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Las “ladies” que dejaron de fabricar bombas para jugar al fútbol

Sergio Peris-Mencheta recupera, invadido por la música, una historia desconocida de la Gran Guerra que ahora llega a los Teatros del Canal
Bárbara Sánchez Palomero

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Stefano Massini va camino de convertirse en el autor de cabecera de Sergio Peris-Mencheta (si es que no lo es ya). Lo abrazó en aquella fiesta del teatro que fue Lehman Trilogy y vuelve a recurrir a él en Ladies Football Club (en la Verde del Canal), donde la Primera Guerra Mundial se entremezcla con el movimiento sufragista y el fútbol. «¡Curioso! Llegamos en un momento en el que ha estallado lo de Ucrania y en el que vemos casi 100.000 personas en los estadios para ver jugar a las mujeres», se sorprende Peris.
El italiano escribe uno de sus monólogos extenuantes (en torno a las cinco horas de duración) y, luego, el madrileño hace lo que cree conveniente reduciendo el original hasta las dos horas y media. No se conocen en persona, pero la relación epistolar que mantienen por «e-mail» y el lucidísimo resultado de ese Lehman... hace que la confianza sea ciega: «Me mandó varios textos, pero vi este y me enamoré». Peris-Mencheta obvió el formato para un solo intérprete y pronto lo imaginó «con once actrices en escena [Noemi Arribas, Xenia Reguant/Silvia Abascal, Ana Rayo, María Pascual, Nur Levi, Alicia González, Carla Hidalgo, Irene Maquieira, Andrea Guasch, Diana Palazón y Belén González]». «Me apetecía vérmelas con mi “lady” y homenajear a esas mujeres de las que habla Stefano, las “munitionettes”, y también a las de mi propio árbol genealógico».
Comenzaba así a forjarse otra de esas piezas catedralicias del director, en consonancia con la anterior función de Massini, pero también con otras como el Castelvines y Monteses al que puso los ritmos de Pino D’Angiò y Rita Pavone. La propuesta era clara: «¡Ladies... tiene que ser un gran espectáculo! Con las nuevas generaciones acostumbradas a cambiar de serie cada quince minutos o a elegir lo que les dé la gana en YouTube, debemos inventar cosas nuevas si queremos llevarlos al teatro. No se puede dar un plano general sin más; ni renunciar a las raíces, claro. Esta gente es el futuro y hay que engancharla», defiende.
Pero, grandes fastos al margen, el objetivo fundamental del montaje es el de «sacar a la luz una historia muy desconocida», cuenta. «Incluso en Inglaterra, donde tiene lugar la trama, es un capítulo no tan recordado –apunta Peris–. Ahora, que estoy rodando una película en Londres con Jason Statham donde hago de villano, les hablo de las “munitionettes” que jugaban al fútbol y les suena a chino. También las hubo en Francia, pero fue en Inglaterra donde lograron más avances».
Dicho esto, la pregunta es clara, ¿quiénes eran las protagonistas de todo esto? Y responde el implicado: «Eran hijas, madres, abuelas... Mujeres que estaban metidas en casa y ya sabían lo que les esperaba a lo largo de los años. Pero, entonces, surge la guerra, mandan más y más hombres al continente y empiezan a reconvertir las industrias para el armamento –continúa–. Y son estas señoras las que terminan haciendo esos trabajos que eran de hombres, entre otros, fabricar bombas». El trinitrotolueno (TNT) impregnaba sus manos de amarillo. Muchas morían jóvenes, en explosiones, y otras pasaban ese tono amarillento a sus hijos: «Las llamaban las canarias y estaban estigmatizadas por mucho que se pusieran guantes para ocultar el color de sus manos. Aun así, esos trabajos significaron para ellas salirse del sistema y del destino que tenían», recuerda un Peris-Mencheta que se salió del texto de Massini para indagar más sobre las protagonistas y desmenuzar algunos de sus poemas.
Y dentro de esa atmósfera es dónde aparece el fútbol en esta historia. Con todos los hombres en el frente, el deporte rey había dejado de existir y son las «ladies» las que saltan al campo. Dieron un paso adelante cuando dar patadas al balón era de «machirulos»: «Algo que todavía podemos escuchar hoy y que, de algún modo, aparece en esta función. El que todavía dice que “el fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino” es un hombre o una mujer que marca paquete. Es un tópico de otra época, del siglo XIX». Ya entonces «llenaban estadios, copaban las portadas de los periódicos y eran auténticas heroínas», comenta el director: «Pero las batallas terminaron y se prohibieron los equipos femeninos porque atentaban contra la fertilidad de las mujeres. Todo quedó tapado y ellas no dijeron esta boca es mía. Sin embargo, gracias a ellas, se dio un empujón importante al sufragismo».
Y con el argumento en la cabeza, el siguiente paso fue el de dar con la música adecuada para el «gran espectáculo». Melodías para una historia que se fecha en el 6 de abril de 1917, un viernes en el que la radio del frente anunciaba nuevos muertos. Mismo día en el que «Lenin preparaba la Revolución rusa» y en el que «Estados Unidos entraba en guerra», presenta el programa de la obra. «Pero, sobre todo, el día 6 de abril del año 1917, durante la pausa del almuerzo, once trabajadoras de la Doyle & Walker Municiones, once “munitionettes” de manos amarillas, empezaban a correr detrás de un balón». Fue el punto de partida con el que apareció una canción de la época, Keep the home fires burning, «que se convirtió en el “leitmotiv” del arranque», asegura Peris: «Tenía todo el sentido para hablar de estas mujeres que, precisamente, mantenían el hogar encendido». Y a partir de aquí comenzaron a surgir otros temas, como And so it goes, de Billy Joel, que fueron dando forma al musical.
  • Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: del 6 al 22 de mayo. Cuánto: desde 9 euros.