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Entrevista

Paloma Picasso: «Desde niña me di cuenta de que mi padre era un gran mito»

La hija de Pablo Picasso y Françoise Gilot les rinde homenaje a ellos y a su hermano Claude con una exposición en Barcelona

Paloma Picasso durante su entrevista con LA RAZÓN
Paloma Picasso durante su entrevista con LA RAZÓNJoan Mateu

Uno no puede evitar la tentación, cuando habla con Paloma Picasso, intenta encontrar en sus rasgos o en sus gestos algo que nos recuerde a su padre, al pintor que cambió el arte del siglo XX para siempre. La hija de Pablo Picasso y Françoise Gilot está en Barcelona para presentar la exposición «Crecer entre dos artista», en la que rinde homenaje a su hermano Claude y que ha comisariado con Emmanuel Guigon en el museo del artista malagueño en la capital catalana, con numerosa obra inédita. Antes de la apertura, tuvo la siguiente entrevista con este diario.

Esta exposición es, para usted, ¿cómo abrir un álbum viejo de fotografías?

Sí, pienso que se puede decir que es un álbum familiar. Creo que lo lindo es que la gente ve la parte más íntima del personaje de Picasso.

Y también a su madre, a Françoise Gilot.

Sí, así es. En realidad, Emmanuel Guigon quiso hacer una exposición dedicada a mi madre antes del covid, pero vino la pandemia, todo se complicó, unos años después murió mi madre. Así que pensé que se podía hacer algo muy lindo homenajeando a Claude, a la vez que se homenajeaba a mis padres volviendo a revisar todas estas imágenes.

¿Siente nostalgia al verla?

No sé si se puede llamar nostalgia. En todo caso, me siento muy privilegiada de haber podido crecer entre dos artistas que estaban muy atrapados por su trabajo, pero que también sabían compartir su tiempo con sus hijos y divertirse con ellos tratándonos como personas, no como alguien menos importante. Nuestros juegos eran tan importantes como los de ellos que era crear cosas. Para un niño es fascinante ver a alguien crear de la nada.

¿Cómo era Picasso como padre?

Muy fácil, muy simpático. En realidad, no se ocupaba de saber si íbamos bien en la escuela. Eso no le interesaba. Lo que le interesaba era la magia de la inocencia, pero no en un sentido estúpido. Le gustaba la inocencia que tiene un niño, al igual que un artista, de ser libres hasta que crecen y les enseñas a no serlo más.

¿Esta exposición aleja a Picasso del mito?

Bueno, desde niña yo sentía el mito, yo no podía no darme cuenta de niña de que mi padre era un mito enorme. Primero de todo, era conocidísimo, salía a la calle y era como un cantante de rock and roll. Donde íbamos, la gente se amontonaba para preguntarle por autógrafos, para hacerse fotos con él... Todo ese tipo de cosas. Pero él se lo tomaba muy bien, de un modo muy abierto, muy sencillo, y eso fue lo que nos permitió soportarlo también a nosotros porque la gente era muy agradable.

¿También humanizó a su padre el libro que le dedicó su madre titulado «Vida con Picasso?

Sí, yo pienso que ella lo hizo por eso justamente porque ella encontraba que se había divinizado a Picasso. Pienso lo mismo que ella, en el sentido de que dignificar a Picasso, decir siempre que es un genio... Es que él era un hombre, algo mucho más fuerte que ser un genio o un dios. Ese es el mensaje importante del libro, aunque él no lo entendió así, sobre todo porque la gente que había a su alrededor tampoco lo quiso ver de esa manera. No olvide que el libro de mi madre está dedicado a él. Así que ella lo hizo con respeto porque tenía esa necesidad de hacer ver que no era bueno que se le tratara siempre como si fuera un rey. Era más que un rey.

¿Usted cree que su padre leyó el libro?

No, estoy segura de que no lo leyó.

¿Es verdad que gracias a Matisse su madre empezó a ser retratada por su padre?

(Risas) Sí, sí, es cierto. Mi madre me lo contó. Ella me explicó que mi padre había dicho que no, aparte que ella era pintora y no quería convertirse en musa. En realidad, ella misma lo empujaba a que no la pintara. Pero fueron los dos a ver a Matisse y él quería retratarla. sin preguntarle a mi padre que se sintió incómodo con eso. «¿Cómo? ¿Él la pinta y yo no? Pero ¿qué es eso?», dijo mi padre.

Ya que hablamos de rivalidad entre artistas, usted conoció a Dalí y Warhol y vivió la explosión artística de Nueva York. ¿No le parece que su padre se aisló ante la llegada de nuevas corrientes artísticas al final de su vida?

Se interesaba, pero desde lejos. Él creía mucho en seguir su camino, aunque eso no quiere decir que no mirara a los grandes, como a Velázquez o Goya porque los revisitaba, revisitaba a todo el mundo. Pero seguramente él sabía más de lo que decía porque leía mucha Prensa, muchas revistas.

Y esos artistas a los que conoció, Dalí y Warhol, ¿le preguntaban por su padre?

Un poco, pero los dos eran muy admiradores de mi padre. En el caso de Dalí es muy divertido porque él tenía todo este discurso anti Picasso, pero cuando lo conocí yo, como le pasó también a mi hermano y a mi madre en Nueva York, él estaba muy muy atento a Picasso y le mandaba cada año una carta. Eso me lo dijo a mí directamente. Dalí era muy cariñoso. Creo que le pesaba no hablar con mi padre, pero por cuestiones políticas mi padre creo que nunca más le habló.

¿Y Andy Warhol?

Hubo un momento en el que Warhol quería hacer un film sobre Picasso donde yo hubiera jugado

precisamente el papel de Picasso, habría sido él, pero no se hizo.

¿Qué le parecen los juicios que se están haciendo alrededor de la figura de su padre en la actualidad, cuando incluso se habla de cancelarlo, especialmente por su comportamiento con las mujeres?

Como siempre se exagera. No tuvo muchas mujeres jóvenes: fue solo una. Él no tenía chicas sino mujeres. Le conviene atacarlo porque es el más grande pintor del siglo XX. Cuando me preguntan esto yo contesto con otra pregunta: ¿Por qué tendría Picasso que ser perfecto? Él ya tiene tantas cualidades que es imposible que sea en todo perfecto y es posible que tenga cosas discutibles. Está bien que se le discuta, pero lo más importante es todo lo que hizo con las manos.

Usted ha dicho que su padre no era un monstruo sino un hombre.

Sí, así es. Él tenía muchos defectos al igual que los tienen muchos de quienes lo critican ahora.

¿Es difícil estar al frente de la Succession Picasso?

Es difícil como lo es todo en la vida, pero es algo que hago con el resto de la familia. Nos reunimos todos una vez al mes, cosa que no es fácil, y discutimos todo lo que se tiene que discutir. Soy la jefa, pero con el resto de la familia.

Me gustaría preguntarle por gente que usted conoció al lado de sus padres, como Jean Cocteau.

¡Cocteau! Yo no tenía tíos ni por parte de padre ni de madre, así que él lo era de alguna manera. Era un artista fascinante con una voz particular y que jugaba mucho con los niños.

Eugenio Arias.

Él venía a cortarle el pelo a mi padre. Lo adoraba porque nos traía torrijas, las mejores que he probado y yo en aquella época era muy golosa. Sin embargo, nunca me cortó el pelo.

Jaume Sabartés, el secretario de su padre.

Era un hombre muy serio, de la misma edad de mi padre quien, al contrario que Sabartés, era como un niño.

Jacqueline Roque, la última esposa de su padre.

¿Jacqueline? Prefiero no opinar. Me llevo muy bien con su hija Cathy. La quiero mucho y su pregunta es un problema.

¿Recuerda ir a los toros con su padre?

¡Yo quería ser toro! Me acuerdo ponerme ketchup para simular una cornada. (Risas) Sabíamos que los toros eran algo especial para mi padre.

¿Le hablaba de España a sus hijos?

Con nosotros habló siempre en francés, pero él nunca olvidó la raíz. Se hablaba de España cuando nos visitaba algún torero o algún flamenco. Cuando mucho tiempo después pude visitar Andalucía fue cuando comprendí muchas cosas

¿No ha pensado en escribir sus memorias?

He escrito un texto para el catálogo de la exposición, pero memorias... No. Cuando yo vivía en Nueva York, siendo ella editora, me llamó Jacqueline Kennedy para preguntarme esto mismo. No pienso en unas memorias.

A usted no le permitieron ir al entierro de su padre, como pasó con parte de la familia. ¿Ha podido visitar la tumba de su padre en el castillo de Vauvenargues?

Pues no fue hasta hace quince años que es cuando Cathy abrió el castillo. Me invitó y fue entonces cuando pude ir.