A la catástrofe se resiste bailando
La compañía hispanofrancesa de Baro d’evel, entre animales, da el pistoletazo de salida a un Festival de Otoño que se extenderá hasta finales de mes
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Vuelve el Festival de Otoño y vuelve Baro d’evel a Madrid, primera parada de una cita que, en este primer fin de semana, hará desfilar por los escenarios capitalinos a Manuela Infante, tg STAN y Jèrôme Bel, Bruno Beltrão, María Velasco, Nao d’Amores... La compañía hispanofrancesa será la encargada de abrir la muestra (activa hasta el 27 de noviembre) con una de las propuestas más estéticas de esta edición. Si en junio Camille Decourtye y Blaï Mateu Trias pasaban por las Naves del Español en Matadero con Là, ahora es el turno de la segunda parte de este díptico en el que se unen teatro, danza y circo, Falaise (Sala Roja de los Teatros del Canal), aunque advierten: “No es para nada necesario haber visto una para comprender la otra”.
Entonces, visitaron la Sala Fernando Arrabal con la compañía de Gus, un cuervo que completaba el elenco, y con un escenario que tornaba del blanco al negro; y, en esta ocasión, la situación se produce a la inversa, es el blanco el que va ganando terreno al negro inicial y la pareja de Baro d’evel se ve arropada por un elenco mucho mayor: la “troupe” se amplía hasta los ocho intérpretes, además de una docena de palomas blancas y Txapakan, el caballo blanco que juega, trota y se enrosca junto a Decourtye. “Así tenemos una mayor sensación de caos y, a su vez, de libertad”.
Además, juntan fuerzas de nuevo con María Muñoz y Pep Ramis (una colaboración que se remonta a 2012), de la compañía Mal Pelo, para una puesta en escena que acoge acrobacias, música en directo, animales, cantos, ritmo, movimiento... Con todo ello justifican un trabajo cargado de “imágenes potentes y momentos emocionales en los que el humor y el romper con la fatalidad del derrumbe social son lo importante”, explica un Mateu entregado a la “fanfarria” y obsesionado con “reírse de uno mismo y de los lugares en los que te encuentras”.
Pero Falaise, y por extensión Baro d’evel, es muchísimo más que humor. Es, en sus palabras, “una ceremonia inclasificable” con la que quieren “llevar al espectador por un laberinto interior, por un sueño lúcido”. El culpable de esa escenografía es Lluc Castells, empeñado en construir un espacio en el que los personajes puedan dar saltos en el tiempo por distintos lugares de la historia. Como en Là, las paredes abren grietas por las que se entra y se sale, se nace y se muere, y se vuelve a renacer.
Sirve como metáfora de la demolición del ser humano, en una constante caída (y resurgir): “El derrumbamiento de la sociedad se ve. Las cosas se rompen y, en este montaje, la naturaleza pura, el caballo y las palomas, tienen más sabiduría. Me gusta imaginar que siempre hay una posibilidad de encontrar salidas positivas. El clown está presente y cuando conecta con todo lo que nos está pasando nos lleva a jugar”, cuenta Mateu de un espectáculo que fue concebido antes de la pandemia y que “tiene escenas que no nos hablan de la misma manera que antes”. Pero la pregunta que surge es si seremos capaces de resistir tanta caída; por si acaso, como escribía la crítica francesa, “los artistas desafían la catástrofe anunciada” con un vals.
En la dramaturgia, Barbara Métais-Chastanier retrocede hasta la oscuridad de las cavernas, donde “para los hombres el sonido era una brújula, la luz que les guiaba en la ceguera, el canto que iluminaba los muros”, presenta de un lugar en el que, “para ubicarse, había que gritar. Para iluminar la oscuridad había que cantar”. Y aquí también es así, continúa: “Gritan, buscan, andan a tientas. Avanzan lo mejor que pueden por el túnel de la época. Es difícil saber si están a los pies de la pared o en la cumbre del mundo, si la vida muere allí o si renace. Quieren salir adelante. Cueste lo que cueste. Son muchos. Es un rebaño. Es una multitud. Casi una familia. Y en los intersticios de un mundo en ruinas, inventan algo nuevo”.
Casi dos horas de “virtuosismo, pureza y transgresión”, como presenta el Festival de Otoño en los que “la palabra es cuerpo, la razón es arte, el tiempo se contorsiona y la vida juega como una niña cruzando un río por un tronco fino”. Esa niña será Camille Decourtye, que anticipa que “todo irá bien”.
- Dónde: Teatros del Canal (Sala Roja), Madrid. Cuándo: 10, 11 y 12 de noviembre. Cuánto: de 9 a 25 euros euros.