Barbados y Remón siempre vuelven
El dramaturgo da la vuelta al texto que presentó en El Pavón Teatro Kamikaze hace cinco años y amenaza con repetir la jugada en 2027
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Pablo Remón nunca ha estado en Barbados «ni creo que vaya», dice. Reconoce que sabe poco, «que es donde nació Rihanna y que es una especie de isla maravillosa». Sin embargo, en torno a Barbados ha generado todo un universo. Fue hace cinco años cuando comenzó este «experimento», como llama a Barbados, etcétera, «una obra pequeña para dos actores» que arrasó en el entonces conocido como El Pavón Teatro Kamikaze (reabierto este mismo mes sin el apellido «japo»). Entre los aciertos de esa piececita que se representaba en El Ambigú estaba su particular lenguaje, original, pero lo suficientemente preciso para no restar «comprensión ni veracidad», firmaba en estas mismas páginas nuestro crítico, Losánez.
El fenómeno Remón, que ya había cosechado un Lope de Vega por el camino desde que en 2012 fundase La_Abducción, comenzaba a hacerse fuerte en la escena hasta empezar a obviar el cine (sus orígenes) y hasta convertirse hoy en un valor teatral prácticamente seguro (pues seguro no hay nada en esta vida, salvo la muerte). Daría a luz a El tratamiento, Los mariachis, Doña Rosita, anotada y Los farsantes. Éxitos todos ellos, pero en una línea muy diferente a la de Barbados: «Aquella fue una cara B de las otras obras. Eran fragmentos». Fernanda Orazi y Emilio Tomé se convertían en una pareja que abordaba tres historias invadidas por el surrealismo, el humor y la poesía, que se ponían al servicio del autor para demostrar al público la capacidad de los deseos para transformarnos a nosotros mismos.
Los empeños de la pareja por recordar su pasado conjunto dan fe de que esa historia no es fija, sino variable y que para sobrevivir como tándem hay que ser capaces de formar un hilo común. Y es ahí donde Remón, Tomé y Orazi regresan cinco años después para actualizar la trama en Barbados en 2022 (dentro del Festival de Otoño). Como ya hizo el dramaturgo y director en Doña Rosita, aunque entonces con Lorca, cogió el original y empezó a tachar y a «no dar nada por hecho», apunta quien había vuelto a ver la obra dos años después de su estreno y ya comenzó a imaginar que allí había una «segunda vida». «Me dio la sensación de que se podía abordar de maneras muy diferentes. Entendía que la obra mutaba y que merecía la pena volver a mirarla», defiende.
Es la historia de cómo Barbados, etcétera pasó a mejor vida y se convirtió en Barbados en 2022, donde la ambigüedad sigue siendo una de las señas de identidad de su argumento y donde las pequeñas historias de esa pareja se adueñan del texto. «No es fácil resumir esta historia, es como un juego», confiesa Remón. Tan importante es lo que esbozan los actores como lo que no dicen: «Si las obras suceden en la cabeza del espectador, en este caso, mucho más. Es una invitación a imaginar. Nosotros hacemos una parte y el público hace el resto. Es muy divertida; no me gusta que sea rara ni concienzuda. Quiero que en el teatro se disfrute», apunta un tipo que cuida con mimo «cada palabra», que también se reconoce más «seguro» que en 2017 y que, sobre todo, amenaza con revisitar la obra en 2027: «Quiero hacerlo hasta que estemos todos muy viejitos». No pisaremos Barbados, pero sí seguiremos soñando con esta «palabra clave» en el lenguaje de Remón y sus protagonistas.
- Dónde: Condeduque, Madrid. Cuándo: del 23 al 27 de noviembre. Cuánto: 18 euros.