitivamente el espectáculo con la canciones pop. Pantallas gigantes de LED, estructuras piramidales gigantes, explosiones y pirotecnia... En Madrid podemos esperar drones voladores, una pantalla circular mastodóntica encima del escenario y un robot hinchable gigante.

EN CONTRA

La megalomanía de Bellamy

El alma mater y cantante de Muse es el miembro de la banda que centraliza eso del amor-odio. Su voz chillona, dramática, con ese falsete desatado, no es apta para todos los públicos, y genera adhesiones pero también un rechazo que suele ser frontal. Si a eso se le suma una vena intelectual de brocha gorda que preside casi todos sus álbumes –discos conceptuales a lo «The Wall» sobre la alienación del hombre moderno–, es más que normal pillarle ojeriza.

Épica cargante

Aquí Muse juegan en la misma división de otros dos grupos que llenan estadios, U2 y Coldplay. Se trata de la liga del pop grandilocuente, bandas que con sus canciones pretenden abrir las aguas del Sinaí. Esa épica es un recurso facilón y manido; de hecho, se suele usar para enmascarar la falta de ideas, músculo y personalidad de los temas. Todo aplicable al trío.

Pocos discos relevantes

Sí, Muse es un grupo de éxito que llena grandes recintos y vende miles de discos, pero a nivel creativo están muertos. «Black Holes and Revelations» (2006) fue su última muestra de nervio, y todo lo que ha venido después es una serie de pastiches sonoros que detrás de un supuesto riesgo y de las ínfulas intelectuales sólo persigue mantener su estatus de estrellas y el emporio comercial que les rodea. Su último trabajo, «Drones», es el peor valorado de su carrera.

Querer y no poder ser Queen

Aquí hay que echar mano del famoso tópico: las comparaciones son odiosas. Sea uno fan o no, los chicos de Queen iban sobrados de carisma, algo que personalizaban en el malogrado Freddie Mercury. Muse ha intentado recuperar ese rock épico, con fuste glam, camaleónico y lleno de energía de los autores de «Bohemian Rhapsody», pero el intento de ponerse a su altura ha resultado fallido. La sombra de Mercury es demasiado alargada.

Padres del indie-mainstream

Cuando el grupo empezó en los noventa, esa etiqueta no estaba muy extendida, pero el monstruo ya tomaba forma. Muse fueron y son uno de los exponentes más claros del denostado género, de hecho, ayudaron a construirlo: esas bandas que, supuestamente desde postulados y rasgos sonoros indies, logran llegar a una audiencia masiva. En realidad, son el equivalente al «Adult Oriented Rock» (AOR) más conservador de los ochenta.