Cargando...

Feria de San Fermín

Lo que no sabías sobre San Fermín y por qué se celebra en julio

Te contamos quién fue San Fermín, por qué se le honra en Pamplona y cómo una festividad religiosa en octubre pasó a ser la gran fiesta popular del 7 de julio gracias a una feria medieval

En la imagen, un cuadro de la Escuela de Quito que representa a San Fermín de Amiens | Fuente: Dominio Público La Razón

Cada 7 de julio, Pamplona estalla. Estalla de música, de color blanco y rojo, de emoción, de rituales y de fiesta. San Fermín es el santo más celebrado —y seguramente el más cantado— del calendario, pero detrás de la juerga hay una historia densa, religiosa, política y comercial que explica cómo una festividad litúrgica acabó convertida en uno de los mayores eventos populares del mundo.

San Fermín nació en el siglo III en Pompaelo, la actual Pamplona, hijo de una familia de peso: su padre era un senador romano, pagano, de nombre Firmo, y su madre, Eugenia, pertenecía también a la nobleza local. Fue convertido al cristianismo y enviado a predicar. Alcanzó gran notoriedad como misionero en la Galia, donde fue el primer obispo de Amiens, ciudad que también lo tiene como patrón. Bautizó a miles y acabó su vida como mártir.

Fue siglos después cuando Pamplona comenzó a honrar su figura. En 1186, el obispo Pedro de París viajó a Amiens y trajo consigo reliquias del santo. Entonces se fijó su festividad para el 10 de octubre. Era un día de recogimiento, con misa y procesión. Nada que ver aún con los encierros o las peñas.

Pero la historia tenía planes más festivos. En 1591, buscando aprovechar el mejor clima y coincidir con una feria comercial, el Ayuntamiento de Pamplona solicitó cambiar la fecha al 7 de julio. La jugada fue un éxito: danzas, mercados, música y teatro llenaban la ciudad. Así, la devoción y el bullicio comenzaron a convivir, y nació algo más grande que una fiesta: una identidad.

Hoy San Fermín es tanto la procesión que recorrió el casco viejo por la mañana del 7 de julio como los cánticos previos a los encierros que se repiten cada madrugada. Pero también es el jolgorio nocturno, los gigantes, la música, los fuegos artificiales, las calles llenas. La parte religiosa permanece, pero la celebración ha mutado hacia lo colectivo, lo abierto, lo universal.

Cada año, millones de personas acuden a Pamplona buscando vivir de cerca lo que ya es un fenómeno cultural. Y aunque la mayoría viene por la experiencia vital, lo cierto es que todo comenzó por un santo que predicaba en tierras lejanas y acabó siendo el epicentro de una de las fiestas más conocidas del mundo.