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Teatro la Latina

El teatro pone a prueba la perfección de Leonardo Sbaraglia

El argentino debuta en la escena española con un texto confesional de Jacobo Bergareche y dirección de Daniel Veronese

Leonardo Sbaraglia en una imagen promocional de 'Los días perfectos' Sergio Parra

Leonardo Sbaraglia cuenta que tuvo un profesor de teatro que le explicó que los nervios nunca son excusa. «Uno tiene que tirar hacia adelante con ellos», le dijo. Hoy, muchos años y décadas después de aquello, el discípulo lo cumple a pies juntillas. Está nervioso, no lo oculta, pero no queda otra: es su profesión. De este modo encara el actor argentino su debut en el teatro español. Mate en mano, se muestra excitado (quizá por las cinco horas de retraso de su vuelo desde Argentina): «¡Nada más llegar he visto mi cara y he dicho: “Mirá mamá”! Y le mandé una foto a ella». «¡Yo he hecho lo mismo!», asiente –a su lado– el autor de «Los días perfectos», Jacobo Bergareche.

Asegura el actor que han sido varios los ofrecimientos, aunque nunca hubo uno que terminase de fructificar: «Estuve a punto de venir con una pieza junto a tres o cuatro músicos de jazz, pero estalló la pandemia. Ha sido imposible. Y el mundo del cine tiene fechas cambiantes, es muy complicado comprometerse». Hasta ahora, cuando el Teatro La Latina le brinda el personaje de Luis, un tipo que «también está nervioso», afirma Sbaraglia: «Está ante un momento en el que se le han abierto fatalmente nuevas puertas, unas que no sabía que necesitaba. Y de pronto, está ahí ante una posibilidad que está llena de misterio».

Traducción sin traición

Así es como el intérprete –que en agosto finalizó el rodaje de su segunda película con Pedro Almodóvar («Amarga Navidad», que se estrenará en 2026)– presenta «Los días perfectos» con los que sube al escenario las páginas de Bergareche. No obstante, es Daniel Veronese quien firma esta adaptación (también la dirección) a las tablas. Un hecho que el autor celebra: «Tengo que adaptar yo otra obra mía y prefiero que lo haga otro», ríe ante un Veronese que le responde: «Sentí que el libro estaba lleno de imágenes y que estuviera narrado en primera persona me facilitaba el trabajo. Así que deseché la parte que me sobraba. Esto es una traducción al teatro, pero no una traición, si bien es cierto que toda traducción tiene parte de traición (...) En este arte la gente debe ser llevada de la nariz de principio a din. No se debe ir nunca», explica el director.

La síntesis de la pieza la hace quien inició el camino de este proyecto, Julieta Novarro –productora–: «Es un matrimonio; y él le habla a su mujer sobre dónde quedaron esos días perfectos. Lo leí en una tarde. Me interpeló. Todos estuvimos, estamos y estaremos en esa situación», comenta de una trama que se inicia cuando el protagonista (Luis) accede a las cartas originales que William Faulkner escribió a su amante Meta Carpenter en un centro de documentación de Texas. A partir de esa lectura comienza una profunda revisión de su propio matrimonio. Un relato en el que se desgrana la vida sentimental del personaje: los 17 años de convivencia con su pareja, la creación de una familia, el peso de la rutina y los anhelos que marcan la evolución del amor.

Luis, el protagonista, se enfrenta a través de un monólogo a 17 años de convivencia con su mujer

«Me llegó el material de la función antes de leer el libro y ya la adaptación de Daniel me conmovió. Tenía algo de contundente, emocionante, y al mismo tiempo, nos toca. Lo sentí como algo verdaderamente profundo y difícil de realizar», sostiene Sbaraglia.

Miedo al «tenemos que hablar»

En resumen, «la obra, en realidad, es un actor hablando a otra persona, pero el interlocutor es el espectador», asume el argentino sobre un «monólogo confesional» –como explica su autor– en el que se desarrolla un juego entre el actor y el espectador. Intercambio en el que el actor lo dirá todo y no dejará nada entre líneas: «Lo interesante es que está todo expuesto, lo que ayuda a la propia vida. Hay que hablar, decirse las cosas. La comunicación es imprescindible. El texto habla de tú a tú, hace reflexionar, interpela, enfrenta. Y en los tiempos que corren, son muy necesarias, en Argentina y en el mundo, la creatividad, la poética y la creación. Es una salvación. Hay que apelar a la poesía».

Centrado en la segunda carta que se escribe en el texto de Bergareche, autor e intérprete coinciden que «nada da más miedo que la frase “tenemos que hablar”». «¡Ni una película de vampiros!», apunta el escritor. «Es terrorífico», responde Sbaraglia.

El actor no oculta su «felicidad» con este proyecto que todavía define como «un bebé que va tomando forma» y con el que piensa seguir durante «muchísimos años»: «Es un monólogo con proyección de crecimiento. Lo podemos hacer y deshacer. Me interpela en lo personal y en lo actoral; y lo quiero retomar en todos los huecos que me aparezcan. Es prioritario». Y continúa asegurando que es un espectáculo en el que pone «alma, corazón, cuerpo y exposición» y que ahí radica su garantía: «Prometo dar todo eso».

  • Dónde: Teatro la Latina, Madrid. Cuándo: hasta el 26 de octubre. Cuánto: desde 17 euros.