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Historia mítica de España

Teucro, un griego en el Finis Terrae

Existe una vinculación entre los mitos griegos y algunos topónimos y leyendas fundacionales de Galicia, por tratarse del final del camino para los marineros: la de Pontevedra es una de ellas

Una estatua rinde tributo a Teucro, arquero consumado, en Atenas
Una estatua rinde tributo a Teucro, arquero consumado, en AtenasArchivo

Tras llegar a Ítaca, estamos seguros de que Ulises no se quedó en casa. Esto es un viejo motivo mítico, el de la muerte de los héroes, o su viaje postrero, que está bien relacionado con la historia mítica de nuestro país. Al héroe principal de los regresos homéricos, el intrépido Odiseo, le fue profetizado en su viaje al mundo de los muertos por boca del adivino Tiresias que la muerte le llegaría del mar. No sabemos si en forma de un misterioso hijo habido con la bruja Circe o si, como quiere una tradición medieval que recoge Dante, Ulises hubiera emprendido un último viaje hacia el fin del mundo. Hay mitos posteriores que quieren que estos griegos errantes hubieran incluso cruzado el Atlántico. Pero esas son otras leyendas: interesa ahora mencionar cómo fue narrado el viaje de los héroes que, después de la gran contienda mítica acaban sus días en el Finisterrae hispánico. Estas historias son especialmente relevantes en lo que se refiere al caso de Teucro.

Teucro era hijo de Telamón y sobrino del rey Príamo de Troya, primo de Héctor y Paris, contra los que luchó en la guerra de Troya. Es, pues, un personaje fascinante, medio griego medio troyano. Me recuerda en su combate al indio Aryuna, combatiendo bajo la égida de Krisna contra sus familiares. Es un buen arquetipo heroico. Y era perfecto para hacerle viajar más allá de la experiencia y convertirle en fundador de tierras lejanas. Además, Teucro es arquero: hay algo en los arqueros –el propio Ulises lo era– que tiene una especial fuerza en la narrativa patrimonial. Se dice que habría matado con sus flechas al propio caudillo troyano Héctor, antes de su duelo legendario con Aquiles, si no hubiera intervenido el padre Zeus que, para que se cumpliera el destino prefijado, llegó a tiempo de romper la cuerda de su arco y que no se alterase el hado. Luego Teucro, en su camino de vuelta a casa, fundó Salamina en Chipre y es fama que no acabó llegando a su patria sino que, como es a veces clave en este tipo heroico, hubo de fundar un nuevo lar, como veremos ahora.

Conque luego siguió hasta el lejano occidente donde recaló en Galicia. Allí habría fundado Pontevedra, no lejos de donde otro celebrado héroe griego, Tideo, del ciclo de Tebas, fundara la ciudad de Tuy. Parece que especialmente los helenos llegaron a Galicia y, de hecho, se alude a una falsa etimología que une lo galaico y lo griego, estableciendo una vinculación entre los exiliados de los ciclos heroicos de la Hélade y el extremo del mundo en la costa gallega. Menciona muchos de ellos García Bellido en su «Hispania Graeca», como los héroes de la épica tradicional, entre otros Tlepólemo, Antenor, Menesteo o Menelao.

El fin de Ulises

En el caso citado de Teucro hay que recordar que ha quedado representado en la Iglesia de Santa María en Pontevedra, pues resultó emblemático en la topografía de esta capital gallega. Es tradición que regresó a su casa en un largo viaje que incluye también el viaje hacia el otro extremo del mundo, el oriental, llegando a la Cólquide en pos del Vellocino de Oro con la expedición de los Argonautas. Las mistificaciones históricas le hacían fundador de otras ciudades hispanas, como Cádiz o Cartagena, y diversos accidentes geográficos hispanos son relacionados con estos viajes de regreso en la esfera de Troya o Tebas, como dice Estrabón. La idea de situar la geografía mítica de los ciclos griegos en un camino que lleva del Bósforo a la Península Ibérica es, pues, muy antigua.

Así como los troyanos fundaban la Roma de Augusto o la Britania de Arturo, en el recuento mítico de Monmouth, no estaba mal para los señoríos hispanos un origen griego que uniera ambos extremos de la vieja Europa. Ulises y compañía en el fin del mundo: desde Galicia a Irlanda, donde los mitos del «Libro de las Invasiones» recogen varias estirpes griegas antes de que los milesianos, raza actual irlandesa precisamente procedente del hispano Mil Espaine, las sustituyeran. El país del «Non Plus Ultra», sin embargo, les acabaría resultando fatal. En el canto 26 del Inferno, el Ulises de Dante narra su última y letal travesía, cruzando las columnas de Hércules en pos de lo desconocido. El héroe anima a sus compañeros: «Considerad vuestra simiente: / hechos no fuisteis para vivir como brutos, / sino para perseguir virtud y conocimiento». El medieval Ulises se condenará, pero ya se atisba el espíritu renacentista de un «Plus Ultra».