Historia

El pequeño pueblo que cambió la Historia de España

El 12 de septiembre de 1297 en este municipio se firmó un famoso Tratado que estableció para siempre las fronteras de nuestro país

Iglesia de la localidad zamorana de Alcañices
Iglesia de la localidad zamorana de AlcañicesJcylJcyl

España ha sido históricamente uno de los países más importantes del mundo. El peso de sus monarquías y la influencia de los muchos pueblos que han estado presentes en él, le han hecho muy grande. Pero hay un momentos históricos que hicieron que la historia de nuestro país hubiera podido cambiar. Y uno de ellos lo vivió un pequeño pueblo, que en la actualidad cuenta con poco más de mil habitantes, y que aunque muchos no lo sepan, protagonizo uno de los acuerdos más importantes firmado y que pudo cambiar nuestra Historia.

Y lo hizo a través de un Tratado, que es un acuerdo formal por escrito entre dos o más sujetos de derecho internacional, como Estados u organizaciones internacionales, que crea obligaciones jurídicas para las partes firmantes y se rige por el derecho internacional. Sirve para resolver disputas, establecer normas, fijar límites territoriales, promover beneficios comunes como el comercio o la paz, y su incumplimiento puede tener consecuencias.

Para que exista un tratado se requiere, como mínimo, la participación de dos sujetos jurídicos internacionales con capacidad para obligarse. Estos acuerdos pueden versar sobre una amplia variedad de materias, como límites territoriales, comercio, cooperación técnica, medio ambiente o derechos humanos.

Lo más común es que tales acuerdos se realicen entre Estados, aunque pueden celebrarse entre Estados y organizaciones internacionales. Los primeros están regulados por la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969; los segundos, por la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados celebrados entre Estados y Organizaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales de 1986, según señala Wikipedia.

Tratado de Alcañices

Pues corría el año 1297 y la Península Ibérica se encontraba un poco revuelta. Y era una situación que venía de 1294, cuando la reina María de Molina, tutora del rey Fernando IV, su hijo, durante su minoría de edad, había amenazado al rey Dionisio I de Portugal con romper los acuerdos establecidos entre ambos reinos, si persistían los ataques a la Corona de Castilla y ofrecería el apoyo del soberano portugués al infante Juan de Castilla, que se había proclamado rey de León.

Ante las amenazas de la reina, Dionisio de Portugal aceptó retirarse de la Corona de Castilla en 1296, no sin antes apoderarse de Castelo Rodrigo, Alfayates y Sabugal, territorios pertenecientes a Sancho de Castilla "el de la Paz", nieto de Alfonso X de Castilla.

De aquí nació este acuerdo, que se firmaría en la localidad zamorana de Alcañices. El 12 de septiembre de 1297la Corona de Castilla y el reino de Portugal, suscribieron el famoso Tratado de Alcañices, que cambió la historia de España, y que firmado por el rey Fernando IV de Castilla, en cuyo nombre, por ser menor de edad, actuaba la reina María de Molina, y por el rey Dionisio I de Portugal.

Mediante este acuerdo quedaron fijadas, entre otros puntos, las fronteras entre el reino de León y el reino de Portugal, que recibía una serie de plazas fuertes y villas a cambio de romper sus acuerdos que lo posicionaban en contra del reino de León, y que habían sido firmados con Jaime II de Aragón, con Alfonso de la Cerda, con el infante Juan de Castilla, y con Juan Núñez de Lara el Menor.

Al mismo tiempo, en el Tratado de Alcañices se confirmó el proyectado enlace entre Fernando IV de Castilla y la infanta Constanza de Portugal, al tiempo que se acordaban los esponsales entre el infante Alfonso de Portugal, heredero del trono lusitano, y la infanta Beatriz, hija de Sancho IV de Castilla y hermana de Fernando IV. Por otra parte, el monarca portugués aportó un ejército de trescientos caballeros, puestos a las órdenes de Juan Alfonso Télez de Meneses, para ayudar a la reina María de Molina en su lucha contra el infante Juan, que hasta ese momento había recibido el apoyo del rey Dionisio.

Además, se estipulaba en el tratado que las villas y plazas de Campomayor, Olivenza, Ouguela y San Felices de los Gallegos serían entregadas a Dionisio de Portugal como compensación por la pérdida por parte de Portugal, durante el reinado de Alfonso III de Portugal de una serie de plazas que le fueron arrebatadas por Alfonso X. A cambio de los derechos portugueses en las tierras de Ayamonte, Santiago de Alcántara, Herrera de Alcántara, Valencia de Alcántara, Aroche y Aracena fueron transferidos a la posesión definitiva de Castilla.

Al mismo tiempo, le fueron entregadas al rey portugués las plazas de Almeida, Castelo Bom, Castelo Melhor, Castelo Rodrigo, Monforte, Sabugal, Sastres y Vilar Maior. Ambos monarcas renunciaron a plantearse reclamaciones territoriales en el futuro. Los prelados de los dos reinos acordaron el 13 de septiembre de 1297 apoyarse mutuamente y defenderse de las posibles pretensiones, por parte de otros estamentos, de restarles libertades o privilegios.

El Tratado fue ratificado no solo por los dos monarcas de ambos reinos, sino también por una representación abundante de los brazos nobiliario y eclesiástico de ambos territorios, así como por la Hermandad de los concejos de Castilla y por su equivalente del reino de León.

Las consecuencias a largo plazo de este acuerdo fueron duraderas, ya que la linde entre ambos reinos apenas fue modificada en el curso de los siglos posteriores y se convirtió de esa forma en una de las fronteras más longevas establecidas en el continente europeo.

Por otra parte, el Tratado de Alcañices contribuyó a asegurar la posición en el trono de Fernando IV, insegura a causa de las discordias internas y externas, y permitió que la reina María de Molina ampliara su libertad de movimientos al no existir ya disputas con el soberano portugués, que pasó a apoyarla en su lucha contra el infante Juan, quien, en esos momentos, aún seguía controlando el territorio leonés, según señala Wikipedia.

Después de ocho siglos, el Tratado de Alcañices sigue muy vigente y permitió que se construyera la frontera más antigua de Europa, sin entrar en conflictos bélicos, y posibilitando un hermanamiento que se encuentra muy vivo en estos momentos entre españoles y portugueses.

Alcañices

Pues este pueblo tan importante para la Historia de España, Alcañices, sigue en píe, y aunque cuenta con poco más de mil habitantes, sigue siendo el territorio más importante de la comarca zamorana del Aliste, que destaca por su gastronomía, naturaleza y por ser una de las Reservas de Caza más importantes de nuestro país.

De su esplendoroso pasado permanecen el Palacio de los marqueses de Alcañices y dos iglesias, una de ellas renacentista del siglo XVI, aneja a un antiguo convento de franciscanos convertido hoy en centro cultural, y la otra, parroquial, con su portada del siglo XIII. También hay un antiguo cementerio parroquial que estuvo en servicio entre 1787 –tras la promulgación de la Real Cédula de Carlos III— y la inauguración del cementerio municipal de la villa en 1903.

Destacan especialmente los restos de la muralla templaria, de la que quedan cuatro cubos (del Reloj, del Tío Cañona, de la Villa y del Trincherón) y el antiguo castillo, que ha sido datado en el siglo XVI. En la actualidad se encuentra bajo protección de la declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

Arribes del Duero

Su entorno natural, en pleno parque natural de los Arribes del Duero, proporciona paisajes espectaculares, con profundos cañones fluviales, bosques y caminos que invitan a la calma. Y es que sus imponentes cañones, esculpidos por el río Duero a lo largo de millones de años, crean un paisaje impresionante que te dejará sin aliento. Los acantilados verticales, las cascadas y los valles verdes conforman una panorámica única y fascinante. Cada rincón de esta región es una postal perfecta para los amantes de la fotografía y los entusiastas de la naturaleza.

Además de su impresionante geografía, cuenta con una rica diversidad biológica. En los parques naturales de la región, podrás adentrarte en bosques autóctonos y observar especies vegetales y animales únicas. Desde aves rapaces majestuosas hasta flora endémica, la naturaleza te sorprenderá en cada paso que des.

La belleza de Arribes del Duero también se encuentra en sus encantadores pueblos, entre los que se encuentran Alcañices. Cada uno con su personalidad propia, estos pintorescos lugares permitirán al visitante sumergirte en la vida rural y experimentar la autenticidad de la región. Las casas de piedra, las estrechas calles empedradas y la hospitalidad de sus habitantes te harán sentir como en casa.