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Estreno

Graham Vick: «La ópera debe ser más democrática»

Director de escena

ESPAÑA INTEMPORAL. Una escena del montaje.
ESPAÑA INTEMPORAL. Una escena del montaje.larazon

¿Qué hace Graham Vick dirigiendo zarzuela? La respuesta más simple sería: porque le llamó su amigo Paolo Pinamonti.

¿Qué hace Graham Vick dirigiendo zarzuela? La respuesta más simple sería: porque le llamó su amigo Paolo Pinamonti, que ahora dirige la casa madrileña. Pero es fácilmente comprensible que a un hombre como éste, que lleva combinando sus puestas en escena en los mayores coliseos operísticos con la atracción de nuevos públicos le tentara poner una obra maestra que apenas se ha visto durante el siglo XX como «Curro Vargas». El mismo hombre que hizo «West Side Story» en un molino abandonado de Yorkshire con trescientos desempleados o que ha conseguido que Birmingham pase de no tener ópera a que acudan a ella hasta aquellos que están en edad de hacer botellón pone en escena ahora esta obra de Chapí que algunos definen como un cruce entre Wagner y el verismo.

-Asegura que dijo «sí» al proyecto sin haber leído la obra y luego se llevó una sorpresa. ¿Qué había escuchado de la zarzuela previamente?

-Varias arias, estuve explorando en Youtube y tuve un curso intensivo con Plácido Domingo, que una vez me explicó lo fundamental del género. En definitiva, tenía una idea que me hacía pensar que podía intentarlo. Luego Pinamonti, que es amigo, me llamó nada más llegar a su puesto.

-¿Durante este tiempo en España ha podido saber por qué el divorcio entre las nuevas generaciones y el género?

-La Historia de España es muy complicada. Seguramente la situación de la zarzuela ahora mismo tiene mucho que ver con eso. Esta ciudad mismamente está llena de contradicciones...

-¿Cómo le suena el español cantado en el escenario?

-Soy un apasionado de hacer obras en la lengua del público porque creo que llega mucho más. «Curro Vargas» es una de las obras con más texto que he hecho, sólo recuerdo «Lulú» de Alban Berg que tenga más. La palabra es una parte importante del montaje, no únicamente en las arias, sino también en las partes habladas. No son cuatro líneas que se repiten, se trata de una profundización psicológica del verso que va paralela a la música.

-Quizá el público que conoce su trabajo en ópera esté pensando en acercarse a este teatro aunque no lo frecuente. ¿Qué podría decirle para convencerles?

-Nadie conoce mi dirección escénica de «Curro Vargas», quien crea conocerme, se equivoca (dice con ironía). Trato de renovarme y de generar sorpresa, trato de que mi mano no se reconozca de un montaje a otro, sólo en los actores. En Madrid se han programado tres montajes míos: «Lucia di lammermoor», «Rigoletto» y «Tamerlano», y poco tienen que ver entre ellos. Ahora, tengo claro que la música es digna de un gran compositor operístico: hay concertantes magníficos, dúos propios del melodrama italiano; en definitiva, música y texto de gran nivel. Chapí, por si fuera poco, usa, con sofisticación shakespeareana, los momentos cómicos para potenciar el drama. Y, cual Verdi, es una ópera profunda, pero con melodías populares. Así que los amantes de ópera que aman el género encontrarán de todo; los snobs, no hallarán nada.

-Cuando le preguntan por la España negra del XIX que refleja la ópera responde que «es ingenuo pensar que la humanidad ha cambiado»...

-Lo que se verá en el escenario es una España teatral, no basada en ninguna época, y filtrada a través de mis ojos, por tanto, será el país que es hoy porque es el que conozco mejor y los protagonistas son españoles de hoy, llevan consigo la nación. Al mismo tiempo, me parece absurdo hablar del pasado en el arte. Cuando vemos las pinturas negras de Goya o el «Guernica» de Picasso, ni se refieren sólo a España ni reflejan únicamente la época en que fueron pintados.

-¿Por eso dice que prefiere la fuerza de lo simbólico frente al realismo detallado?

-Es cierto, pero es verdad que existe un cierto realismo en lo que hago, lo que no hay es naturalismo. Es lógico teniendo en cuenta que el texto es en verso y que tampoco cantamos en las conversaciones habituales. Pero tampoco es simbólico en el sentido francés, es decir, no es abstracto.

-Su obsesión sigue siendo que la ópera cambie para abrir las puertas al público... ¿En Birminghan lo ha logrado?

-Sí, estoy seguro de que hay que hacerlo. Birmingham es la única ciudad en que puedes ver caras negras, asiáticas, árabes... Es decir, donde va la gente normal de todas las edades. No hay privilegios, ni palcos. Sólo se puede llegar a esto después de 26 años de trabajo. El Real es casi un palacio, resulta difícil que eso sea un teatro popular. Está construido por los ricos, es fácil creer que uno no pertenece a este lugar. La opción de Birmingham me parece más democrática, que es lo que deben ser. Allí no pueden comprarse privilegios. Si mucha gente no va a la ópera es porque creen que es un sitio al que no pertenecen, que debe ir otro tipo de personas.