La cantante irlandesa
Sinéad O’Connor falleció a los 56 años de edad por causas todavía desconocidas y apenas 18 meses después del suicido de
su hijo Shane, según informaron medios británicos. Deja atrás una voz irrepetible, una personalidad única y una existencia trágica que incluyó el éxito y la caída, tanto en lo musical como en lo profesional.
En su último tuit, la cantante publicó una foto de Shane y dijo: "Desde entonces, vivo como una criatura nocturna no muerta”.Se va así una figura trágica que marcó una época en su tiempo con una voz tan única acompañada de una indómita personalidad. Nacida en Dublín el 8 de diciembre de 1966, su vida quedaría marcada por una infancia indeseable. Sus padres se divorciaron cuando tenía ocho años, se fue a vivir con su madre Marie y con ella sufriría abusos físicos y psíquicos hasta 1979, cuando se fue a vivir con su padre. Sin embargo, ya estaba marcada y viviría su adolescencia entre reformatorios y violencia.
Pero Sinead O’Connor tenía un don increíble, el de una voz impresionante. Primero le cautivaron las baladas del rico folk irlandés, después abrazó el punk y terminó de definir su sensibilidad musical con las canciones de
Van Morrison y Bob Dylan, dos de sus grandes héroes. Era imposible que una voz así pasara inadvertida y pronto firmó un contrato con Ensing Records. Su álbum de debut contó con muchos problemas, incluido un embarazo e intentos para convencerla de que abortara. “The lion and the cobra” fue el título del disco, en 1987, con buenas críticas y regulares ventas por su indefinición musical.
Dos años después llegaría “I Do Not Want What I Haven't Got”, con más de siete millones de copias y el bombazo que fue “Nothing Compares 2 U”, canción de Prince que ella elevó a otro nivel. También llegarían los reconocimientos y Grammys, que ella rechazaría mostrando su visceral carácter: “No me interesan. No quiero tomar parte en nada que anime a la gente a creer que el éxito material es importante, especialmente si eso representa que te has de sacrificar personalmente para obtenerlo”.
Su vida y carrera cambiarían fulminantemente el 3 de octubre de 1992, cuando apareció en el programa de televisión “Saturday Night Live” como invitada musical. Cantó sin instrumentación la canción "War", de Bob Marley, como protesta por
los abusos sexuales de sacerdotes de la Iglesia católica, cambiando la palabra "racismo" por "abuso de menores". Luego mostró una foto del papa Juan Pablo II a la cámara mientras cantaba la palabra "evil" (maldad) y procedió a romperla gritando: “Lucha contra el verdadero enemigo”. La centralita de la NBC se saturó con miles de quejas.
Hubo quemas públicas de sus discos y pasó a caer en desgracia.Dos semanas después del incidente Sinéad O'Connor participó en un concierto homenaje a Bob Dylan y en cuanto salió a escena recibió tantos abucheos que fue obligada a salir del escenario sin pronunciar un solo verso. Iba a cantar “I believe in you”, un tema religioso dedicado a Jesucristo. Sinéad O’Connor se arrepentiría de su acción y argumentaría simple rebeldía adolescente. También citaría a San Agustín ("la ira es el primer paso hacia el coraje"), pero no habría perdón. Seguiría sacando buenos y variados discos, abordando infinidad de géneros, pero con escasa repercusión por lo general, aunque siempre con la admiración y respeto de sus todavía muchos seguidores. Sus conciertos, por lo general íntimos, eran todo un derroche de voz y autenticidad.
En 2003 le diagnosticaron trastorno bipolar, la causa de su personalidad desequilibrada e inestable, y el 29 de noviembre de 2015 la policía abortó un intento de suicidio después de publicar un mensaje de despedida en su página de Facebook. El 3 de agosto de 2017 publicó un vídeo otra vez en Facebook en el que aseguró tener pensamientos suicidas al estar sola en un motel en Nueva Jersey. En 2018 confirmó su conversión al Islam y el 6 de enero de 2022 anunció la desaparición de su hijo Shane O’Connor, de 17 años, quien se encontraba internado en un hospital por riesgo de suicidio. Dos días después se confirmó el fallecimiento del joven, de la misma forma que ahora, poco después, se certifica la muerte de su madre.
Nada comparado con esto
Fue en enero de 1990 cuando en la MTV apareció un vídeo que no dejó indiferente a nadie. Era Sinéad O’Connor cantando “Nothing compares U 2”. Una cámara fija se iba acercando lentamente al rostro de la vocalista hasta llegar a un primer plano con los ojos llorando de la vocalista. Era una canción de abandono que la irlandesa asumió como propia interpretando su problemática y tóxica relación con su madre. Lo que era una canción de menor de Prince se transformaría en un clásico inmediato en la voz de Sinéad O’Connor, que entonces tuvo que comenzar a lidiar con algo para lo que no estaba preparada: el éxito masivo. Acostumbrada a la miseria y las privaciones, se convirtió en millonaria por un vídeo. Al mismo tiempo, comenzaría un conflicto con sus propios ideales y su crónica incapacidad para ser feliz producto de su naturaleza bipolar.