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Cuando todo vale

Un generosísimo público procuró la puerta grande a Juli, Roca Rey y Tomás Rufo
Cuando todo vale
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La Razón
  • Paco Delgado

    Paco Delgado

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De nuevo pagaron justos por pecadores y los espectadores que acudieron puntuales a su localidad tuvieron que esperar un rato para que comenzase la función; hasta que se acomadasen los tardones e impuntuales. Un cuarto de hora después los alguacilillos hacían el despeje de plaza con una muchedumbre en los accesos a los tendidos que molestaba a todo el mundo, generando ya un clima de mal humor y enfado que no convenía en principio. Aunque esa dinámica se tornó en jolgorio y se dio por bueno todo lo sucedido en el ruedo, con un ganado que no se correspondió con la categoría de la plaza, y premiando faenas sin contenido y estocadas de todo punto defectuosas.
Juli arrancó las primeras ovaciones fuertes al recibir a su primero, un toro blandengue y noble con el que no tuvo inconveniente alguno para hacer lo que quiso con él, toreando con suficiencia, lentitud y poderío, muy por encima de su oponente.
El cuarto lució una paupérrima presencia y tampoco estuvo sobrado de energía. Ni de emoción, claro. El Juli, sin despeinarse, le exprimió. Otro bajonazo y la locura. Y la puerta grande.
Manseó de salida y en los primeros compases del último tercio el anovillado segundo; hasta que Roca Rey a base de paciencia y mando, acabó por meterlo en la muleta, toreando luego a placer e impidiendo que el torillo se rajase.
El quinto tuvo más seriedad y motor pero el peruano se conformó con pasarlo de muleta, sin profundidad ni hondura en una labor muy larga (a punto estuvo de escuchar los tres avisos) y hueca, efectista y de cara al tendido. Dio igual, oreja.
Salió muy dispuesto Rufo con el que cerró plaza, otro animal chico al que dieron duro en el caballo y cuya buena condición se vio afectada por tan excesivo castigo. El torero toledano, arriesgando mucho, metido siempre entre los pitones, sacó todo lo que tuvo en un ejercicio de dominio y valor. Aunque el estoque cayó muy abajo, el que el toro rodase sin puntilla le valió una oreja y el que se insultase al presidente por no conceder la segunda.
Con la gente ya volcada tuvo que hacerlo todo Rufo para asegurar la salida a hombros, dándose un arrimón para apurar a un toro huidizo y parado al que también fulminó con la espada.
Alicante, 23 de junio. Cuarta de abono. Lleno.
Toros de Victoriano del Río, justos de presentación y manejables.
El Juli (de perla y azabache), pinchazo, aviso, ovación; bajonazo, dos orejas.
Roca Rey (de burdeos y azabache), media caída, aviso, descabello, oreja; aviso, entera, aviso, oreja.
Tomás Rufo (grana y oro), entera baja, oreja; entera, oreja.
De las cuadrillas destacaron Sergio Blasco y Fernando Sánchez