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Espectáculos

Jorge Blass, mago: "Con los años he aprendido a fallar mejor"

El ilusionista no desvela sus trucos, pero al menos charla con LA RAZÓN sobre la profesión y su nuevo espectáculo, "Ilusionarte"

Entrevista al mago Jorge Blass
Jorge Blass en su estudio David JarFotógrafos

El contraste entre la homogeneidad de los bloques residenciales, y la explosión visual del taller donde somos citados, plagado de pilas de libros, cuadros y figuras, ayudan a crear la idea de qué clase de figura está resguardado en él. Si encima ha ganado un Oscar, la expectación crece superlativamente.

Los lectores más cinéfilos estarán haciendo sus especulaciones, pero el premio no fue concedido por la Academia de Artes Cinematográficas, sino por la de Artes Mágicas de Hollywood. Jorge Blass ostenta el mérito de ser el primer español en recibir tal galardón, por lo que se puede afirmar sin miramientos que su nombre ya está pavimentado en el paseo de la fama de aquellos que alzan en sus manos una varita y en su cabeza una chistera.

Jorge Blass
Jorge Blass David JarFotógrafos

El mago, cual estrella que ya es, sigue próximo al foco con «Ilusionarte». Nada más entrar en la morada, ya tiene preparada su baraja de cartas con las que desconcertar al entrevistador incluso antes de iniciar las preguntas.

¿Cómo nace el deseo de ser mago?

Es raro, ¿no? Con seis años estaba viendo la tele y apareció un señor con unos pelos largos, Tamariz, que rompía una carta y luego unía los trozos. Me quedé alucinado. Cogí una baraja de mi padre, hacía el mismo gesto y no pasaba nada. (risas). Me cargué toda la baraja. A los 12 compré en el quiosco unos fascículos de magia, y eran de Tamariz de nuevo. Los coleccioné y practicaba cada semana. A los 13 empecé a hacer mis pequeñas actuaciones en cumpleaños, y a los 15 cobraba por ello.

¿Siente que la gente se tomaba en serio esa profesión?

Nadie se lo tomaba en serio. Cuando mi madre comunicaba a los profesores que no podría asistir a una clase por alguna actuación, ellos no lo entendían. Pero yo deposité mucha pasión. Estaba predestinado desde niño a dedicarme a la magia.

¿La ilusión por la magia se pierde con los años?

Depende de lo que propongamos. Cada proyecto pretendemos que sea un paso más. Nuestro reto es que un público del siglo XXI muy avanzado, que puede mirar algo y preguntárselo al "ChatGPT", se sorprenda.

¿Los magos son actores?

Hay cierto debate con eso. Tenemos que conocer las herramientas de los actores, pero somos más parecidos a un músico. Un actor hace un papel distinto a su persona. Los ilusionistas, salvo excepciones, no interpretamos, nunca dejamos de ser nosotros mismos. Podemos potenciar nuestro arte, pero no cambiamos.

¿Es importante la formación académica de mago, como la que hizo usted?

Hay pocas escuelas de magia, y no tienen lo que denominaríamos la "titularidad académica". Sin embargo, en la que yo empecé, la Ana Tamariz, ahora son cinco años de curso. Poco a poco, empieza a haber más academias que amplían su formación. También es muy positivo estudiar otras artes: improvisación, teatro musical, interpretación ante la cámara... Tienes que estar renovándote continuamente.

Habla constantemente del factor innovador. ¿Qué diferencia su nuevo show de los anteriores?

La cercanía e intimidad. Es una declaración de amor a la magia. Es un espectáculo muy íntimo, sin grandes artificios ni efectos. Estoy en el escenario solo, durante una hora y veinte, y presento mis mejores magias y otras nuevas relacionadas con la tecnología e interacción: hay momentos donde la magia sucede en la butaca de los espectadores. El tiempo también es relevante, en otro instante todo el público pone a funcionar un cronómetro.

¿Se podrían hacer unos Goyas de la magia al compás de los californianos?

Sería fenomenal, porque España es un país "top" en lo relativo a la magia. Me apunto la idea (risas).

Pero muchos premios que ha recibido son internacionales. ¿Aún sigue denostada la profesión en España?

Podría pensarse, pero te diré que Madrid es la segunda capital mundial de la magia, solo por detrás de Las Vegas. Hay muchos festivales y espectáculos, e igual en el resto del país. La magia ocupa un muy buen lugar en los espacios teatrales. Hay otros países que les cuesta más: en Inglaterra es mucho más difícil ver estos espectáculos en teatros principales. La magia vive un muy buen momento en España. Fíjate, me estás entrevistando ahora (risas).

El 31 de octubre es una fecha importante para los magos, el aniversario de la muerte de Houdini. ¿Hay alguna tradición a seguir?

Te reconozco que Houdini no tiene muy buena consideración entre los magos. Su antecesor, Jean Eugène Robert-Houdin, es el padre de la magia moderna. Houdini leyó sus memorias, y le gustaron tanto que le robó el nombre, añadiéndole una i al final. Houdini se dedicaba más al escapismo, por lo que no lo celebro tanto como mago. Yo festejo más el 31 de enero, día de San Juan Bosco, patrón de los ilusionistas.

¿Alguna vez se ha equivocado en escena?

Me he equivocado muchas veces en las que la gente no se ha dado cuenta y otras en las que sí. Con los años he aprendido a fallar mejor. El que hace cosas se equivoca. No hay que castigar el error, sino celebrarlo. De los éxitos no he aprendido nada, de los fracasos, sí.