Entrevista
Mago Yunke: "En el 90% de los casos sé los trucos de los otros"
Famoso de las noches en la pequeña pantalla, sigue enseñando su magia al límite con "Hangar 52"
Muchos que enciendan sus televisores y sintonicen Antena 3 durante las horas pico de la noche reconocerán su cara. En algunos ratos libres que Pablo Matos y el dúo de hormigas más macarras de la parrilla televisiva dispensan, un ilusionista intenta dejar boquiabiertos a los espectadores desde las cocinas o salones de sus domicilios. Y, además, versionando la mítica canción final, “no es un ilusionista cualquiera”, sino el mejor en su especie. Al menos eso es lo que dicta el premio concedido en tres ocasiones por la Federación Internacional de Sociedades Mágicas.
Él es el Mago Yunke. De nombre de DNI Salvador, especifica que prefiere ser llamado “Yunke”, pues así es como se refieren a él sus amigos. Y, aunque únicamente se había dado un saludo con el periodista, ya le concedió la oportunidad de ser uno más de su pandilla.
Independientemente de cómo sea nombrado, su persona mantiene siempre un as bajo la manga. Hasta el 18 de enero de 2026 ofrecerá en Madriduna nueva escenificación de su ya emblemático “Hangar 52”, un espectáculo de grandes magnitudes que proporciona una explicación lógica a por qué ostenta los méritos. Esta actividad frenética la compatibiliza con el Museo de la Magia que alberga en Peñíscola, su provincia natal.
¿Estoy sentado con el mejor mago del mundo?
Buah. No lo considero. Creo que soy un muy buen mago, capaz de hacer que el público sienta la magia. Tengo el premio a campeón del mundo, que es un título que siempre llevo conmigo, pero no soy el mejor. Ese puesto depende del espectador que esté mirando, y cada uno tiene un gusto.
¿Cuáles son los baremos para obtener tal distinción?
Se tiene en cuenta la puesta en escena, la comunicación, la originalidad y la técnica en sí. Es un jurado muy experto y variado.
¿Cuáles son los pros y contras de la magia televisada?
Su mayor complicación es que es una única oportunidadde un consumo muy rápido. En el escenario tienes tiempo para ir de manera progresista y ganarte al público. Además, en televisión hay un realizador que elige lo que tiene que ver el espectador. Lo bueno es que llegas a millones de personas, y también los planos cortos mejoran la ilusión. Si tuviera que elegir uno de los dos, optaría por el directo, pues lo disfruto más.
Y en plató o escenario, ¿ha temido por su vida?
He estado en riesgo muchas veces. En El Hormiguero una vez hice un truco con ballestas. He hecho también escapes con agua. Tengo la responsabilidad sobre todo ello, y si sucede algo, sería mi culpa.
Lleva varios años con “Hangar 52”. ¿Qué modificaciones presenta en esta ocasión?
A los técnicos les digo que hagan dos cambios por día. Puede ser un efecto de sonido, iluminación o cambiar el orden de los números. Hay que ser honesto con el público y decirle que no es un show nuevo, pero sí que está vivo y constantemente renovándose.
¿Y no le gustaría derribar el concepto e iniciar uno nuevo?
Todas las ideas que tiene “Hangar 52” son inventadas por mí, por lo que no es fácil hacer un show nuevo. Pero sí, estoy un poco cansado. Sin embargo, me sabe mal porque hay mucha gente que aún no lo ha visto, por lo que me daría pena guardarlo en un cajón y nunca más hacerlo. Podría cederle la idea a otro mago. También televisarlo para que permanezca.
¿Cómo es el traspaso entre esta magia de grandes dimensiones y el Museo de la magia que tiene en Peñíscola?
Es muy distinto. En el museo caben 120 personas. Por las mañanas hay visitas guiadas y por las noches hay directos. Ahí toda la magia es hablada, lo que me ayuda a desarrollar la improvisación. Son estilos muy diferentes, pero se retroalimentan.
¿Cuál de las dos experiencias preferiría que su público consumiera?
Siempre me he sentido decepcionado al preguntar, pues la mayoría me contesta que no sabe. “Hangar 52” tiene cinco trailers de material, trabajamos unas veinte personas y me dejo la piel. Sin embargo, los espectadores admiran igual la magia de cerca de Peñíscola que este espectáculo. La gente valora mi persona, lo cual me halaga pero me decepciona a la vez.
Entonces, ¿prefiere “Hangar 52”?
Sí, no escondo la respuesta.
Cuando ve a otros colegas suyos en escena, ¿entiende cómo lo están haciendo?
Desgraciadamente en el 90% de los casos lo sé. Preferiría no hacerlo, pues la magia así es más bonita. Cuando llevas toda la vida fabricando magia, es difícil que te puedan engañar. Otros compañeros me ven a mí y les pasa lo mismo.
¿Vivir de la magia le quita la ilusión por ella?
Pierdes la ilusión al verla y la experimentas más intensamente al crearla. Pero sí, no lo vivo igual. Yo ya me percato de los hilos de la marioneta aunque no los quiera ver. Lo bello de la magia es dejarte engañar.
De pequeño era muy tímido. ¿Qué consejo le daría a los jóvenes que quieran ser artistas que sufren de pánico escénico?
Primero de todo, que es una persona muy especial que tiene una pasión única. No debe tener miedo al ridículo, pues es algo mental. El público siempre perdonará un fallo, pero nunca el aburrimiento.
¿Y cuáles fueron los consejos que le ayudaron a superarlo?
Pasar del público. Me da completamente igual, por lo que actúo sin presión. Le tengo mucho respeto, pero no me da miedo. Yo he estado muchas veces sin querer salir al escenario, pues no me considero artista. Si me dicen que no va a venir nadie a mi show, me entristecería, pero me quedaría tranquilo por no tener que actuar. Me parece una responsabilidad muy grande.
¿Los magos no son artistas?
Yo al menos no pienso que lo sea. Los artistas cantan, bailan, interpretan… Yo soy mago y hago de mago ante el público.